Hermanos formaron cooperativa familiar Nuke Mapu y venden lechugas orgánicas


Son cuatro hermanos y estudiaron distintas carreras, pero a la hora de ejercer optaron por regresar al campo y seguir el ejemplo de su padre, Martín Salamanca, que entre los años 80 y 90 llegó a ser uno de los productores de papa más conocidos en Puerto Natales, la pequeña localidad turística y puerta de entrada al Parque Nacional Torres del Paine, en la Región de Magallanes.

“Empecé con 10 bolsas de papas y coseché 30. Y me quedó gustando. Después sembré 75 bolsas y coseché mil”, cuenta don Martín (75), hurgueteando historias del pasado, sin disimular el orgullo que siente al ver que sus hijos hoy son el relevo en las tareas de un campo cada vez más envejecido.

Dice que sus papas nunca se escarchaban y que recorría varios kilómetros a pie comercializando lo que la tierra le daba. “Andaba puerta por puerta vendiendo las papas y por eso todos me conocen. A mis hijos les digo que hay que tener paciencia en la agricultura y así van a llegar lejos”, aconseja.

Antaño, la fuerza de los brazos y la buena suerte eran las principales herramientas para enfrentar el adverso clima de la Patagonia. Aun así, existía una agricultura de calidad, principalmente al aire libre. Hoy, el desafío es perpetuarla por el bien del planeta y la alimentación y esto sin los jóvenes es impensado de hacer.

“Trabajar el campo como lo hacíamos nosotros es muy sacrificado, más cuando no se cuenta con tecnología, pero hoy los jóvenes buscan nuevas formas para hacer más práctica y activa la producción. Y es importante que cuenten con el apoyo de maquinarias y de instituciones públicas”, precisa don Martín. 

Ñuke Mapu

Vigilados por los cerros Dorotea y Prat, los hermanos Salamanca Ascencio establecieron un vínculo fuerte con la naturaleza y no quieren poner límite a sus sueños. Ya piensan en una granja educativa y en generar espacios sociales para que sus ventas tengan un componente educativo.


Sumaron la herencia de media hectárea que les dejaron sus padres a cada uno para aumentar la producción y formaron la cooperativa Ñuke Mapu (Madre Tierra), un pequeño imperio hortícola en el que la lechuga es la estrella principal. Se trata de un producto 100% orgánico que venden al por mayor en negocios y supermercados de barrio de Puerto Natales.

“En la escuela y la universidad te enseñan a competir, pero en la agricultura no, uno aprende a cooperar. También hemos aprendido de otros agricultores. Tenemos la experiencia de nuestros padres y hoy el acercamiento a la tecnología, que lo ha hecho todo más rápido, pero sin dejar de lado las costumbres del pasado”, explica Martín hijo (34).

En un comienzo hicieron abono sintético y se dieron cuenta que degradaba un poco el suelo, así que dieron un vistazo a la historia y se decidieron por la producción orgánica, con lombricultura, recolección de hojas en invierno y abonos de guano de ovejas y gallinas.

“Con la pandemia la gente se dio cuenta que tenía una fuerte dependencia alimentaria y puso sus ojos en la agricultura. La mayoría de nosotros debería ser capaz de sembrar su propio alimento y no depender tanto de otros o de un supermercado. Deberíamos ser más soberanos en ese sentido. Hemos notado que muchos jóvenes tienen esta inquietud y se acercan a consultarnos”, asegura Martín.

Nirmia (36) es otra de las socias de la cooperativa familiar. Cambió el periodismo por la agricultura, en un encantamiento que fue lento y reflexivo, porque de niña veía el sacrificio de sus padres, al punto que le hizo “la cruz” al trabajo en la tierra. Pero como un cuento de Hans Christian Andersen, la historia mutó cuando nació su hijo, y al tiempo que él disfrutaba de los juegos al aire libre, ella comenzó a enamorarse de la tierra y a descubrir una oportunidad de negocio.

“La gente anhela comer hortalizas frescas y acá todavía existe una gran demanda insatisfecha. Por eso nos asociamos entre hermanos, y como a ninguno de nosotros le gusta tener un jefe, la idea prendió rápido”, cuenta la joven agricultora.

En Magallanes la agricultura local apenas logra satisfacer el 25% de la demanda hortícola, y baja a un 12% si se suman todo tipo de verduras, muchas de las cuales ni siquiera se pueden producir en la zona por las condiciones climáticas.

La cooperativa Ñuke Mapu está integrada por Martín Salamanca, su esposa Ximena Ascencio y los hermanos Nirmia y Martín Salamanca, y Maryory y Jorge Ascencio.

Asociarse para crecer

La cooperativa en poco tiempo de vida ya cosecha varios logros que están a la vista: una sala de germinación, un vivero calefaccionado, maquinarias, cinco invernaderos que en total suman 2.200 metros cuadrados y un furgón para el reparto de las hortalizas, adquirido con fondos propios y de INDAP.

“Queremos abrirnos a nuevos socios que tengan nuestra misma visión y en una proyección a futuro esperamos tener un local y vender directamente a la comunidad para que los productos lleguen más baratos. También deseamos retomar proyectos sociales y culturales que me acerquen más a mi área (periodismo) y desarrollar una granja educativa”, dice Nirmia.

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