La miel enfrenta su peor temporada en cuatro décadas

AGRICULTURA .- By revista del campo/El Mercurio   Junio 11, 2019  Aunque no existen cifras oficiales de la producción nacional, se estima que este año solo llegaría al 40% de una cosecha normal,

debido a condiciones climáticas adversas durante el verano. A ello se suma un mercado internacional lento y con precios bajos.

La fuerte caída en el volumen de producción de miel de este año fue una amarga sorpresa para los apicultores, tanto en el sur como en la zona central. Si bien no esperaban una cosecha tan abundante como la de 2018 —que, según estiman, fue hasta 30% superior a la de un año normal—, tampoco esperaban una baja tan brusca para 2019, que ha llevado a que califiquen esta temporada como la peor de los últimos cuarenta años.

“En los 37 años que llevo en este rubro no recuerdo haber visto una situación general, en esta zona de 1.200 kilómetros, entre la Región Metropolitana y Los Lagos, con una producción que fuese en promedio 50% a 40% más baja que un año normal”, afirma desde Valdivia Juan Eduardo Henríquez, gerente de la cooperativa Apicoop, que al año acopia unas 2.100 toneladas de miel entre sus 160 cooperados y algunos proveedores externos.

Si bien no existen estadísticas oficiales del volumen de producción de miel en el país ni por regiones, en Odepa confirman que las cifras de exportación muestran una tendencia similar a la proyección de los apicultores y organizaciones gremiales.

“Las cifras de exportación a abril de 2019 señalan que el volumen de envíos ha caído 58% y el valor, 64% respecto de la misma fecha de 2018. En cuanto al volumen, la caída es coherente con las estimaciones de los apicultores, quienes señalan una cosecha de miel equivalente al 40% de un año normal”, afirman desde Odepa.



Un verano adverso

Como la miel chilena se obtiene principalmente de bosques silvestres y nativos, uno de los factores determinantes para la disminución de la cosecha fueron las condiciones climáticas desfavorables durante el verano, que es la época de floración de muchas especies, lo que hizo que las abejas tuvieran menos néctar disponible.

“Todos nos fuimos sorprendiendo en la medida que iba avanzando el verano. Teníamos mejores expectativas, porque en noviembre y diciembre había llovido, no estaba seco, pero eso no compensó el nivel de temperaturas que hubo en enero, con máximas muy altas y vientos cálidos”, comenta la gerenta del Consorcio Apícola, Paulina Cáceres.

También recuerda que, durante febrero, al salir a recorrer las colmenas en las cercanías de Valdivia, ya comenzó a notar que la cosecha venía pobre, porque aun cuando veía flores en los ulmos —una de las principales especies de la zona para la producción de miel—, eran poco abundantes respecto de un año normal, y las colmenas tenían menos néctar.

“Después, al traer los marcos a las salas de cosecha, vino la confirmación. En promedio, obtuvimos entre 30% y 50% de lo esperado, y en la zona puede haber casos incluso peores. Es decir, una caída de hasta 70% en la cosecha de miel de bosque nativo”, dice.

Lo inusual de este año ha sido que la baja en la producción es generalizada en el país, ya que en otras temporadas se daba que había problemas en la zona central o en el sur, pero no en toda el área productiva de Chile, que se extiende entre las regiones de Valparaíso y Los Lagos, con una mayor concentración en O'Higgins, Maule y Biobío.

En Apicoop, donde reúnen a apicultores desde Melipilla a la Isla Grande de Chiloé, Juan Eduardo Henríquez estima que la baja fue de entre 60% y 65% a nivel nacional, y consideran que en ello también habrían influido eventos climáticos puntuales.

“Tiendo a pensar que la caída no necesariamente fue por falta de agua, sino que más bien por una suma de fenómenos, como heladas extemporáneas, la caída de granizos en la VI Región y temperaturas superiores a los 35 grados en la zona sur… Ese nivel de temperatura y de radiación sin duda que perjudicó a la flora melífera que venía en camino”, plantea.



Precios deprimidos

La menor producción tampoco se ha traducido en un alza de precios para la miel, porque a nivel internacional el sector no pasa por un buen momento, y enfrenta un ciclo de precios bajos desde el año pasado, afectado por la comercialización de mieles de menor valor —provenientes principalmente de Asia, donde China es el mayor exportador mundial (ver infografía)— y de stocks más altos en Europa, el principal comprador.

