Pymes agrícolas ven comercio justo como alternativa sostenible

Sistema fomenta relaciones comerciales basadas en un trato justo con proveedores, trabajadores y el medio ambiente.

Un grupo de 15 viñateros de Guarilihue, agobiados por los irrisorios precios que pagan los poderes compradores por la uva vinífera, que no alcanzan a cubrir ni siquiera los costos de producción, dio un salto relevante el año pasado, cuando se asociaron y comenzaron a vender su producción a la Viña Miguel Torres bajo la modalidad de “comercio justo” o “fair trade”, un concepto que va mucho más allá del marketing, sino que constituye una filosofía que apunta a la sostenibilidad ambiental y social, que poco a poco se abre paso en la agricultura familiar campesina de la Provincia de Ñuble, y constituye una oportunidad real de acceder a condiciones de comercialización más equitativas, con un trato justo para proveedores y trabajadores, en armonía con el medio ambiente.

Sin embargo, el modelo es efectivo solo en la medida que los consumidores estén dispuestos a pagar un “precio justo” por estos productos, tendencia que se observa con mayor fuerza en los países desarrollados, como Estados Unidos, Canadá y Europa.

Según explicó el seremi de Agricultura, Rodrigo García, “el comercio justo se basa en una relación comercial que se fundamenta en valores de respeto, transparencia y diálogo”, en que las agrupaciones que mantienen los estándares exigidos, reciben un sobreprecio también llamado delta o prima, que se paga al grupo de trabajadores.

“Como Secretaría Regional estamos promoviendo avanzar en la dirección de incentivar la incorporación de productores en comercio justo. Por ejemplo, observamos un potencial importante en los viñateros del Valle del Itata, que podrían acceder a estos mercados. Conocemos la experiencia de la Región del Maule, que les ha ido bastante bien, sabemos de productores de uvas similares a las del Itata que han aumentado el valor de la uva País de manera significativa”, expresó el seremi Rodrigo García.

De hecho, el convenio de programación suscrito este año entre el Ministerio de Agricultura y el Gobierno Regional del Bío Bío considera $455 millones destinados al Programa de innovación en la gestión de negocios silvoagropecuarios promoviendo el comercio justo y orgánico, ejecutado por Indap.

En Ñuble, donde su desarrollo es incipiente, las iniciativas de “comercio justo” se cicunscriben principalmente a productores de uva vinífera, de miel, de alimentos gourmet y a recolectores, pese a que existe un gran potencial en todos los rubros agropecuarios.

Andrés Castillo, director regional del Indap, planteó que “estas iniciativas son relativamente nuevas en la zona, son muy necesarias y muy buenas para los agricultores, sin embargo, no es tan fácil de digerir y masificar rápidamente, pero estamos en ese proceso”.

Consultado sobre la razón que explica el desarrollo en los sectores mencionados, explicó que ello ha respondido al interés de las empresas que compran a productores, como la Viña Miguel Torres, que compra uva en Coelemu, o la empresa multinacional Fairtrasa, que compra berries en la provincia de Arauco.

Conviene mencionar que el año pasado, Fairtrasa firmó un convenio de colaboración con con la Asociación de Municipios Laja-Diguillín, que apunta precisamente a prescindir de los intermediarios en la comercialización de los productos agrícolas en la zona, con el objetivo de exportar bajo la modalidad de comercio justo, con mejores precios para los productores.

Castillo añadió que a través de las alianzas productivas y las alianzas comerciales, Indap está apoyando a estas organizaciones de productores, acompañándolos en este proceso y entregando el financiamiento necesario, lo que permite avanzar hacia una producción sustentable en lo ambiental y en lo social.

Precisó que actualmente, el sistema abarca un grupo muy pequeño de productores en Ñuble, con partidas específicas, razón por la cual manifestó su esperanza de que el sistema crezca y más empresas se sumen, particularmente en el Valle del Itata, donde se observan debilidades en lo social, económico y ambiental, que hacen necesaria una preocupación especial, prueba de ello fue la declaración de Zona de Rezago por parte del Gobierno en marzo de este año.

Guarilihue y viña Miguel Torres
En el caso de los viñateros, la agrupación Moscin, de Guarilihue, vende parte de su producción de uva Moscatel a la Viña Miguel Torres, de Curicó, que con ella elabora el vino Días de Verano, que cuenta con el sello “Fair for life”, de comercio justo, entregado por la certificadora IMO.

Emulando los éxitos de este sistema en la Región del Maule, donde la Viña Miguel Torres compra la mayor parte de la materia prima, estos pequeños productores de Guarilihue, adoptaron los principios del “comercio justo” como una alternativa no solo para subsistir, sino que para invertir y crecer, lo que se tradujo en la implementación de medidas en seguridad laboral, buenas prácticas agrícolas y respeto al medio ambiente, entre otras áreas.

Domingo Arteaga, presidente de la sociedad Moscin Guarilihue S.A., creada en marzo de 2014, y que agrupa a 15 pequeños productores de dicho sector de Coelemu, recordó que en la temporada 2015 vendieron uva Moscatel a Miguel Torres a $220 por kilogramo, una cifra bastante superior a los $75 que pagaron en promedio los poderes compradores que se instalaron durante la vendimia en la zona.
Además, recibieron un premio o “prima”, que inviertieron en mejoras para las instalaciones productivas de los viñateros, que comenzaron a elaborar un vino con marca propia y se están preparando para obtener, además, una certificación orgánica.

