El ícono de la
pantalla durante más de 30 años cuenta cómo es su vida lejos de ella, a cargo
de una trattoria, en pleno valle de Colchagua.
En Santa Cruz la
vida transcurre a ritmo pausado. Es por estos días una zona pujante, emergente
y atractiva. Su gente camina entre casas de adobe y la plaza principal es el
centro del pueblo, donde por cada 50 pasos se puede ir de la notaría al banco,
del banco al doctor, etc. A pocas cuadras de ese lugar de reunión está La
Famiglia de Santis, la trattoria de quien alguna vez fue considerado el hombre
ideal para la mujer chilena. Pilar Jorquera, la esposa de Carlos Cardoen, le
prestó la casa a César Antonio en comodato para instalar un restaurante de 350
metros cuadrados y 60 cubiertos.
Figura de la
televisión en tiempos de grandes estelares. Un hombre que decidió dejar el
ruido santiaguino para buscar una apacible vida.
No usa redes sociales,
su Instagram es una muralla del restaurante donde se pueden ver fotos con el
Papa Juan Pablo II, Julio Iglesias y varios de sus programas emblemáticos,
aunque afirma que no vive de recuerdos.
—Siempre fuiste
hermético, impenetrable en tu vida. ¿Sigues igual?
—Viví 40 años
escondido. Siempre fui muy celoso de mi vida privada, porque a nadie le
interesa. Yo no me meto en la vida privada de nadie.
—¿Era necesario?
—Era una necesidad
absoluta, porque cuando eres objeto de comentarios, especulaciones y falsas
noticias no es grato. Ser una persona conocida porque trabajaste en un medio te
obliga a tener cierta autoprotección.
—¿Valió la pena
tanto hermetismo?
—¡Absolutamente!
Fue lo mejor en ese momento. Recién abrí las puertas de mi casa ahora que vivo
fuera de Santiago. Mi familia es mi restaurante y no tengo por qué cerrarla. Al
contrario, ahora comparto, la gente me reconoce, me recuerdan cosas. Hay niños
que no tienen idea de quien soy yo y los papás los obligan a saludarme. A mí
encanta que no tengan idea de quien soy.
—¿Qué te trajo a
vivir al campo?
—Me viene a buscar
calidad de vida, arrancando de nuestra capital, que está viviendo días
complejos, poco gratos. Vine a cumplir un sueño que me llena el alma.
—¿Por qué el
restaurante?
—Porque nací en una
familia de emigrantes, donde nunca sobró nada, sólo cariño y amor, y siempre
hubo esfuerzos para lograr que fuéramos felices. La mesa es la familia, el
lugar en donde llegan todos. Se comparte, se pelea, se planifica, se celebra.
Alrededor de la mesa se hace la vida.
Directo al grano
—¿Te dejó la TV o
tú la dejaste?
—Yo la dejé varias
veces. En diversos momentos, a los 25, a los 35, a los 50. Nunca tuve una
dependencia de la televisión.
—¿De ningún tipo?
—Jamás. En ningún
sentido. Fue mi vida profundamente durante años, me preparé para ello, tuve
grandes satisfacciones, pero terminó.
—¿Qué tendría que
suceder para que volvieras?
—Imposible. No está
dentro mis prioridades para nada. Mira donde vivo, ¡qué maravilla!
—¿Pudiste
asegurarte la vida en tus años de TV?
—Trabajé en la
televisión cuando no era glamorosa, no se ganaba dinero, un camarógrafo ganaba
lo mismo que un animador. Un animador trabajaba tres veces al año y el
camarógrafo tenía un contrato permanente por un año entero. Esa era la
televisión universitaria en la que nací yo.
—¿No te ves en la
nueva industria?
—Las condiciones
que la televisión generó en los últimos 15 años —que son los que estoy fuera de
ella— no están en sintonía con mis principios valóricos, estéticos, éticos, y
hay un momento en que tú no puedes pasar por encima de esos valores, porque
además has logrado un compromiso con el público que no puedes traicionar. No
están, no existen las condiciones para que yo esté y eso lo entendí hace rato.
—¿Antes era mejor?
—No digo que la
televisión de antes sea más buena que la de ahora, la televisión es el reflejo
de un momento, de una sociedad y de un país. Si quieres saber cómo está un
país, cómo está viviendo, cómo se desarrolla, prende la TV. Lo que tenemos es
lo que merecemos.
