El verano se inició con intensos
incendios forestales que, según CONAF,
aumentaron en un 70% respecto a la
temporada anterior, concentrándose desde la Región Metropolitana a Nueva
Imperial (al sur de Temuco), pasando por Constitución, Punta de Parra,
Concepción, Florida, Angol y otras localidades. Exceptuando lo ocurrido en la
capital, el resto de casos tiene como escenario las plantaciones forestales.
Incendios forestales, escasez hídrica y negligencia
Los causantes de un incendio
forestal pueden ser múltiples, no obstante la peligrosidad que alcancen depende
de las condiciones ambientales existentes. Las últimas décadas han estado
marcadas por un alarmante deterioro de éstas. Una expresión de ello ha sido la
pérdida del bosque en la sustitución por plantaciones forestales. En la región
del Bío Bío se ha desmontado un 80% del bosque nativo y en otras regiones ha
habido un fenómeno similar. Una de sus repercusiones es la pérdida de humedad y
la escasez de agua.
El agua, además de provocar
humedad en el ambiente, regula su temperatura. Por ello en los bosques es mucho
más difícil que ocurran incendios. Aquí, la lluvia cae y es interceptada por
las ramas de los árboles, conduciéndose lentamente por su tronco hasta llegar
al suelo, también lo puede impactar directamente. El ingreso del agua al
subsuelo es producto de la acción de lombrices e insectos, que contribuyen en
la formación del suelo, cumpliendo la función de una esponja. El agua tiende a
drenarse hacia lo que se conoce como la capa freática, donde ésta sigue su
tránsito hacia los cursos de agua, como arroyos y ríos. Este ciclo es lento y
constante, permitiendo el aprovisionamiento hídrico contínuo, incluso en
periodos en que no hay lluvia.
En un monocultivo forestal, esto
no ocurre, principalmente porque todos los árboles han sido plantados
simultáneamente, en razón de 1600 por hectárea, y operan como verdaderas bombas
que extraen agua para su crecimiento, a diferencia de un bosque dónde se
encuentran árboles de distinta especie y edad. Por otra parte, para aumentar la
rentabilidad, un manejo forestal debe eliminar toda vegetación que represente
una competencia de nutrientes y agua a los árboles del monocultivo, perdiéndose
el sotobosque y los seres vivos que podrían aportar en la formación de suelo.
El agua de la lluvia, se encuentra con un terreno duro y no se absorbe,
escurriendo y evaporándose.
Además de la sequedad, debe
reconocerse la combustionabilidad, particularmente de las plantaciones de pino,
contenedores de trementina, compuesto inflamable y propagador del fuego.
La escasez hídrica se ha
agravado, llegando a presionar a los habitantes de zonas rurales a abandonar
sus terrenos y/o plantarlos con los árboles de rápido crecimiento, aumentando
la masa de arbórea que provoca los efectos mencionados.
La profundización de la pobreza
de las comunidades, posterior a un incendio, está marcada por la estrategia del
empresariado forestal y el Estado, consistente en convertir los terrenos de
pequeños propietarios en plantaciones forestales y así liberar a las empresas de los riesgos que
implica el monocultivo forestal. Cuando el fuego abraza estas plantaciones,
todas las expectativas económicas, generadas por instituciones como CONAF o
INDAP, terminan en cenizas.
Los incendios también develaron
la nula regulación sobre las plantaciones, en diversos aspectos:
-La inexistencia de cortafuegos
que en países como Canadá son de 1.6 kilómetros de ancho y aquí los confunden
con las vías de saca (caminos para sacar los troncos talados en camiones).
-Las plantaciones han cubierto
también los cursos de agua. Luego del gran incendio de Llico, Rumena y Punta
Lavapié a fin de año, los habitantes de la última localidad estuvieron sin
suministro de agua potable por un mes y medio, a causa de la inutilización de
la toma de agua que los aprovisionaba, instalada en una quebrada. En todo ese
tiempo, recibieron agua por camiones aljibe, costeados con recursos
municipales.
-No hay un margen de distancia
entre las plantaciones y las viviendas. esto llegó a poner en riesgo un barrio
completo en caleta Llico, donde algunos vecinos damnificados por el maremoto
habían recibido viviendas al pie de un cerro cubierto de pinos que se quemaron.
