Se lee, damos por cierta la información, que
el municipio acordó contratar los servicios de cuatro médicos cubanos para
cubrir las necesidades locales.
Es una buena noticia. Más abajo se agrega que
para llevar a cabo esta gestión viajaría una delegación de cinco personas. Aquí
la información empieza a cambiar de
carácter: cinco personas para traer a cuatro. El costo aproximado de esta
operación implica una suma de 18 millones de pesos. La noticia cambia más de
carácter. Si se examina el desglose se constata que el alcalde recibe 350.000
pesos diarios por concepto de viáticos y 250.000 los concejales, lo que muchos
sancarlinos ganan en un mes. Entonces la información cambia absolutamente de
carácter.
Lo que era bueno:
médicos para las necesidades locales empieza a ser otra cosa. Entonces es
necesario hacer el análisis de otra manera. Estos médicos cubanos - por qué no
españoles, uruguayos- podrían contratarse a través de la embajada o el
consulado chileno en Cuba, para eso está precisamente la infraestructura
chilena en el exterior. Ellos, nuestros representantes, conocedores de la
realidad local, podrían entrevistar a los mejores elementos para ser
contratados en San Carlos. Y sin costo alguno. ¿Habrá el Concejo Municipal
revisado esta posibilidad?
Pero la información no
era completa y el razonable argumento de utilizar la embajada chilena en Cuba
para llevar a cabo la gestión por los médicos pecaba de ingenuo porque la misma fuente, unos
días más tarde, informa que la delegación tiene un programa variopinto por la
isla y Panamá.
Ya no se sabe, a estas alturas, si los médicos era lo importante o bien lo
segundo. Esto queda a juicio de la opinión pública y de los electores, los
últimos fiscalizadores en una buena
democracia de los representantes públicos y el uso de los fondos del mismo
carácter.
Lo anterior trae la palabra turismo al ruedo.
Tomemos en serio lo que el municipio hace en torno a este rubro. Por este
concepto las arcas locales han gastado sumas considerables sea en viajes u
otros (sería interesante hacerlas públicas). Excelente idea si San Carlos
tuviera bellezas naturales, sitios de alto interés, salvo uno o dos. Ojalá
tuviéramos eso, como las comunas vecinas, y mucho más. Seamos francos y
sinceros con nosotros mismos aunque nos
duela: no somos una comuna turística. No somos un lugar turístico porque una persona nos invente el cuento. A lo más
somos un lugar por donde los turistas pasan hacia San Fabián, Cobquecura, la
cordillera o el mar, es decir, lo mismo que hace un sancarlino en sus
vacaciones.
Somos una comuna
agraria, campesina; ese es nuestro capital. Gastemos recursos y energías en desarrollar
lo que somos y quizás con el tiempo tengamos turismo agrario, si alguien con
iniciativa, desarrolla el concepto de granjas para turismo escolar, familiar o
bien se construye más de algún hotel para los visitantes de paso.
Si queremos promocionar a San Carlos de verdad
debiéramos empezar por hacer la ciudad atractiva. Que el viajero se quede,
vuelva. Baena, por el sur, podría ser una hermosa postal de presentación y no
lo es. Qué decir sobre la entrada por Vicuña Mackenna bastante sucia, fea, caótica. Qué
podríamos decir - o el viajero- al pasar
por la calle Independencia a las ocho, nueve de la noche cuando la basura del
supermercado Cordillera y de Cecinas Pincheira yace desparramada por el suelo a
causa de los perros, impidiendo el paso de la gente. La basura, desechos de
estos establecimientos debiera ser depositada en receptáculos metálicos,
cerrados en lo posible, o buscar una solución más higiénica y segura para la
población, no repitiendo el mismo espectáculo año tras años a corta distancia
de la Municipalidad.
Cuando uno ve la entrada imponente de Chillán Viejo, Parral o la de Pelarco por
su simbolismo, para citar algunos, desearía lo mismo y mejor para su pueblo. La
primera impresión vale; es una regla elemental sin ser experto en turismo.
Baena tiene todo para ser la puerta soberbia
por el lado sur. Por aquí se podría empezar para encantar al viajero. Y no hay
que ir lejos para realizarlo. El municipio dispone de arquitectos, técnicos
para una empresa de ese calibre, de lo
cual ya han dado prueba con la recuperación de la Alameda, que, de ser un lugar
de casi abandono, se ha transformado en la mejor área verde de la ciudad, con
soluciones sencillas dignas del más sincero elogio.
Bueno sería, entonces, que los propios
ciudadanos hicieran llegar sus iniciativas para hacer de esta ciudad, de esta
comuna una mejor. Hay tantas, tantas, que se puede elaborar todo un catálogo
sobre el tema, que no es necesario
ir a Machu Pichu para encontrarlas.
Finalmente, esta noticia partió con la traída
de cuatro médicos, después pasó por una gira de estudios y terminará quizás,
ojalá no, con que los médicos no llegaron.
Héctor Caro Quilodrán