REGIONAL.- (ladiscusion.cl)
Uno de los ejes del descontento que ha dado fuerza a las manifestaciones
es la elevada desigualdad de ingresos que se observa en el país, ubicando a
Chile entre los países más desiguales de la OCDE.
Y si bien en los últimos 13 años el Índice de Gini -uno de
los instrumentos que mide los niveles de desigualdad de ingresos- ha
experimentado una sostenida baja, la cifra aún está lejos de los estándares de
un país desarrollado.
El coeficiente de Gini es un número entre 0 y 1, en donde 0
se corresponde con la perfecta igualdad (todos tienen los mismos ingresos) y
donde el valor 1 se corresponde con la perfecta desigualdad (una persona tiene
todos los ingresos y los demás ninguno).
A modo de referencia, el Índice de Gini de la Unión Europea
es de 0,308; el de Noruega es 0,250; el de Estados Unidos es 0,415; el de
Uruguay es 0,380; y el de Brasil es 0,513. En el caso de Chile, según la
Encuesta Casen, mientras en 2006 el Índice de Gini era de 0,511, en los años
siguientes mostró una sostenida baja, hasta llegar a 0,493 en 2015, sin
embargo, en la última medición, en 2017, el Índice subió nuevamente para llegar
a 0,501, similar a Honduras.
De acuerdo al análisis por regiones realizado por el CER
Regional a partir de los datos de la Encuesta Casen, se observa que Ñuble, con
un índice de 0,473, similar a Singapur, se ubica bajo el promedio nacional, sin
embargo, hay otras nueve regiones que exhiben una menor desigualdad, mientras
que en los extremos de mayor desigualdad destacan la Región Metropolitana
(0,507) y la Región de La Araucanía (0,503), similares a Ruanda, Panamá y
Colombia.
Al revisar los datos de la Región de Ñuble elaborados por el
CER Regional, se tiene que la Provincia de Punilla tiene los menores niveles de
desigualdad, con un Gini de 0,425, mientras que Diguillín se ubica en el otro
extremo, con 0,485.
Asimismo, a nivel comunal destacan Quillón (0,574), similar
a Zambia; y Ninhue (0,530) como las más des-iguales, mientras que aquellas con
un Índice de Gini más bajo son Coihueco (0,373) y Ñiquén (0,374), similar a
Rusia y Lituania. El investigador Renato Segura, director del CER Regional,
aclaró sin embargo, que los datos desagregados a nivel comunal “no tienen
significancia estadística, la validez es muestral y no poblacional”.
Precariedad
“Paradojalmente, producto de la brutal brecha de ingresos
que revela el país, un Gini bajo da cuenta de la precarización del mercado
laboral. La precarización de los hogares ha sido uno de los gérmenes del
profundo malestar social. Para una generación de personas, muchas de ellas
profesionales, el sistema les prometía un futuro mejor. Los hogares jugaron
todas las fichas en la educación de sus hijos. Sin embargo, el mercado laboral
no respondió como muchos esperaban (el bajo índice Gini da cuenta de esa
realidad). Los menores ingresos a los esperados generaron un aumento del nivel
de endeudamiento de los hogares, la calidad de vida se precarizó (hogares con
muchos bienes, pero con dificultades para llegar a fin de mes, por el
endeudamiento que generó la adquisición de dichos bienes y la baja correspondencia
con el mayor ingreso esperado)”, explicó Segura.
Consultado por la situación de Quillón, que figura como la
comuna con mayor desigualdad de la región, el investigador sostuvo que “Quillón
es una zona que ha desarrollado su potencial turístico. Fruto del desarrollo de
la micro y pequeña empresa, muchos hogares han aumentado considerablemente su
ingreso, aumentando la brecha respecto de los hogares más rezagados, lo que se
refleja en el índice de Gini”.
Desigualdad urbano-rural
La región también conoce de las desigualdades que se
observan en el mundo rural respecto del urbano, que se manifiestan no solo en
materia de ingresos, sino que también respecto del acceso a servicios básicos
de calidad, como salud, educación y conectividad.
“Curiosamente, la menor desigualdad de ingresos de los
hogares rurales hace menos crítica la calidad de vida respecto de los hogares
urbanos. Aquí, nuevamente el sistema social comete un error fatal. En lugar de
dignificar la vida rural, el sistema productivo y de desarrollo del país ha
concentrado el progreso del país en la infraestructura urbana y la producción
de commodities en la apropiación de territorio rural. En este ambiente, la
migración hacia zonas urbanas (especialmente de los más jóvenes) en búsqueda de
mejores oportunidades, precariza aún más la vida rural y de la población que
optó por migrar”.
