La situación de los
perros callejeros y la situación de los Casinos Populares, han pasado a
ser problema sin solución. A lo largo y
ancho de nuestro país, estos y otros muchos temas no han podido ser resueltos y
han pasado a constituirse en un verdadero zapato chino.
Somos un país
joven, es cierto, apenas tenemos poco más de 200 años, cuestión que nos limita
en muchos casos, principalmente porque estamos aprendiendo a ser una sociedad
organizada. Pero esta situación nos pasa la cuenta de vez en cuando, por la
propia inexperiencia, por la poca precaución y a ratos también por el actuar
apresurado.
En lo referido a
las máquinas de juego, ha sido imposible dilucidar cuando hablamos de máquinas
de destreza y cuando hablamos de máquinas de azar. Una cuestión aparentemente
simple, ha complicado enormemente decisiones administrativas y ha llevado a
acciones judiciales en distintos puntos del país.
Resoluciones
judiciales en contra de dueños de
negocios de máquinas de juego y también resoluciones judiciales y de
Contraloría han resuelto en favor de los Casinos Populares. El punto aquí, es
qué hace tan complejo una definición, en torno a un negocio que requiere
enormes recursos financieros a quienes invierten en dicha actividad comercial y
que a la vez ha significado importantes recursos via permisos municipales que
van en directo beneficio de las arcas fiscales.
Es bueno hacer un
poco de memoria, somos un país amnésico por excelencia, a ratos porque queremos
olvidar y a ratos porque tenemos memoria corta. En nuestro caso particular,
recuerdo claramente cuando el municipio de San Carlos anunciaba por todos los
medios, que había resuelto, “luego de un largo estudio y de conocer la realidad
en la ciudad de Chillán, creando una normativa que regulará el funcionamiento
de locales con máquinas de juego”. Solo a modo de, por entonces se peleaban
públicamente la autoría de la normativa correspondiente el Alcalde en ejercicio
y el concejal Guzmán, cierro paréntesis.
Qué ocurrió en el
intertanto… que pasó en estos años, luego que se cacareara a diestra y
siniestra la normativa municipal, casi como un hallazgo científico. La
proliferación de lugares de juego, el enriquecimiento de algunos dueños de
manera explosiva, las acusaciones de manipulación de máquinas, del
empobrecimiento de hombres y mujeres que dejan cada moneda tratando de ganar
algunas otras… en fin.
Ha pasado mucha
agua bajo el puente, pero lo que no se ha explicado convenientemente hasta hoy,
es cuál es la razón legal que limita el funcionamiento o que derechamente
impide el funcionamiento de estos locales de juego, luego que una inversión
millonaria por parte de sus dueños. Porque hasta ahora que se sepa, la
Contraloría ha estimado abusivos los decretos municipales que impiden el
funcionamiento de dichos locales.
Me pregunto si hoy
será el tiempo de explicar, por parte de
nuestras autoridades, porqué se tomó una medida en favor del funcionamiento
hace algunos años y hoy quienes han invertido en este negocio pasan a ser
enemigos públicos de la sociedad y son categorizados prácticamente como seres
gansteriles que lucran con el dolor ajeno.
Los que ayer se
pelearon públicamente la autoría de la normativa regulatoria de salas de juego,
hoy deben explicar claramente porqué se han dado una vuelta de carnero, tan
evidente como grosera.
Si se trata de
cerrar los salones de juego porque significan el despilfarro de parte de
“jugadores ilusos”, esta sola justificación atenta abiertamente contra la
libertad individual de elegir de cualquier ciudadano. Si es esta la
justificación, entonces debiera prohibirse la venta de azúcar a los diabéticos,
el consumo de alcohol a los alcohólicos… en fin.
La normativa que
por entonces se alardeó públicamente, al parecer y dada la evidencia, estuvo
mal diseñada y debe tener responsables que asuman su autoría, principalmente
porque motivó una actividad comercial que hoy se dice está viciada y en contra
de la ley.
Es tiempo de asumir
responsabilidades frente a muchos que confiaron en invertir en una actividad
comercial más y pasaron a constituirse, como ya he dicho, en enemigos de la sociedad.
Cuestión que a todas luces me parece tremendamente injusta.
Atentamente,
“Kako” Navarrete.
Luis Humberto
Navarrete
9.443.913-2