Uvas en Navidad

del ritual de las “12 de la suerte” al snack fresco que suma color y salud

La tradición nacida en España y popularizada a comienzos del siglo XX convirtió a la uva en un símbolo de buenos augurios para despedir el año. Hoy, además de protagonizar el clásico ritual de las “12 uvas de la suerte”, la fruta se consolida como un ingrediente versátil, festivo y saludable en las mesas de diciembre.

En las semanas previas a Navidad, las uvas reaparecen en la cocina familiar con una ventaja difícil de igualar: son festivas sin esfuerzo. Brillan en una fuente de frutas, realzan una tabla de quesos, refrescan ensaladas y, al filo de Año Nuevo, se transforman en protagonistas de un rito que cruza fronteras y generaciones: comer 12 uvas al compás de las campanadas para atraer prosperidad.

Origen de la costumbre

La historia más documentada sitúa el origen de la tradición en 1909, cuando una cosecha excepcional en Alicante obligó a los productores a buscar salida al excedente. La iniciativa derivó en la venta de “paquetes” de 12 uvas que, asociadas a la idea de fortuna, se popularizaron rápidamente.
Otras versiones apuntan a fines del siglo XIX, cuando en Madrid grupos populares imitaban en tono satírico las celebraciones aristocráticas con champaña y uvas en la Puerta del Sol. Con el tiempo, el gesto se estandarizó: 12 uvas, una por cada mes del año.

Aunque el rito se asocia principalmente a Nochevieja, la costumbre de incluir uvas en las celebraciones navideñas viene de antes. En muchos hogares hispanos, la fruta llega a la mesa por tradición, disponibilidad estacional y valor simbólico como alimento de celebración y abundancia.

Una industria global en movimiento

Detrás de esta escena hogareña hay un mercado de alcance mundial. La Organización Internacional de la Viña y el Vino (OIV) estimó que en 2024 la producción global de uva de mesa alcanzó 33,3 millones de toneladas, un aumento de 3,4% respecto del año anterior, impulsado principalmente por China.

Los mayores productores son China (14,2 millones de toneladas), India (3,2), Egipto (1,8), Turquía (1,8) y Uzbekistán (1,4), que en conjunto concentran dos tercios del total global.
En paralelo, el informe World Markets and Trade del USDA proyectó para 2024/25 una producción mundial de 28,9 millones de toneladas y exportaciones por 3,9 millones, con mayores envíos desde Perú y China. Las diferencias entre estimaciones responden a metodologías y períodos comparativos distintos.

Sudamérica aporta sabor

En el hemisferio sur, Perú y Chile refuerzan su protagonismo con mayores suministros y rendimientos, según el USDA. Mientras en el norte se compran uvas para las fiestas de invierno, en los campos del sur estas se cosechan precisamente para abastecer ese “momento festivo”.

La temporada de exportación coincide con diciembre y enero, lo que convierte a la uva en una embajadora natural de las celebraciones. “Las uvas de California están disponibles desde ahora hasta enero”, destacó recientemente Ian LeMay, presidente de la California Table Grape Commission, quien subrayó el desafío de consolidar la marca como sinónimo de “calidad, sabor y seguridad”.

Entre tradición, salud y sencillez

A la carga cultural se suman sus atractivos nutricionales. Según la guía del programa SNAP-Ed del USDA, una taza de uvas (92 g) aporta 62 calorías, cerca de 1 gramo de fibra y vitamina C. Además, contiene polifenoles —como el resveratrol, presente en variedades rojas y moradas—, investigados por su potencial beneficio cardiovascular.

Más allá de los estudios, la mejor razón para tener uvas en la mesa navideña quizá sea la más simple: están listas para servir, gustan a niños y adultos, combinan con platos dulces o salados y añaden color natural a cualquier celebración.
Y si, además, se aprovechan las campanadas para cumplir el ritual de las doce uvas, mejor hacerlo con una fruta firme, fresca y sin golpes… para que el brindis llegue a tiempo con la última campanada.

Fuente: Diariofruticola.cl 

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