En nuestra región y en otras, cientos de barrios colindan con estos
monocultivos sin que haya ningún control sobre ello.
Ampliación de Celulosa Arauco: Más consumo de agua y contaminación.
En este escenario, la industria
forestal avanzó en su expansión mediante la aprobación del proyecto de
Modernización y Ampliación de Planta de Celulosa Arauco (MAPA). Este proyecto
contempla la construcción de nuevas instalaciones que aumentarán la producción
de las actuales 790.000 toneladas anuales, hasta las 2.100.000 a partir del 2015,
cuando estiman iniciar su funcionamiento.
La renovada planta será una de
las mayores fábricas de celulosa de América Latina y la mayor en Chile. Este
aumento en la producción repercutirá en el área que la circunda, generando las
consecuencias propias de sus procesos.
Aumentará el consumo de agua.
Según el informe que Celulosa Arauco presentó al Servicio de Evaluación
Ambiental, continuará captando agua del río Carampangue. Cuando la ampliación
esté funcionando tendrá un consumo promedio de 2.2m3/segundo, o sea de 2.200
litros por segundo equivalentes a 190.080.000 de litros al día. Si se considera
que la Superintendencia de Servicios Sanitarios reporta un consumo medio de 117
litros de agua por habitante, en el territorio correspondiente a la distribución
de Essbio, se puede establecer que el consumo diario de agua de esta industria,
será mayor que la de los habitantes de la provincia de Arauco y Concepción
juntas.
Otro efecto lo constituyen las
emanaciones de dioxinas y otras sustancias tóxicas. Las dioxinas, por ejemplo,
son compuestos químicos surgidos a partir de la combustión del cloro junto
materia orgánica, son bioacumulables y persistentes, absorbidos en los tejidos
grasos de los seres vivos y transfiriéndose a través de la cadena alimenticia,
llegando en muchas ocasiones al ser humano. Esta contaminación será constante y
sus resultados podrán apreciarse cuando los seres vivos que viven a su
alrededor presenten altas concentraciones de dioxinas en sus organismos.
Hasta el momento, en Chile y el
mundo han ocurrido severos desastres ligados a la emisión de desechos propios
de estas plantas. Particularmente en la Celulosa Arauco, han ocurrido derrames
de trementina y otros compuestos, ocasionando manchas en el mar, intoxicaciones
por inhalación en los habitantes, incluso de Lota, como fue en agosto de 2004.
También ha habido otros menos difundidos, pues sólo han afectado a pescadores y
mariscadores de Laraquete (caleta contigua a la planta), provocando la muerte
los mariscos y el despoblamiento íctico de las zonas receptoras de las
descargas.
La empresa promete una menor
contaminación debido al no uso de cloro elemental, no obstante usará dióxido de
cloro y otras sustancias como soda cáustica. Sus procesos y su rentabilidad lo
exigen.
Falso desarrollo y falsas necesidades
En su presentación, Celulosa
Arauco afirma la provisión, en promedio, de 4500 puestos de trabajo en su
construcción y de 1000 durante su operación y que "espera que el Proyecto
sea un aporte al desarrollo económico y sustentable de la comuna".
Parece extraño, en realidad
mentiroso. La experiencia de la comunidad aledaña a la celulosa Nueva Aldea, en
Ránquil, Coelemu y Cobquecura, ha sido más compleja que lo expuesto en su
propaganda. En primer lugar, los trabajadores locales que intervinieron en su
construcción, sólo lo hicieron por ese periodo, pues desde su entrada en marcha
se ha requerido mano de obra, momentánea, reducida y con una especialización no
presentada por éstos. Por otra parte, la comunidad ha visto como la agricultura
de subsistencia, la recolección de mariscos y la pesca antes practicadas, ahora
constituyen un riesgo sanitario, a causa de la contaminación.
Desde hace mucho tiempo, la zona
del valle del Itata se postulaba como un polo de atracción turística. Sin
embargo, el 2007, a un año de su inauguración, el alcalde cobquecurano
declaraba a la prensa que "ya estamos viendo que hay gente que no está
comprando tierra. Antes, el metro cuadrado se llegó a vender a 20 mil pesos,
hoy cuesta 10 ó 12 mil... Creo que está íntimamente relacionado con el impacto
de la planta”.