“A nosotros nos exigió Miguel Torres crear la agrupación, y ha sido muy beneficiosa para todos, nos cambió la vida. Antes estábamos indefensos frente a los bajos precios que pagan las viñas de la zona central, y este año le vendimos 150 mil kilos de Moscatel y esperamos sumar 40 mil kilos de Cinsault el próximo año, cepa que este año se cotizó en apenas 50 pesos, lo que es muy bajo”, comentó Arteaga, quien precisó que los miembros de la agrupación son productores con predios muy pequeños, con superficies que oscilan entre las 0,5 y las 5 hectáreas, que dependen de la uva, y que en la vendimia no pagan por mano de obra, sino que trabajan de manera solidaria a través de los llamados “mingacos”.

Para subirse al carro, sin embargo, debieron obtener una certificación de “Comercio justo”, sello que otorgan tres empresas certificadoras en el país: IMO, WFTO y FLO-Cert.
“Nosotros lo hicimos con IMO, que es una empresa suiza con presencia en la zona, y el costo alcanzó los 3 millones de pesos, que pudimos financiar con recursos del Gobierno Regional, gestionados por Indap”, detalló.

Por su parte, Jaime Valderrama, gerente general de Miguel Torres Chile, sostuvo que la viña está trabajando con tres agrupaciones de productores, en Hualañé, en Cauquenes y en Coelemu.

“La idea de certificarnos se intensificó tras el terremoto de 2010. Desde ese momento hemos estado trabajando para concertar este proyecto, aunque Miguel Torres Chile incorporó hace muchos años algunas de las políticas clave que se tienen en cuenta en esta certificación; como pagar un precio por la uva que permita equilibrar la cadena de valor y en especial, proteger al agricultor, así como condiciones de trabajo dignas”, recordó el ejecutivo.

En ese sentido, agregó que “para la bodega es un orgullo haber logrado la certificación Fair trade de nuestra línea de vinos más grande –cerca del 60% de la producción-. Bajo esta consigna, pretendemos contribuir al desarrollo sostenible del campo chileno”.

Consultado sobre los beneficios que esto les ha reportado como empresa, manifestó que “la iniciativa responde especialmente a la responsabilidad social que implementamos para el mejor bienestar de nuestros colaboradores. Sin embargo, hay que destacar que hay mercados, como Suecia o Canadá, donde los consumidores son muy receptivos a los productos certificados”.
Y si bien reconoció que “hemos tenido que ser pacientes respecto de los tiempos; por ejemplo, para que los pequeños productores crean en este sistema y se agrupen”, destacó que “es un modelo que tiene bastantes perspectivas, ya que permite al pequeño agricultor organizarse para obtener mejores precios, mejor calidad de materia prima, asesorías técnicas, entre otros beneficios”.
mirando al exterior
En la Provincia de Ñuble, ProChile está trabajando junto a Indap con el objetivo de estimular a pequeños y medianos empresarios que forman parte del Programa de Agricultura Familiar Campesina, para que se capaciten, mejoren sus procesos y puedan comenzar a exportar, ya sea en forma individual o preferentemente asociativa, aprovechando la oportunidad que representa el “Comercio justo”.

La directora regional de ProChile, Sandra Ibáñez, destacó que dicho organismo “está trabajando en este tema debido al creciente interés, impacto y desarrollo que el sistema de Comercio justo está adquiriendo a nivel mundial y aceleradamente en el mercado doméstico. Lo anterior, unido al aumento de demanda por productos éticamente elaborados, con cadenas de valor sostenibles, que sean demostrables y con un perfil de consumidor cada vez más exigente, no solo en términos de calidad, sino que en cuanto a conciencia de impacto en lo social, laboral, productivo y medioambiental. Como dato referencial, seis de cada 10 consumidores en países desarrollados dicen haber visto o conocer alguna marca o sello de Comercio justo”. 

Afirmó que más allá del mayor valor que se obtiene por la producción, este modelo “es la diferencia que permite ingresar a un mercado y desarrollar una relación comercial sostenible en el tiempo”.
En ese contexto, los pequeños agricultores de la Provincia de Ñuble, con altos niveles de vulnerabilidad, son perfectos candidatos para asumir este desafío. Se trata de sectores que han conservado valiosas tradiciones del campo, pero que por diversas circunstancias, no han logrado desarrollarse. 

Ibáñez reconoció que si bien hoy la certificación tiene como objetivo la exportación, “sin duda que sería un gran logro que también los consumidores nacionales tomaran conciencia de la necesidad de retribuir en forma justa el esfuerzo de miles de pequeños campesinos y que prefirieran los productos que llevan el sello de Comercio justo. Para ello estamos trabajando en conjunto con la Subsecretaría de Economía en el desarrollo de este concepto a nivel nacional”.


Consultada respecto del trabajo de ProChile, subrayó que se está haciendo en coordinación con Indap para fomentar la asociatividad de los pequeños y medianos productores, que les permita comenzar a exportar. “Una de las primeras tareas es informarlos y capacitarlos. 

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