Ingreso de las familias
Los bajos ingresos que perciben los trabajadores y los hogares
de Ñuble en comparación con las demás regiones del país ubica a la nueva región
en una posición rezagada, de hecho, la Casen 2017 la confirmó como la segunda
región más pobre de Chile, con una tasa de 16,1%; y la que muestra el ingreso del
trabajo promedio del hogar más bajo del país, con $450.967, versus el promedio
nacional de $776.999.Según la Fundación Sol, con datos de la misma Encuesta
Casen 2017, un 70% de los trabajadores de Ñuble percibe un ingreso líquido
mensual igual o inferior a $350 mil, en circunstancias que un 70% de los
trabajadores del país percibe un ingreso líquido igual o inferior a $500 mil. Lo
anterior ha llevado a que los subsidios y transferencias del Estado cumplan un
rol importante en los ingresos de las familias de Ñuble.
“Esto da cuenta de la precarización del mercado laboral de
Ñuble. Los ingresos laborales no son suficientes para que las personas
renuncien a los subsidios y beneficios del Estado. Esto genera un círculo
vicioso, toda vez que se generan incentivos para no participar del mercado
laboral, lo que distorsiona las cifras de desempleo y estimula la inmigración
de extranjeros a cubrir los puestos de trabajo que los trabajadores locales
rechazan. La presión sobre la política social aumenta, los hogares mantienen
una precaria calidad de vida, aumentando el descontento social”.
Frente a esta preocupación, el director del CER Regional
reflexionó que “tengo la convicción que, con los mismos recursos y haciendo las
cosas en forma diferente, se puede avanzar mucho en tener un modelo de sociedad
más justo. Me consta que en al menos el 30% del gasto fiscal se generan
ineficiencias. Me consta que las imperfecciones del mercado generan un
gigantesco costo social al sistema económico chileno. Si se mejora la eficiencia
técnica, económica y social del gasto fiscal y se intervienen los mercados con
imperfecciones, el desarrollo económico del territorio se hará cada vez más
visible y se acallarán genuinamente los desgarradores gritos de un pueblo que
clama por mayor justicia social”.
Cambio de agenda
Para el decano de la Facultad de Ciencias Empresariales de
la Universidad del Bío-Bío (FACE UBB), Benito Umaña, “el indicador de la región
es una buena noticia o al menos es mejor noticia que a nivel país,
efectivamente en mi opinión la desigualdad a nivel de la región no es algo tan
acentuada como lo es a nivel de Santiago, donde se ha llegado a niveles
extremos, las manifestaciones han sido un termómetro de ello. En ese sentido,
en las ciudades más grandes las manifestaciones han sido más intensas”.
Para el académico, conviene poner atención en que el Gini de
Ñuble también podría ser entendido como una mayor igualdad en la pobreza. “Es
un punto interesante, por esa razón hay que mirar más indicadores, no uno solo,
para la política pública”, postuló. En cuanto a la ruralidad, Umaña expresó que
“no creo que podamos asimilar ruralidad con desigualdad, aunque no soy experto
en el tema; Ñuble es rural y debemos abordarlo como oportunidad. Lo rural
requiere enfrentarlo con descentralización de poder político y económico, y
para ello la inversión es clave, pero hay que definir en forma estratégica qué
inversiones, con una estrategia regional, pero también hay que formular
estrategias provinciales y comunales, todo en línea con la estrategia regional.
El problema que tenemos es que las estrategias o no existen
o si existen, no son vinculantes”.
“La agenda cambió, lamentablemente no fuimos proactivos,
fuimos reactivos. Pasó antes con los pingüinos, la agenda la puso el movimiento
social, no los líderes, eso demuestra una falta de sintonía con la realidad
enorme”, dijo el decano de la FACE, y reconoció que la agenda está abriéndose
de nuevo. En cuanto a las soluciones, apuntó a la necesidad de hacer reformas
tributarias para financiar medidas redistributivas y también poner atención en
las rentas municipales y en el Fondo Común Municipal también como una herramienta
redistributiva.
“En todo el movimiento social se habla poco de
descentralización, hay que acordarse de las regiones”, acotó. Umaña sostuvo que
la tarea debe apuntar a que la desigual-dad de ingresos no debe ser sinónimo de
desigualdad de oportunidades. “Debe existir una mirada integral, una agenda de
corto y de largo plazo, donde la educación es clave (…) En Ñuble no solo hay que
invertir en lo físico, como caminos y puentes, también en capital humano”.
En materia tributaria, el académico subrayó que las opciones
están abiertas, donde no se debe descartar poner el acento en impuestos
pro-gresivos, como el impuesto a la renta, y bajar la presión a impuestos
regresivos, como el IVA.
“Se habla también de un impuesto negativo, es decir, pagarle
impuestos a las per-sonas con menores ingresos”, una medida que ha sido
destacada por su eficiencia, ya que no requiere de mayor burocracia (sería
administrada por el Servicio de Impuestos Internos) y que al entregarse solo a
los trabajadores formales, estimula el empleo. Para avanzar hacia allá,
puntualizó el académico, “se requiere voluntad política”.
Tags
REGIONES