A sus 65 años, Rubén Pérez Cerda sigue trabajando con energías en el campo y se atreve a innovar, incorporando tecnología y nuevos conocimientos.
Este pequeño productor del sector Paredones de Auquinco, comuna de Chépica, el año pasado se adjudicó un proyecto PDI GORE (Programa de Desarrollo de Inversiones), que le permitió financiar una parte del dron que adquirió para aplicar agroquímicos en sus cultivos.
“Yo había visto el funcionamiento del dron –indicó- cuando observé cómo lo operaba una persona que se dedica a prestar servicios con este tipo de vehículos aéreos no motorizados y que se manejan con control remoto. Me gustó, porque no hay que andar con el tractor y no hay que andar metido en el barro en tiempo de invierno para aplicar productos. Me gustó esta tecnología y cuando se dio la oportunidad de postular a un proyecto (PDI GORE) postulé a un dron. Costó 15 millones de pesos. Obtuve un subsidio de 5 millones, pedí un crédito de 4,2 millones y el resto lo puse yo”.
Agregó que “primero me pasaron un dron chico, tipo juguete, para practicar. Después llegó el dron, algo que nunca había usado. Uno de mis yernos me apoyó un poco al principio y de ahí he seguido avanzando y aprendiendo. Anteriormente compré una máquina cosechadora de maní que me ha dado muy buenos resultados. A mí me gusta innovar. Hay que cambiar, no siempre lo mismo, para mejorar la vida de uno”.
Pérez nació en Chépica y hasta los 40 años “trabajé apatronado con un tío, con quien aprendí a la labor agrícola. Después seguí solo, me compré un camioncito y empecé a trabajar y a progresar. Le di educación a mis tres hijas, que son todas profesionales”.
Añadió que no tiene tierra propia, por lo que debe arrendar, “ponerle capital al suelo, hacer producir la tierra y que me queden utilidades. Tengo zapallos, maní, cebollas, maíz, de todo un poco. Me ha resultado, me ha ido bien y lo que produzco lo guardo. La guarda me ha hecho ganar plata, porque siempre los productos después tienen otro valor, más alto”.
Puntualizó que tiene tres hectáreas de maní; la cosecha es en marzo y su producción es de entre dos mil a 2.500 kilos de maní. Aseguró que “me gusta mucho la agricultura, me da tranquilidad y libertad, no tengo que estar dependiendo de nadie. Mi esposa (Viviana Jara) me ayuda en algunas labores agrícolas”.