REGIONES .- By Verónica Acuña Abril 23, 2019 Muchas de las agresiones ocurrieron en la casa parroquial. “Mi madre es muy católica y todavía lo es, desde chico nos llevaba a todos a la Sagrada Familia.
Empezamos a crecer y este cura -Arroyo- empezó a llegar a mi casa y para mi madre era como un dios, nunca pensamos que era un degenerado y como yo era uno de los mayores, en esa época tenía 15 años, me invitaba para la iglesia y yo participaba como acólito. Me dio confianza y me empezó a llevar a San Fabián de Alico, porque a él lo trasladaron a ese pueblo como párroco. En esa iglesia había una casa parroquial donde él vivía, pero nunca pensé que él iba con malas intenciones. Empezó a darme trago, whisky, cigarro. Yo no bebía ni fumaba en esos años. Abusaba de mí sexual-mente, con sexo oral y besos con lengua. Yo lo que atinaba era solamente a llorar, llorar, llorar, nada más”, ese es parte del relato de Patricio, un hombre de 50 años, quien denunció como el exsacerdote Juan Alberto Arroyo lo habría, presuntamente, abusado y violando en distintas oportunidades cuando era menor de edad durante la década de los 70.
Quien comentó además, según detalla el diario La Discusión, que “al otro día en la mañana también hacía lo mismo antes de ir a ejercer su trabajo. Yo me quedaba todo el día encerrado en la casa parroquial de San Fabián. En esos años esto pasaba los fines de semana y las vacaciones, no hallaba la hora de que él me trajera a Chillán, cuando me traía yo con miedo no les decía nada a mis padres, y volvíamos el fin de semana. Mi mamá no sabía, no captaba nada”, detalló el afectado, quien denunció en varias oportunidades lo ocurrió sin tener una respuesta por parte de la iglesia.
Agresiones sexuales que habrían ocurrido fuera de la región, ya que en una oportunidad se trasladaron a San Bernando, en Santiago: “Viajamos toda la noche en su auto. Había otros curas, todos eran rubios y estaban con niños. Estuvimos un fin de semana, a cada cual le asignaron una pieza, en la mía había una cama nomás, el cura esa noche abusó toda la noche de mí, sexo oral, me penetró también, yo lo apartaba porque me dolía. Antes de eso tenían una mesa llena de maní y se reían ellos y hablaban en su idioma porque había cuatro curas extranjeros más Arroyo. Esa noche nos dieron un vaso de whisky a cada uno sin bebida, y yo fui el segundo que me fui a acostar y quedaron los otros curas conversando con los otros niños. Fueron tres noches de suplicio ahí. Al tercer día, el domingo, fuimos al centro y me compró un terno, que después boté en Chillán”.
Cabe señalar que la familia de Patricio entregó dos cartas donde denunciaba los hechos. La primera a mediados de los noventas, cuando la madre envió una carta al obispo Alberto Jara, quien estaba a cargo de la Diócesis, y la segunda fue entregada por su hermana en la época de Carlos Pellegrin, pero nunca obtuvieron una respuesta.
Señalando además que las cartas fueron enviadas luego de que él contara lo ocurrido. “Él me alcoholizó, yo no era alcohólico, cada vez que tomaba me acordaba y gritaba que me había violado, entonces mi familia mandó estas cartas para que lo echaran de la Iglesia. Al exobispo Jara, a él le fue entregada la carta de mi madre en Chillán y la hicieron desaparecer, pero él sabe que la carta existió y el sacerdote Luis Concha también sabe, esas dos cartas existieron para sacar a ese cura, pero no se hizo nada”.
Cabe destacar que la víctima decidió contar lo ocurrido luego de que el sacerdote en cuestión lo llamara para amenazarlo. “Me decidí porque vi que ya había un poco de apoyo al denunciar esto y además, este señor Arroyo hizo una llamada telefónica amenazándome de que estaba listo el cementerio para mí”, allí el decidió interponer la denuncia ante la PDI por amenazas de muerte.