Investigadores españoles descubren que la dieta mediterránea puede reducir hasta un 75% los síntomas de la psoriasis en solo 16 semanas.
Un ensayo clínico en Madrid con 38 adultos con psoriasis
leve a moderada demostró que seguir una dieta mediterránea durante 16 semanas
redujo los síntomas en un 75% en casi la mitad de los participantes.
Dieta mediterránea: mejora visible en psoriasis.
- Reducción de inflamación en 16 semanas.
- Hasta 75 % menos síntomas en casi la mitad de los casos.
- Mejora en calidad de vida, sueño y ansiedad.
- Enlace entre alimentación y enfermedades inflamatorias crónicas.
- La dieta mediterránea mejora los síntomas de la psoriasis hasta en un 75 %
La psoriasis no tiene cura, pero los resultados de un
reciente ensayo clínico aportan esperanza a quienes conviven con esta
enfermedad crónica de la piel. La investigación, liderada por el Hospital
Universitario Ramón y Cajal de Madrid, confirmó que seguir una dieta
mediterránea puede reducir notablemente la severidad de los síntomas, además de
mejorar el bienestar general de los pacientes.
Más que una dieta, una herramienta terapéutica
Aunque ya se conocían los efectos positivos de la dieta
mediterránea sobre la salud cardiovascular y metabólica, muy pocos estudios
clínicos habían explorado su impacto directo en enfermedades inflamatorias como
la psoriasis. Esta afección autoinmune, que afecta a más de 125 millones de
personas en todo el mundo, no solo causa lesiones en la piel: también se asocia
con un mayor riesgo de diabetes tipo 2, obesidad y enfermedades
cardiovasculares.
Lo que diferencia a este estudio, conocido como MEDIPSO, es
su enfoque clínico controlado y su duración de 16 semanas. Los investigadores
reclutaron a 38 adultos con psoriasis leve o moderada, y los dividieron en dos
grupos: uno siguió una dieta baja en grasas y el otro, una dieta mediterránea
guiada por nutricionistas y reforzada con aceite de oliva virgen extra.
Resultados clínicamente relevantes
Los resultados fueron claros. Casi la mitad de los
participantes (47,4 %) que siguieron la dieta mediterránea lograron una
reducción del 75 % en la severidad de su psoriasis, medida a través del índice
PASI. En contraste, el grupo de control prácticamente no mostró cambios.
Además, este grupo también presentó mejoras en parámetros
metabólicos, como la reducción de la hemoglobina glucosilada, marcador clave en
la prevención de la diabetes. A nivel subjetivo, los participantes reportaron
mejor calidad del sueño, menos ansiedad y un mayor bienestar general.
Todo esto sin necesidad de cambiar su tratamiento tópico
habitual. Es decir, la alimentación funcionó como un complemento, no como un
sustituto.
¿Qué tiene la dieta mediterránea que funciona?
La clave está en su composición. Esta dieta es rica en
alimentos de origen vegetal, como frutas, verduras, legumbres, frutos secos y
cereales integrales. También incluye grasas saludables (principalmente aceite
de oliva virgen extra), pescado azul, hierbas aromáticas y un consumo moderado
de productos animales.
Los investigadores atribuyen los efectos positivos a la alta
carga de antioxidantes y compuestos antiinflamatorios: vitaminas como la C, E y
betacarotenos, además de polifenoles, que ayudan a reducir el estrés oxidativo
y a modular la respuesta inflamatoria del organismo.
Estos compuestos no solo actúan sobre la piel, sino también
sobre el intestino, el sistema nervioso y el sistema inmunológico, lo que
explica los beneficios observados a nivel integral.
Contexto actual: una oportunidad que trasciende la piel
Este hallazgo llega en un momento clave. La dieta
mediterránea fue declarada Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad por
la UNESCO, y numerosos países del Mediterráneo están promoviendo su
recuperación frente a los hábitos alimentarios ultraprocesados, cada vez más
extendidos.
En España, por ejemplo, el Ministerio de Sanidad ha
impulsado campañas para fomentar el consumo de alimentos frescos y reducir el
azúcar y las grasas saturadas. Además, algunos sistemas de salud europeos están
empezando a incorporar asesoría nutricional en el manejo de enfermedades
crónicas, reconociendo que la alimentación no es solo prevención, sino también
tratamiento.
Fuente: ecoinventos.com