Farmacias
aumentaron ventas de marcas propias en reemplazo de productos más baratos, que
dejan un menor margen comercial.
En marzo, los
senadores Guido Girardi (PPD), Carolina Goic (DC), Manuel Ossandón (RN), Fulvio
Rossi (PS) y Andrés Zaldívar (DC) propusieron un proyecto para modificar
numerosos artículos de esta ley, aumentando de paso las regulaciones en el
mercado de medicamentos bioequivalentes, que están reemplazando paulatinamente
a los genéricos. Además, pretenden evitar lo que llaman "integración
vertical de laboratorios y farmacias".
Aunque por ahora no
tiene urgencia, la tramitación de esta iniciativa podría acelerarse en los
próximos meses, si la Ley 20.724, tal como está, desata también un malestar
colectivo.
"Los males que
esta ley pretendía corregir no sólo no desaparecieron, sino que se
agravaron", dijo el presidente de la Asociación de Farmacias
Independientes (AFFI), Héctor Rojas. En el primer año de vigencia de este
cuerpo legal, agregó, "han aumentado las distorsiones, afectando
directamente a los consumidores y lo que es peor, los precios de los
medicamentos han subido 40% en promedio".
El dirigente acusa
que, poco a poco, han ido desapareciendo de las farmacias los medicamentos genéricos,
que tradicionalmente han sido la salvación para los pacientes de menores
ingresos. Cita los casos de algunos productos como el Timolol, Liotironina,
Aluminio Hidróxido, Alopurinol, Fluoxetina y el Propiltiouracilo. "Lo peor
del caso es que estos medicamentos se usan para combatir enfermedades crónicas
y son los pacientes de menores recursos los que están dejando de consumirlos,
con las consecuencias inevitables de una menor calidad de vida para
ellos", sostuvo Rojas.
Añadió que si
aquellos pacientes quieren seguir con el tratamiento, "tienen que estar en
condiciones de reemplazar esos medicamentos por alguno de marca, que cuesta
hasta diez veces más".
Apostó la moto y ganó
Rojas contó que
cuando la ley estaba a punto de ser aprobada, "aposté mi moto Harley
Davidson a que los precios iban a subir. Como se puede ver, gané la apuesta y
mantengo la motocicleta".
Otro efecto de esta
ley se observa en el ámbito del retail farmacéutico, con una marcada tendencia
a la concentración. Esto, porque a medida que van dejando de lado los genéricos
(debido al estrecho margen de comercialización), las tres mayores cadenas de
farmacias están aumentando la oferta de marcas propias, lo que de paso ha
alarmado a los fabricantes tradicionales: los laboratorios.
Según los senadores
que proponen cambiar la ley, las tres grandes cadenas de farmacias del país
(Ahumada, Cruz Verde y Salcobrand) han aumentado sus ingresos por venta de
productos con marcas propias en 100%, en comparación con el incremento de 40,5%
de los flujos que reciben por vender remedios genéricos. "Si bien estos
últimos han aumentado de precio, ha caído el número de unidades vendidas,
porque su valor unitario es significativamente inferior al de los otros
fármacos, lo que explica el menor crecimiento y el notorio menor interés de las
farmacias para comercializar estos productos".
¿Cómo se llegó a esta situación?
Según el
vicepresidente ejecutivo de la Cámara de Innovación Farmacéutica, Jean Jacques
Duhart, se conjugaron tres factores: primero, algunas fallas y ambigüedades que
quedaron en el texto de la ley, como por ejemplo, en el artículo 101, que no
precisa adecuadamente la manera como los médicos deben prescribir los
medicamentos alternativos, en este caso bioequivalentes; segundo, las
expectativas equivocadas que anunciaron los impulsores de esta ley al prometer
que los precios iban a bajar; tercero, el retraso de las autoridades para
dictar el nuevo reglamento sanitario que debe acompañar la aplicación de esta
ley; y por último, "la falta de capacidad de gestión de las entidades
públicas para arbitrar medidas que tiendan a corregir las distorsiones del
mercado".
Junto con lo
anterior, el ejecutivo dice que desde el Ministerio de Salud no han surgido los
incentivos apropiados para estimular la compra y distribución de un mayor
volumen de bioequivalentes genéricos. Así, por ejemplo, dice que la Central
Nacional de Abastecimiento (Cenabast) no ha generado una demanda por este tipo
de productos, porque se mantiene aferrada al antiguo requisito del menor precio
en sus adquisiciones, factor que pondera el 70%, respecto de otros atributos
para adjudicar los contratos.
