Agustin Pradenas, “El Maestro
Tin”, lleva 50 años arreglando zapatos y ha visto cambiar los hábitos, los
gustos y la calidad de los zapatos en este medio siglo de trabajo.
Comenzó en su oficio de zapatero
el año 1976, había salido hace algunos meses de su servicio militar, trabajó en
un principio como nochero en industrias cercanas a San Carlos y un buen dia,
vió en una vitrina del centro de San Carlos, en la antigua fábrica “Calmany”,
un aviso pegado en la vitrina del local de ventas “Se necesita ayudantes de
zapatero”…”Nos presentamos con mi hermano Antonio –nos cuenta- él quedó
trabajando y yo seguí insistiendo, hasta que un buen dia me contrataron para
hacer aseo en la fábrica Calmany, en un par de meses hacía mi trabajo de aseo y
me dedicaba a mirar a los maestros. Comencé
ayudando a hacer plantillas, luego me dieron la pega de “emplantillador”, ahí
aprendí a coser y luego de un tiempo me sumé a hacer trabajo… en ese tiempo éramos
15 maestros, hacíamos zapatos de huaso, de seguridad, para las plantas de acá y
de otras comunas… había muchísimo trabajo, hasta que nuestro patrón quebró, no
por falta de trabajo, sino por desordenes administrativos y contables, ahí nos
independizamos con mi hermano y nos
instalamos acá…” relata con la calma de quien cuenta su vida, con la
tranquilidad del trabajo bien hecho.
“Los mejores meses son abril y
mayo, la gente compra zapatos a sus hijos para la escuela, como sólo vienen
pegados , comienzan a tener problemas y los mandan a coser. Esos meses no paro
de trabajar desde las 7.30 de la mañana hasta las 11 de la noche, tengo
muchísimo trabajo. A pesar que durante el año el trabajo no es tan intenso, yo
al menos no me puedo quejar, siempre tengo trabajo, no me puedo quejar
–insiste-“
La mayor parte del trabajo hoy
tiene que ver con el cosido de plantas, y cambio de tapillas, las mujeres son
las principales clientes.
Dejamos al “Maestro Tin” cosiendo
y emplantillando unos enormes zapatos café, en medio de estanterías llenas de
zapatos por “arreglar y por entregar”. Nos despedimos con la certeza de haber
compartido con un hombre con mil historias que contar y con un mundo de zapatos
de cientos de clientes que lo vienen a visitar por años, muchos de estos
clientes han transmitido el dato de donde arreglar sus zapatos a sus nietos, y
estos ya son parte también de la historia de este zapatero con 50 años de
experiencia.