El año viejo y el nuevo

Cuando es 31 de diciembre, todos comenzamos a mirar atrás y empezamos a realizar balances. Balances que de una u otra forma nos nutren

desde los aspectos más negativos, hasta los más fructíferos y enriquecedores que tuvimos que pasar en un año, años que cada vez pasan más rápidos, es cosa de pensar en el 2010, o en años anteriores para llegar a la misma conclusión: ¡Que rápido pasa el tiempo!.


En esta época de fin de año, es común que nos encontramos en redes sociales, con mensajes de despedida al año que se va y bienvenidas al año que entra, es común encontrarse con mensajes tales como “Gracias 2017” “2017, fuiste un buen año” o por el contrario “2017 termina pronto” o el típico “2018, sorpréndeme”

A la hora de realizar balances es importante pensar en los proyectos personales, familiares laborales, de negocio, de emprendimiento, o de cualquier índole que nos permitieron crecer como personas, como un mejor padre/madre, un mejor hijo/a, un mejor marido o esposa, pololo u otro, queriendo ser mejor que el año que dentro de pocas horas ya se termina. No existe duda alguna que durante 365 días suelen suceder eventos agradables y otros no tanto, sin embargo depende de nosotros mismos, con cuales nos quedamos y cuales tomamos la decisión de desecharlos; junto a ello la importancia de poder cerrar ciclos toma real relevancia al momento de comenzar otras nuevas etapas.

Otro aspecto importante al momento de realizar balances, es la “Gratitud”. El agradecimiento por lo positivo que nos sucedió este año que termina, es sin duda un proceso de autosanación y humidad con nosotros mismos, el agradecer por los momentos buenos nos permite valorar más aquello que tenemos --y no hablo desde lo material--, hablo desde aquello que tenemos y valoramos desde nuestro interior, el amor de los que nos rodean, el amor de nuestros seres queridos, el amor por las labores que hacemos para que éste mundo, sea un mundo mejor.

Es por eso que cuando esta noche, alcemos nuestras copas, para brindar por el viejo año, no olvidemos estas pequeñas cosas, el cerrar ciclos, el comienzo de nuevas etapas y la gratitud. Para que junto a ello, el año que entra, sea de verdad un año próspero, próspero en abundancia de amor, abundancia de felicidad, abundancia de tolerancia, y abundancia de experiencias gratificantes que nos hagan crecer como personas, para que en 365 días mas, estemos en la misma mesa y alzando las mismas copas, para agradecer nuevamente por lo vivido.
Porque de lo negativo se aprende y de lo positivo uno se nutre.

Con Cariño

Luis A. Sepúlveda Soto
Psicólogo

Comenta aquí!

Artículo Anterior Artículo Siguiente

نموذج الاتصال