Costos de certificación
Los conocedores de
este mercado sabían que la promesa de la baja de precios no se cumpliría, al
menos en el corto y mediano plazo. Esto, porque el procedimiento para que un
remedio genérico pase de esta categoría a la de bioequivalente, requiere de una
fuerte inversión, en dos fases: primero, la de certificación, y segundo, la de
producción. En este último caso, porque se obliga a los fabricantes
(laboratorios) a invertir en nuevas líneas de producción. Por lo tanto,
"es lógico que al pasar de genérico a bioequivalente, ese mismo fármaco
suba de precio", sostiene Héctor Rojas.
Aunque esto también
lo sabían las autoridades de Salud del gobierno anterior, encabezadas por el ex
ministro de Salud Jaime Mañalich, quien fue el principal impulsor de la Ley
20.724, se aclara que la anunciada promesa de la baja de precios se hizo al
hacer el ejercicio comparativo entre los medicamentos originales y sus
respectivas copias de marca, descartando por tanto que la comparación se
hiciera entre los originales y los genéricos. Por lo tanto, la baja
correspondería a un punto intermedio entre el producto original, que
corresponde al precio tope, y el genérico, que está en el piso del precio.
Según las
estadísticas del Instituto de Salud Pública (ISP), a marzo pasado se habían
certificado 642 medicamentos como bioequivalentes, 293 de los cuales entraron
en esta categoría después del 14 de febrero pasado, cuando entró en vigencia la
Ley 20.724. De esto se deduce que la cota del precio en el mercado subió en
esta misma proporción, porque por esta vía los fabricantes absorben los mayores
costos de producción.
Según Jean Jacques
Duhart, en la mayoría de los países que han aplicado normas de bioequivalencia
se han producido alzas de precios, por un periodo de entre ocho a diez años,
periodo en que se produce un ajuste paulatino en el mercado, para luego dar
paso a una competencia de manera más homogénea y, con ello, a una baja de
precios.
Tres atributos
Duhart subraya que
el principal objetivo de la bioequivalencia en los medicamentos "no es la
baja de precios, sino el aseguramiento de la calidad de éstos y quienes
sostengan lo contrario, están equivocados, o persiguen otros fines". Añade
que la Organización Mundial de la Salud (OMS) prescribe que los atributos
fundamentales que deben tener los medicamentos son: demostrar su eficacia terapéutica,
garantizar seguridad en el uso para los pacientes y procurar la mayor calidad
posible en la producción de éstos.
Duhart destaca que
el Estado, a través de una agencia especializada (que en el caso de Chile
debiera ser la futura Agencia Nacional de Medicamentos, Anamed), debe ser la
entidad que vele para que se cumpla esta tríada de atributos.
Agrega que el
objetivo de convertir a los genéricos en bioequivalentes genéricos es
precisamente para que se cumplan esos tres atributos, "dado que tal como
lo ha establecido incluso la Fiscalía Nacional Económica, ‘en Chile los
medicamentos genéricos son solo equivalentes farmacéuticos', esto es, que
cuentan con el mismo principio activo y dosis que el producto original de
referencia, pero no necesariamente cuentan con estudios que acrediten una
eficacia terapéutica similar a la del medicamento original".
Luego, puntualiza
que en Chile van a pasar varios años antes de que los llamados genéricos, como
también las copias (marcas propias y similares) "garanticen una plena
seguridad de uso a los pacientes, tal como lo promueve la OMS".
Farmacias de barrio
Sin embargo, el
presidente de AFFI, Héctor Rojas, sostiene que para evitar alzas generalizadas
de precios, al pasar de genéricos a bioequivalentes, "debiéramos seguir
otra recomendación de la OMS, que es que cuando un producto lleva más de 15
años en el mercado —vendiéndose sin problemas— debiera certificarse
automáticamente como bioequivalente".
De paso, Rojas
lanza sus reparos hacia el proyecto de reforma legal que propusieron los
parlamentarios, encabezados por Guido Girardi. Entre otras cosas porque
"no apunta a combatir en el fondo la integración vertical en el mercado
farmacéutico y porque perjudica a las farmacias chicas, de barrio, al
obligarlas a instalar góndolas para vender los medicamentos que no requieren
recetas, ya que no tienen el espacio suficiente y son permanentes víctimas de
robo".
Por Hugo Traslaviña