REGIONES.- Seis meses de complejo trabajo realizó el equipo del Centro de Rehabilitación de Fauna Silvestre UdeC para preparar a estas crías para desenvolverse en el medio silvestre, antes de liberarlas.
Una pareja de quiques fueron liberados en un predio agrícola de la comuna de Chillán, tras un complejo proceso de rehabilitación para asegurar que adquirieran las habilidades para sobrevivir en el medio silvestre.
La hembra fue la única sobreviviente de tres recién nacidos que fueron encontrados huérfanos en un campo de la comuna de Los Ángeles, en noviembre del año pasado. El macho fue hallado, también de corta edad, en un predio de Talca. Ambos ejemplares fueron trasladados por funcionarios del SAG, al Centro de Rehabilitación de Fauna Silvestre de la Universidad de Concepción.
La doctora Paula Aravena, directora del centro, destacó que la liberación de esta pareja de quiques constituye un importante hito. “No es fácil rehabilitar a un cachorro de cualquier especie tan joven como un neonato, que ha pasado horas en el frío, sin comer y que ha tenido que cambiar su hábitat. Tampoco es fácil educarlo para que se comporte como un animal silvestre normal. En pocas ocasiones se puede juntar con otro ejemplar de la misma especie, edad y condición similar, y en este caso se pudo y hoy, que se han habituado al clima de Ñuble, es idóneo poder liberarlos en esta zona intermedia para que sus hijos y nietos puedan colonizar y cumplir su rol en el ecosistema”.
Proceso de rehabilitación
La doctora Paula Aravena relató que la hembra llegó con menos de una semana de edad, en mala condición corporal, pesando apenas 160 gramos, desnutrida, deshidratada y con parásitos externos. Una vez en el Centro de Rehabilitación, recibió cuidado neonatal para que creciera de forma saludable. Luego se le estimuló para que buscara su dieta y agua, para que no se acostumbrara a recibir el alimento.
Explicó además que, como el quique es un animal social que vive en grupo familiar, era imprescindible contar con otro ejemplar de edad semejante y que estuviera en una situación similar, razón por la cual se esperó la llegada del macho, a quien se puso en contacto con la hembra en forma gradual, hasta que compartieron la misma jaula. “Al cabo de dos días, ya eran inseparables. Ahí comenzaron en una vida juntos en el Centro de Rehabilitación en una jaula grande, donde había enriquecimiento ambiental, cambio de dieta permanentemente; se hicieron pruebas de cazas y ambos cazaban juntos”, explicó.
La positiva evaluación permitió decidir liberarlos, cuando ya tienen cerca de siete meses de edad y están aptos para desenvolverse en su hábitat.