“Hay factores productivos, como la gran producción que tuvo Europa el año pasado, que ellos califican como el mejor año del cual tengan memoria, que se sumó a una sobreoferta de otros países, lo que hacía prever que se iba a producir una baja de precios. Eso nos llevó a levantar una alerta, pero no fue atendida por los pequeños apicultores y muchos hoy están sobreendeudados, porque esos menores precios eran sobrellevables en la medida que tuviéramos producción, y no fue así”, explica Juan Eduardo Henríquez.

A nivel global, en Odepa indican que si bien los precios internacionales habían repuntado levemente el año pasado, desde unos US$ 2,96 a US$ 3,44 por kilo, en el último trimestre de 2018 volvieron a caer bajo los US$ 3, lo que se ha mantenido este año, según los exportadores, con valores en torno a unos US$ 2,8 por kilo puesto en Europa.

“La caída del valor está relacionada con la baja internacional del precio de la miel, por efecto de casos no resueltos de triangulación de origen y falsificación de miel, principales problemas del comercio internacional de este alimento”, advierten desde el organismo estatal.

Aunque no se ha podido demostrar científicamente que exista una adulteración o falsificación de mieles a nivel internacional, en el sector indican que los bajos precios de la miel china es algo que sorprende y genera dudas, además de que para países como Chile se hace casi imposible competir.

Y es una situación que últimamente también afecta al mercado local, con la presencia de productos que se envasan en los mismos potes en que se suele vender la miel, pero que contienen mezclas con jarabes o edulcorantes, y que el consumidor compra pensando que es miel pura.

“Desde hace algunos años llevamos desarrollando una campaña nacional de consumo de miel, que considera educar al consumidor respecto de las características de la miel, y también incentivamos que ante la sospecha de comercialización de mieles falsas se realice la denuncia ante la Seremi de Salud correspondiente”, detalla la presidenta de la Red Apícola Nacional, Carol Acevedo, que reúne a 2.300 apicultores entre las regiones de Atacama y Aysén.



Agregar valor

Para hacer frente a temporadas difíciles como esta, una de las claves que plantean los apicultores es diferenciarse en la calidad o tipo de mieles, además de innovar y diversificar la producción dentro del rubro apícola.

Juan Pablo Molina, gerente de JPM Exportaciones, una de las principales exportadoras de miel del país, considera que una opción atractiva es la miel con certificaciones, ya que no solo acceden a mejores precios, sino que también tienen mejores oportunidades de comercialización en Europa, en un contexto de altos stocks.

“Un importador puede pagar entre 25% y 30% más por una miel orgánica, y es más fácil de comercializar también porque hay menos oferta y no compite con las mieles adulteradas… La certificación es algo muy importante hoy para diferenciarse en este rubro, por lo que nosotros también enviamos mieles certificadas con comercio justo y otras monoflorales”, indica, y proyecta que este año Chile exportará alrededor de seis mil toneladas de miel en total, por debajo de las ocho mil a diez mil toneladas que envía en años normales.

Con su empresa también ha explorado enviar miel envasada para el consumidor final a Estados Unidos y Asia —a Taiwán y Tailandia—, ya que hoy el 99% de los envíos chilenos va a granel a Europa.



Por otra parte, pensando en los pequeños productores, que suman buena parte de los 6.300 apicultores chilenos, Carol Acevedo plantea que la actividad no debe ser vista solo con la finalidad de producir miel, sino que también buscar otras opciones.

“Nuestro desafío es trabajar en la diversificación de la apicultura y poner a la colmena como generadora de productos y servicios, como cera, polen, propóleo, jalea real y polinización, además del material vivo”, dice. 

En esa línea, uno de los trabajos más avanzados lo realiza el Consorcio Apícola, que desde hace ocho años investiga cómo agregar valor a la producción, y que el año pasado ya lanzó una primera línea comercial en el área dermatológica, orientada al control del acné.

“Tenemos un jabón, un roll-on y un aceite regulador, y en el jabón estamos ocupando las mieles y propóleos seleccionados contra las bacterias que producen el acné. Ahora seguimos trabajando para desarrollar otras líneas con productos de alto estándar, como cápsulas nutracéuticas y otras líneas dermocosméticas, que pensamos lanzar el próximo año”, adelanta Paulina Cáceres.

985 mil colmenas hay declaradas en el país.

70% de la producción de miel va a la exportación.

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