El Estado no monitorea. En el
momento en que se permitió su instalación, las autoridades sabían qué estaban
aprobando, pero las prioridades fueron claras. Pero la empresa se ha dormido en
los laureles, constantemente buscan revertir la negativa percepción de la
comunidad, aprovechándose de la pobreza material y cultural imperante. Este es
un relato de lo ocurrido luego de un derrame de residuos líquidos en la boca
del río Itata el 14 de noviembre de 2013 de parte del encargado del programa
Vigilante Costero, Rodrigo de la O.
"Al menos dos hectáreas
completamente anegadas fueron afectadas con los RILES de la planta de celulosa
Nueva Aldea que emanaban a borbotones como un geiser... al costado de una de
las cámaras del ducto sobre terrenos recientemente labrados para la siembra
agrícola. Bomberos declaraba emergencia química, cambiando al rato y señalando
que por “mail” se les había informado que los “líquidos eran inocuos”. No
alcanzaba a terminar de hablar el comandante cuando una vecina hace notar que
éste figuraba con una chaqueta muy bonita con la imagen corporativa de la
empresa responsable del daño ambiental (Arauco). Luego, un ejecutivo de la
empresa, de hablar monótono y alertagador, señalaba a modo de defensa, que los
vínculos con la comunidad eran permanentes para contribuir y bomberos siempre
recibía ayuda con el ya clásico discurso de la responsabilidad social
empresarial..."
El líquido amarillo que emanaba
del ducto era tan pestilente que obligó a los lugareños a colocarse mascarillas
y el municipio debió proveerles el agua potable, previniendo los efectos del
derrame en las napas subterráneas.
Los desastres ambientales y la
pauperización provocada por la industria forestal deja antecedentes para
elaborar un extenso prontuario criminal. La gravedad de ello es que permanece
impune y el Estado otorga garantías para seguir abultándolo.
El llamado primer mundo no está
dispuesto a soportar los efectos de la industria de celulosa, pues ello implica
tener plantaciones forestales que secan y erosionan los suelos, además de los
efectos que hemos visto. La deslocalización de la industria forestal ha sido
abrupta, en 20 años, la fabricación de celulosa se ha concentrado en los países
del sur. Entre los años 1990 y 2000, Chile cuadruplicó el volumen de exportación
de celulosa y en la última década se ha seguido aumentando la capacidad de
elaboración. Sus condiciones son paradisíacas para este empresariado. La
inexistencia de controles ambientales, mínimas garantías laborales y la entrega
de subsidios a la plantación forestal, por parte del Estado, son la base la
riqueza de compañías como CMPC y Arauco, permitiéndoles ampliar sus negocios a
Uruguay, Argentina, Perú y Brasil.
Quienes usufructúan de este
negocio, argumentan que la producción de celulosa es absolutamente necesaria.
Mientras más, mejor, pues su fin es la fabricación de papel, identificada
inmediatamente con la educación y la cultura. La publicidad de estas compañías
oculta los usos que recibe el papel. El investigador Ricardo Carrere afirmó que
"en 1991, más del 40% de la producción de papel fue utilizado para
embalaje y envoltura, 13% para papel de periódico y menos del 30% para
impresión y escritura". Podemos agregar que una importante proporción de
estos usos están destinados a publicidad, es decir, material desechable,
complemente prescindible y que sólo tiene justificación en una cultura donde
predomina el valor asignado por el mercado a las cosas, antes que el valor
otorgado por las personas en función de sus necesidades.
No existen argumentos para negar
el empobrecimiento dejado por el negocio forestal, pero si lacayos dispuestos a
defenderlo desde sus instituciones. La reciente aprobación del proyecto MAPA es
nuevo golpe para la comunidad local, su salud y su economía. Esta situación que
pereciera un destino ineluctable, se muestra blindada sólo en medio del
silencio y la inacción de la comunidad, está en sus manos decir y hacer lo
contrario.
Foto 1: Camila Lasalle; Foto 2 y
3: Esteban Ignacio Paredes Drake
Fuente: resumen.cl