“EL BANQUERO DE LOS POBRES”


Comentario
Escribe: Mario San Martín Aliaga
En distintos foros han aparecido muestras de satisfacción por el galardón entregado al ciudadano Muhammad Yunus y su banco Grameen, quien recibió nada menos que el premio Nobel de la Paz. Ya antes en 1996, la UNESCO le había concedió a Yunus el Premio Simón Bolívar.

Este singular personaje que – a diferencia de muchos no separó las palabras de la acción- propuso una forma de organización social para las aldeas rurales a las que llamó Gram Sarker (gobierno rural). La propuesta demostró ser practicable y útil por lo que en 1980 fue adoptada oficialmente por el gobierno de Bangladesh. Desde esa época, debido a la hambruna que asolaba Bangladesh (uno de los países más pobres y poblados del mundo), tomó conciencia de que sólo se puede salir del pauperismo superando las leyes del mercado proporcionando microcréditos, créditos solidarios sin garantía, a los más necesitados para que puedan realizar una actividad independiente y creativa. En 1976, a pesar de la enorme resistencia y de los numerosos rechazos de las entidades bancarias de Bangladesh, Muhammad Yunus consiguió fundar el Banco Grameen (banco rural), que en 1983 obtuvo la calidad de banco autónomo.

Este "banco de pobres" ha beneficiado a tres millones y medio de personas, propietarias ellas mismas del banco, en su gran mayoría mujeres, que reunidas en grupos de cinco o más, solidarias y responsables, consiguen reembolsar 9 de cada 10 de sus pequeños préstamos en contra de lo esperado.
Hace algunos años tuve la suerte de trabajar con un grupo de profesionales del programa Servicio País, de la Fundación para la Superación de la Pobreza, en San Fabián, aquí en la precordillera de Ñuble. Ahí se aplicaba este sistema entre los modestos habitantes de San Fabián. Comenzó el año 1999 con Felipe Mata. Después vendría el equipo de Mauricio Fronza Sprung, Pedro O’Ryan y Araceli Conejero Painemán. Seguro que en muchos hogares de San Fabián está el recuerdo de estos jóvenes profesionales, seguidores de Yunus.
Estos muchachos que entregan al país dos años en el programa, alentaban a las mujeres para que a su vez pudiesen pagar pequeñas cuotas semanales del dinero facilitado para emprendimientos a pequeña escala. La mayoría cumplía. (“Cuando una mujer consigue rendimientos por su actividad, los que se benefician en primer lugar son sus propios hijos”)
Ese fue mi primer acercamiento con esta idea del Microcrédito, después han venido una serie de conversaciones con otro amigo, Ruperto Pacheco (donrupe@agrosancarlos.cl) quien tuvo la suerte de compartir con Muhammad Yunus en la cumbre del Microcrédito realizada en Chile. En esa ocasión Yunus le sentenció al presidente Lagos “Chile superará pronto la pobreza y deberían crear un museo de la pobreza para que el pueblo no la olvide y UD. Presidente debería inaugurarlo, le dijo Yunus”. ¡Vaya que compromiso!

Por estos días en que al empresariado le ronda la sigla RSE (Responsabilidad Social Empresarial) y por otro lado amplios sectores piden más ingresos, me hace sentido recordar la visión de economía que tenía mi madre. ¿Sabe que hacía cuando escaseaba el dinero?: cuidarlo, restringir los gastos. Y cuando había un ingreso extra, casi lo mismo, salvo que agregaba con sus sabias palabras “hay que guardar para cuando no tengamos”.
Recomiendo leer el libro “Hacia el fin de la pobreza" especialmente en los colegios, conocer del microcrédito nos puede ayudar mucho. Como dice Yunus: “la idea del Microcrédito no es sólo prestar dinero, sino que es rediseñar las instituciones de modo que las personas sean el centro y prioridad del sistema. En este sentido, los jóvenes tienen el desafío de soñar el mundo de los próximos años y sólo así éste será posible”.

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