No podemos ser extraños entre tanta belleza

COMENTARIO:

Escribe: Mario Iván San Martín Aliaga
Recién acabe de concluir la temporada de caza y, a diferencia de años anteriores este año por lo menos unas 5 000 aves lograron “salvarse”,ya que los tradicionales campeonatos de caza esta vez no se realizaron en la zona de San Carlos.

Lo grave de todo esto es que aparte de los cazadores regulares, aquellos que tienen sus armas inscritas, que cancelan impuestos y tienen un carné de caza otorgado por el SAG, además, recorren los campos los llamados cazadores furtivos que, sin ningún miramiento disparan sus escopetas con cuantas especie de aves se cruza en su camino, ya no eliminan tórtolas y perdices solamente, sino que disparan contra todas las aves que viven al aire libre. Grupos de sujetos que amparados en una pseudo actividad deportiva llegan en buses desde la zona de Concepción y otros puntos, para eliminar nuestra avifauna, aprovechándose que el control (SAG y Carabineros) no siempre es tan efectivo como se desea.

Dentro de las actividades turísticas y donde europeos y americanos se trasladan de un punto a otro en diferentes zonas del mundo, está la denominada observación de pájaros. Camuflados y catalogo en mano los gringos observan el vuelo de las aves y sus colores para luego guardar esa imagen en fotografías. Esas jornadas les lleva largas horas de estar juntos a los ríos y cerca de los nidos donde las aves llegan a dormir. Hace dos años tuve la oportunidad de conocer un bus acondicionado para este fin y aun grupos de turistas que, con sus binoculares se maravillaban de nuestro majestuoso cóndor que sobrevuela los contrafuertes cordilleranos, puntualmente en Los Puquios, más arriba de San Fabián.

Es que en nuestros cielos de Ñuble habita el diminuto picaflor chileno, verde tornasolado, con sus incansables alas. Aquí se puede ver al majestuoso aguilucho, al veloz cernícalo, al agorero tué-tué, al confiado zorzal, las tecas que imitan sonidos, las loicas con su pecho rojo, o el queltehue que anuncia lluvias. Y en las lagunas, aves acuáticas como: el Huala, el yeco, el Caiquén, el pato Juarjual, el Pato Jergón o el pato real. Lamentablemente debido a la facilidad con que pueden ser cazados, se observan cada vez en menor cantidad. Sin contar con las miles de municiones de plomo en las aguas, metal prohíbo en muchos países por su contaminación.

Mientras unos depredan, matan nuestras aves, rompen cercos, alambradas dejando a su paso envases , bolsas de plástico etc., otros disfrutan contemplando, agradecidos y admirados, las maravillas de la naturaleza: el cielo de Ñuble con sus nubes algodón, el agua cristalina que corre por los ríos Ñuble y Perquilauquén. Los árboles, las flores , los nidos y se alegran al escuchar el trino de las aves.

Dedico estas líneas a los niños que no comprenden porque a veces actuamos tan erradamente y se comprometen con “sus hermanos menores”, las aves y animales. Reconozco aquí la sensibilidad del agricultor que prohíbe la caza en sus campos y que cuida y protege el medioambiente.¡ No podemos ser extraños en medio de tanta belleza natural!

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