—¿Qué hace hoy
César Antonio Santis en una noche de un martes 13 cualquiera?
—Probablemente esté
en el restaurante, con mi gente. Nos armamos nuestros propios estelares.
—Por años cargaste
el título de hombre ideal, incluso se publicó un estudio que decía que eso estaba
científicamente probado.
—Puro mito. No
tengo idea de cómo pusieron a prueba eso. Mis hijos me regalaron un cuadro con
esa nota, muertos de la risa. Tenía buena pinta, pero a mí me hubiese gustado
ser bueno para la pelota. En mis tiempos había que producirse, si ibas a
presentar a Julio Iglesias había que estar a la altura, no es que uno sólo
fuera mino o tirara pinta.
—¿Qué televisión ve
hoy César Antonio Santis?
—Mucha televisión
extranjera, veo la RAI, un canal lleno de contenido, estética, valores adaptados
al día de hoy. También veo TV inglesa, alemana, española y casi nada de
televisión local.
—¿Por qué?
—Porque no me
satisface, no me aporta, no me llega.
—¿Ni las noticias?
—Veo lo menos
posible porque te muestra una mirada de lo que está pasando en Santiago, que no
es exactamente lo que pasa en otros lugares de Chile. Santiago me fue empujando
hacia afuera y por eso estoy acá. Trato de contaminarme lo menos posible.
Incluyo además una serie de cosas que suceden en todo ámbito a nivel país y que
en Santiago se exacerban por el centralismo que tenemos. Todo se discute allá y
córtenla… Santiago no es Chile.
—¿Qué le dirías hoy
a la gente que trabaja en la televisión?
—Qué la tienen
difícil. Pero el talento y la economía son absolutamente compatibles. Cuándo
hay talento, hay respaldo.
—Acabas de cumplir
68 años...
—Me da exactamente
lo mismo. Cumplí 40 alguna vez, cumplí 21 y así. Vivo a lo ancho y no a lo
largo. Nunca sé cuánto va a durar, por eso he disfrutado la vida a lo ancho, lo
que más puedo, eso significa observar, aprender, crecer.
—¿Qué te hace
vibrar a esta altura de la vida?
—Cosas muy simples,
como por ejemplo el invierno, y yo lo odiaba, porque en Santiago es sinónimo de
contaminación, cuando llueve se inunda, cuando no llueve te ahogas. Acá hay
inviernos con sol, con cielo azul, con el gallo que canta y gente fantástica,
gente linda, gente buena.
Viejos y grandes
amigos
—¿Dejaste amigos en
el mundo del espectáculo?
—No desarrollé
profundas amistades en la TV, mis grandes amigos están por el lado del fútbol:
Manuel Pellegrini, Arturo Salah y varios más. Con ellos mantengo lealtades,
cariños y valores positivos. La sangre hace parientes, las lealtades, familias.
—¿Qué hace cuando
se junta ese club de Tobi?
—Nos reímos de las
mismas tonteras desde hace 40 años, recordamos los entrenamientos en la calle
Recoleta, a don Fernando Riera en su genio y figura, recordamos partidos
difíciles que jugamos, amigos y nos reímos mucho de nosotros mismos.
—Todo el mundo te
asocia a Andrea Tessa.
—Es que ella es un
gran valor, gran y adorable persona. La recuerdo con mucho cariño.
—También fuiste
víctima de rumores crueles como que eras homosexual.
—Pero si hasta me
morí. Me inventaron un cáncer. Ese tipo de cosas no te puede tocar. Cuando una
persona publica que estás muerto, y estás vivo, no resiste análisis. No
alcanzas a hacer un análisis muy profundo ante semejante estupidez. El daño se
lo provocan a los que están a tu lado, tus hijos, tus padres, y cuando eso pasa
hay que tomar precauciones, en mi caso, cerré el círculo. No hay otra forma.
Por Rodrigo Garrido
T.
Felicito a CesarAntonio, el mejor animador de todos los tiempos. Muy centrado en sus opiniones.
ResponderEliminarBuena decisión salir de Santiago y más aún a la hermosa Santa Cruz.
Felicitaciones y éxito.