AGRO.- (Indap).- Yanina Osorio (34), pequeña ganadera de la
comuna de San Esteban ha logrado salir adelante con esfuerzo y una voluntad de
hierro que la ha acompañado desde siempre. Hoy enfrenta la sequía que azota a
la Región de Valparaíso con un proyecto de modernización de su sistema
productivo que la llevó a cambiar la alimentación de sus animales.
Su infancia no fue fácil. Siendo la mayor de cuatro
hermanos, debió dejar atrás la niñez y ponerse a trabajar en el campo para
ayudar a la economía familiar. Hizo de todo, desde vender papas y choclos en la
feria hasta limpiar acequias y corrales. También fue temporera en las cosechas
de duraznos, pero siempre se las arregló para no dejar de ir al colegio. “Yo
desde chica tenía metas y no iba a dejar que el destino me doblegara. Quería
continuar trabajando en el campo, como mis abuelos”, dice sin evitar
emocionarse.
A los 18 años Yanina dejó la casa familiar para desempeñarse
como maestra de cocina en centros turísticos y casinos mineros de la zona,
hasta que se aburrió de trabajar apatronada y regresó al campo para dedicarse
en cuerpo y alma al rubro ganadero. Con la plata que juntó lo primero que hizo
fue comprar un novillo, animal que luego cambió por una vaca preñada. “Siempre
tuve suerte en los negocios”, comenta.
El Programa de Desarrollo Local (Prodesal) de INDAP le
permitió dar un nuevo impulso al negocio familiar (que integran su marido y su
hija Anahís) y hace siete años dio un giro productivo que le ha permitido
enfrentar de buena forma la crisis hídrica. Dejó la crianza tradicional de
ganado, que involucra el traslado de animales a pastar a los cerros (sistema
invernada-veranada), y optó por el sistema de estabulado (en establo), lo que
permite un mayor control de su alimentación, peso, reproducción y sanidad.
“A través de un proyecto Joven & Rural de INDAP me
adjudiqué una asesoría especializada para la alimentación de los animales. Un
profesional me adaptó una dieta para mi ganado y con eso hemos logrado
criarlos. Ahora tienen mejor calidad y un precio final más elevado para el
consumo, además que se acorta el ciclo del sistema productivo. Aquí se hace una
crianza feliz. Todo lo que se produce lo vendemos sin químicos ni anabólicos,
lo más sano que se pueda”, afirma.
Proteínas y minerales
Alfalfa, pelón de almendra, harinilla, afrecho, maíz e
incluso restos de pasas conforman ahora parte de la alimentación del ganado, la
que se da en raciones determinadas para asegurar un correcto aporte de
proteínas y minerales. Esto va acompañado de un manejo técnico que incorpora,
entre otras cosas, un registro diario del peso y condición general del animal.
“Tener los animales estabulados ya es algo nuevo para la
gente de campo. Al principio se invierte, pero después se pueden ver resultados
gratificantes y se aseguran animales con buena condición corporal y sanos que
van a llegar a buen peso, sin que la sequía los afecte mayormente”, cuenta
Yanina.
Las bodegas para guardar el grano, los galpones para el
forraje y los cobertizos para los animales han sido parte de los proyectos que
se ha adjudicado esta ganadera a través de INDAP: “Ha sido un apoyo
fundamental. Agradezco el que puedan confiar en la gente joven e invito a otros
productores a que se atrevan. Es bonito mantener las tradiciones del campo y
vivirlo es algo especial”.
Además de ganado bovino, esta productora mantiene ovejas,
conejos, burros, gansos, gallinas y patos, los que conforman una ejemplar
granja sustentable. “A mí me gustó desde que era muy pequeña. Mi papá trabajaba
en engorda de animales y tuve la oportunidad de dedicarme a esto. Mi tema era
siempre el campo, nunca emigrar a la ciudad”, afirma.
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