Llegó septiembre con su particular colorido y circunstancia.
Llegó como siempre con un sonido distinto y con el viento sur que invita al
volantín. También llegó para recordarnos viejos oficios.
En San Carlos, se ha visto cómo por estos días se han
incrementado los vendedores de banderas, que flamean por todos lados. Tantas
banderas como es posible imaginar. También como ya se ha venido haciendo costumbre,
los automovilistas adornan sus móviles con banderas chilenas.
En la antigua calle Angosta, hoy General Venegas, en el
número 376 se ubica uno de los “Mastileros” más tradicionales de la
ciudad. Con más de 35 años en el oficio.
Cada año son poco más de 50 mástiles para bandera que pasan por sus prodigiosas
manos. El Maestro Ramón Ramírez, trabaja con esmero y termina pintando los
mástiles que serán el soporte para la bandera chilena que cada casa lucirá en
las festividades dieciocheras.
Hombre de pocas palabras, consultado por su oficio mueblista
nos dice: “llevo poco más de 35 años en esto… sáquele fotos a los mástiles,
aquí lo importante no soy yo, aquí lo importante es lo que hago…”
La mueblería es un pequeño rincón artesanal, que durante
todo el año es el espacio propicio en donde surgen todo tipo de muebles y
puertas. Las más diversas restauraciones y muebles infantiles que nos recuerdan
el paso del tiempo. Aún es posible encontrar en navidad el típico caballito de
madera en que muchos galopamos en nuestra infancia, en que muchos remolimos giraron de
manera interminable.
El Maestro Ramírez es uno de aquellos mueblistas locales que
año tras año apuestan por la oferta de mástiles septembrinos, además durante el
año desarrollan todo su talento y todo su arte trayendo a la vida verdaderas obras
de arte en todo tipo de maderas, que son fiel reflejo del talento y la
experiencia de un mueblista y una tradición que se niega a desaparecer. Los
aires de septiembre, entre otras cosas también nos trae la figura del Maestro Ramírez
y sus mástiles de toda una vida.