AGRO.- (comunicado).- En medio de los cerros de Combarbalá,
que dejan ver los severos daños que ha causado la prolongada sequía, se
encuentra el emprendimiento de Carlos Vega,
a quien su amor por el campo lo
mantiene firme realizando lo que ha sido su única forma de vida: la
agricultura.
El pequeño productor lleva más de cuatro décadas cultivando
frutas y hortalizas en el sector Pama Bajo, labor que heredó de su padre. “Yo
creo que voy a morir acá. Soy agricultor porque conozco el oficio desde chico.
Mi papá lo hacía y yo lo seguí. Me gusta la tranquilidad del campo. Aquí nadie
molesta y en la noche es bonito dormir sin bulla”, dice.
Usuario de INDAP, Vega lucha hoy contra los embates de la
escasez hídrica y es consciente de que el manejo de sus siembras debe ser
acorde a su disponibilidad de agua. Pese a todo, su predio continúa dando vida
a melones tuna, tomates y sandías de la variedad Klondike, la que según comenta
“es de gran dulzor”.
El desafío para este hombre de campo hoy es alivianar el
costo del riego y hacerlo mucho más eficiente, “ya que es lo ideal para mí es
seguir desarrollando la agricultura en esta zona del secano”.
Vega vive junto a su esposa, quien es la encargada de
comercializar, en su negocio familiar, los productos cosechados en el predio,
los que van variando según la temporada, pero que independiente de eso son
reconocidos en la zona por sus características naturales.
Como este matrimonio son varios los pequeños productores agrícolas
que cada día siguen, con gran valentía, tratando de sacar adelante sus
negocios pese a las adversidades del clima, esfuerzo que ha contado con el
permanente acompañamiento de INDAP.
Hace más de 15 años que Vega es usuario de la institución,
que lo acoge en su programa PADIS. Esto le ha permitido obtener, entre otros
proyectos, un sombreadero de 280 metros cuadrados de malla antiáfido, que le
ayuda a evitar plagas y a obtener una mejor sanidad vegetal, así como también a
reducir el golpe del sol y el viento y los requerimientos hídricos.
Para el director de INDAP Coquimbo, José Sepúlveda, este
productor tomó el camino correcto para hacer agricultura en el secano: la
eficiencia de riego. “Él trabaja con riego tecnificado, el que ha podido
fortalecer gracias a créditos de nuestra institución. Así financió la compra de
insumos y una bomba de impulsión. Y es increíble que produzca melones y sandías
en un sector tan golpeado por la sequía”.
Sepúlveda agrega que “justamente para seguir apoyando a
Carlos y a más usuarios con programas de riego, INDAP cuenta este año con un
presupuesto histórico de más de $1.400 millones”.
Meditando sobre su labor, Vega dice que quiere que más
personas vean con sus propios ojos lo que es hacer agricultura en un lugar tan
inhóspito y donde parece casi imposible. “Los dejo a todos invitados para que
vengan a conocer Pama Bajo, en Combarbalá”, dice, mientras admira lo que ha
logrado con su esfuerzo y dedicación.
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