Entre tapillas y suelas ... el Maestro "Tin"


Agustin Pradenas, “El Maestro Tin”, lleva 50 años arreglando zapatos y ha visto cambiar los hábitos, los gustos y la calidad de los zapatos en este medio siglo de trabajo.
Su taller está ubicado en General Venegas 218, ya es parte del paisaje urbano. Comenzó hace 50 años en el oficio del zapatero. Llegó a San Carlos desde el sector de Torrecillas. Con el paso de los años ha visto no solo cambiar los hábitos, los gustos , sino principalmente la calidad de los zapatos que hoy se confeccionan y se usan en nuestro país: “Antes era imposible imaginarse un zapato que no fuera cosido… hacíamos zapatos de huaso, zapatos de seguridad, todo tipo de zapatos, todos absolutamente todos, eran cocidos y pegados… ahora la mayoría de la gente que viene a traer trabajos, vienen para coser sus zapatos. Desde que llegó el zapato chino, que ha disminuido el trabajo, mucha gente prefiere comprarse un zapato y no mandarlo a arreglar” nos dice el “Maestro Tin”.
Comenzó en su oficio de zapatero el año 1976, había salido hace algunos meses de su servicio militar, trabajó en un principio como nochero en industrias cercanas a San Carlos y un buen dia, vió en una vitrina del centro de San Carlos, en la antigua fábrica “Calmany”, un aviso pegado en la vitrina del local de ventas “Se necesita ayudantes de zapatero”…”Nos presentamos con mi hermano Antonio –nos cuenta- él quedó trabajando y yo seguí insistiendo, hasta que un buen dia me contrataron para hacer aseo en la fábrica Calmany, en un par de meses hacía mi trabajo de aseo y me dedicaba a mirar a los maestros.  Comencé ayudando a hacer plantillas, luego me dieron la pega de “emplantillador”, ahí aprendí a coser y luego de un tiempo me sumé a hacer trabajo… en ese tiempo éramos 15 maestros, hacíamos zapatos de huaso, de seguridad, para las plantas de acá y de otras comunas… había muchísimo trabajo, hasta que nuestro patrón quebró, no por falta de trabajo, sino por desordenes administrativos y contables, ahí nos independizamos con  mi hermano y nos instalamos acá…” relata con la calma de quien cuenta su vida, con la tranquilidad del trabajo bien hecho.
“Los mejores meses son abril y mayo, la gente compra zapatos a sus hijos para la escuela, como sólo vienen pegados , comienzan a tener problemas y los mandan a coser. Esos meses no paro de trabajar desde las 7.30 de la mañana hasta las 11 de la noche, tengo muchísimo trabajo. A pesar que durante el año el trabajo no es tan intenso, yo al menos no me puedo quejar, siempre tengo trabajo, no me puedo quejar –insiste-“
La mayor parte del trabajo hoy tiene que ver con el cosido de plantas, y cambio de tapillas, las mujeres son las principales clientes.

Dejamos al “Maestro Tin” cosiendo y emplantillando unos enormes zapatos café, en medio de estanterías llenas de zapatos por “arreglar y por entregar”. Nos despedimos con la certeza de haber compartido con un hombre con mil historias que contar y con un mundo de zapatos de cientos de clientes que lo vienen a visitar por años, muchos de estos clientes han transmitido el dato de donde arreglar sus zapatos a sus nietos, y estos ya son parte también de la historia de este zapatero con 50 años de experiencia.

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