AGRO.- ( Julio Díaz Bórquez - INDAP).- Cuando Maritza Paillaleve (52) piensa en todo
lo que ha logrado gracias a su esfuerzo, a su espíritu emprendedor y al apoyo
que encontró en INDAP,
que la ayudó a cumplir sus sueños, no puede dejar de
emocionarse y sentirse orgullosa: Partió vendiendo queso en su casa, a orillas de
la ruta W-246, en el sector Pumillahue de la comuna de Ancud y hoy tiene el
emprendimiento Agroturismo Ballena Azul, que ofrece gastronomía típica,
alojamiento y camping y que cada año es visitado por cientos de turistas que
llegan a conocer la magia del Archipiélago de Chiloé.
Ancuditana de nacimiento, Maritza se estableció hace 35 años
a Pumillahue junto a su marido, Enrique Altamirano, para dedicarse a cultivar
hortalizas y producir leche en un terreno familiar de 17 hectáreas. “Siempre
trabajamos para intermediarios -comenta-, hasta que se me ocurrió poner un
letrero en la puerta de mi casa ofreciendo el queso que hacíamos. Ahí comenzó a
cambiar todo”.
“Los turistas paraban a comprar los quesos, pero después
comenzaron a pedirme pan amasado y también leche. Otros pedían permiso para
quedarse y yo les decía que acamparan donde quisieran, nunca les cobraba nada.
En 2010 se me iluminó la ampolleta y empezamos a construir una rukita pequeña
para dar café, leche, queso y huevos. Eso era lo mío”, recuerda.
Luego pensaron en poner buenos baños y duchas, “lo básico”,
y así fue naciendo el negocio, “de a poco, sin perder el hilo del turismo
rural, ya que es algo que va de la mano con nuestro trabajo como agricultores”.
Actualmente Maritza tiene tres habitaciones habilitadas en
su hogar para dar hospedaje, una zona de camping, una caballa para cuatro
personas, un fogón y un restaurante para 70 comensales, su joyita, que fue
ampliando y mejorando desde 2011, donde ofrece empanadas de queso con loco,
merluza, pejerreyes, carnes de cerdo y vacuno, mariscos y curantos a pedido.
Según la emprendedora, en los nueve años que se ha dedicado
al turismo rural han crecido más que en los 25 en que trabajó exclusivamente
como agricultora, ya que “ahora podemos vender el fruto de nuestro esfuerzo,
los quesos, la leche, papas y hortalizas, a mejor precio. Con mi esposo nos
levantamos a las 5 de la mañana para ordeñar las vacas. Después yo voy a abrir
el local y él hace el queso y luego se va a las pingüineras de Puñihuil, donde
es capitán de una embarcación”.
El nombre de su negocio, Ballena Azul, no es antojadizo: “La
idea nació porque en 2005 varó en la playa un ballenato de 18 metros de largo
que actualmente está en el Museo de Ancud, y además se pueden avistar estos
cetáceos desde mi predio, en el océano y la bahía. Cuando tuve que ponerle
nombre al emprendimiento me dije que no podía ser el mío, que Ballena Azul era
mucho mejor”.
En lo personal, estos años dedicada al turismo rural han
sido muy provechosos para Maritza: “Ha sido impactante. Yo amo lo que hago, las
labores de campo y recibir y atender grupos de visitantes.
Me encanta. Siempre
trato de perfeccionarme para los nuevos desafíos que plantean los clientes. Por
ejemplo, hay que ir manejando otros idiomas, porque recibimos muchos turistas
extranjeros. También están los temas contables y ahora, con la modernidad,
internet. Para mí, superarme es un desafío constante, en lo personal y en lo
económico”.
Teléfono: +56 9 9558 9878
Correo: MARITZAPAILLALEVE@GMAIL.COM
Facebook: AGROTURISMO BALLENA AZUL
Instagram: @AGROTURISMOBALLENAAZUL
Tags
AGRO