El mundo agrícola de los hombres de campo, han quedado retrasado en el proceso del mejoramiento de las condiciones de vida en relación al mundo urbano, el acceso a condiciones de vida bastante más favorables, se han hecho a costa del mundo rural y del trabajo agrícola productora alimento barato y, que no ha recibido en reciprocidad, la parte que le corresponde en el desarrollo del país y del aumento de la renta nacional.
Fenómenos que obedecen a numerosos factores, en términos generales, por la poca acción del Estado y compromiso político, han faltado escuelas, servicios médicos, caminos, seguridad, viviendas, sistemas crediticios a largo plazo que los tiene el sector urbano e industrial.
Que nuestra agricultura se haya mantenido en un ritmo de crecimiento, si bien no satisface todas las necesidades nacionales, no es comparativamente baja y con rendimientos de nivel mundial, habla muy bien de la capacidad y del esfuerzo de nuestros hombres de campo, porque la acción del Estado a la agricultura ha sido escasa y, en muchos aspectos, contraproducentes.
Las obras de regadío en todo el territorio agrícola para incrementar las producciones, han sido escasísimas por parte del Estado y las que se han hecho, es por los agricultores, como los 300 mil kilómetros de canales y mantenidos por las asociaciones de canalistas sin costo para el Estado.
Los sistemas de comercialización han arrebatado a los agricultores una parte desproporcionada del valor de sus producciones y, por encima de todo aquello, los precios políticos han desalentado a los agricultores para hacer mayores inversiones.
Con datos oficiales se puede comprobar fácilmente que, donde ha habido, aunque escasos estímulos adecuados, la agricultura y los hombres de campo, han respondido con fuerte aumento en la productividad.
La verdad está a la vista de todos, pero, algunos no la quieren ver por la pasión política, desidia o intereses creados.
Los agricultores chilenos, los hombres de campo, han sido esforzados y laboriosos, que han perseguido más que su lucro personal, el mejoramiento de sus campos supliendo con su propia iniciativa y recursos la falta de acción del Estado y que han hecho lo imposible por mejorar la suerte de sus trabajadores.
Como ha sido habitual hasta nuestros días, las penurias de los hombres de campo y la vida rural, es desconocida por la subcultura citadina de las grandes ciudades y la capital de Chile, que es donde está el poder político, social y económico y que se lleva la mayor proporción de la renta nacional y, que es donde se toman las grandes decisiones políticas que inciden en la agricultura y más de las veces, a esperalta de ella.
Hoy día la agricultura pasa una profunda crisis y en vía a ser permanente, el horizonte se ve oscuro.
Los valores que se pagan por los productos agrícolas a precios irrisorios y que no se traspasan al consumidor, lamentable, sumado a costos insostenibles, la mediana y pequeña agricultura no tiene expectativas, “los bueyes se van a echar".
Las consecuencias las pagaremos los hombres de campo, sus colaboradores y nuestras familias, con la enorme dificultad de educar medianamente a nuestros hijos, que ha de ser la herencia que les podemos dejar por responsabilidad, en un mundo cada vez más exigente de profesionales preparados para el Chile del futuro. -
Alfredo Schmidt Vivanco
Ingeniero Agrónomo