“Inmovilidad activa”

COMENTARIO

Escribe: Mario Iván San Martín Aliaga
Mi hija Paulette me propone un tema para esta columna, ella quiere que yo escriba sobre las estatuas vivientes, esos jóvenes que vestidos llamativamente se quedan quietos y sólo se mueven cada vez que sienten el sonido de las monedas.
Ante mi pregunta qué es lo que específicamente le llama la atención, me responde: “las horas que deben pasar quietos”.
Ella tiene 10 años y comparte conmigo la historia de su libro de Lenguaje y Comunicación que habla de estos personajes que hacen teatro en la calle.
La invito a reflexionar de cómo esa niña que se viste de princesa en la calle se queda quieta, igual a una estatua, y es premiada por el público, pero, no precisamente por quedarse quieta sin hacer nada, sino por el esfuerzo que significa estar totalmente inmóvil, a pesar del cansancio, la rutina y el desgano que provocan aquellos peatones que pasan sin levantar la vista, casi tan parecidos a los que huyen de las colectas.
( Recuerdo haberle propuesto a mi amigo Alfonso Contreras traer un día varios de estos artistas callejeros y aportarlos al paseo peatonal que se instaló el fin de año en la calle Serrano).
Podríamos hablar entonces de una “inmovilidad activa” en el sentido de que no estar haciendo nada, pero a la vez eso es una actividad y produce un resultado. Otra conclusión importante que podemos extraer, es que no es necesario hablar para comunicarse.
Le cuento a mi hija que la comunicación entre las personas no es sólo lo verbal (lo que hablamos) ya que esto representa sólo el 7% de la comunicación. Un 38% lo aporta la tonalidad de la voz(como hablamos ) y un 55% corresponde a la expresión corporal (gestos).
Ella es ahora la que se asombra, y empieza a darse cuenta de que es casi imposible hablar sin no poner énfasis en la voz y agregarle gestos a la conversación.
Nuestro diálogo termina en risas cuando ejemplifico ante ella estos porcentajes.
Ahora al concluir me quedo quieto ante el computador mientras la mente activa, que no se detiene, me muestra la imagen de mi nieta Violeta, de apenas 10 meses ...¡Qué diálogos tendré con ella en 10 años más!

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