Para muchas personas, el romero resulta una planta sumamente resistente y a prueba de todo. En gran medida esto es así, ya que puede soportar temperaturas muy elevadas, por encima de los 40°, y también el frío extremo. Además, no se verá afectado ante largos períodos de sequía. Sin embargo, otro grupo de personas padecen, una y otra vez, que el romero se muera o seque en su jardín sin saber muy bien por qué ocurrió esto.
El romero es una planta rústica que necesita de muchas horas de sol y, sin bien puede cultivarse como planta de interior, esta durará mucho menos tiempo. Existen muchas especies, incluso algunas son rastreras, pero todas se caracterizan por tener las mismas necesidades básicas.
Son muy pocas las razones por las que el romero puede llegar a morir o secarse y es importante reconocer los primeros síntomas para intentar salvar la planta. Principalmente, veremos que sus pequeñas y puntiagudas hojas comienzan a ponerse marrones.
Por qué el romero se seca o muere
Como ya dijimos son dos las principales causas: exceso de humedad o falta de sol.
En el caso de la primera, podemos estar cometiendo un error a la hora de regar o, también, puede ser que el drenaje se haya obstruido impidiendo que el agua fluya y provocando que la raíz se pudra.
Para impedir que esto suceda debemos poner especial atención en el riego. Enterrar el dedo en el sustrato y verificar que no hay humedad en los primeros cinco centímetros de profundidad es la mejor forma de reconocer cuándo debemos regarlo.
Además, cuando lo plantamos podemos incorporar un poco de arena para mejorar el drenado del agua.
La falta de iluminación, en tanto, pone la punta de las hojas de color marrón. Este es el síntoma que tenemos que tomar como alerta. Si hemos decidido tener la planta en el interior, es probable que no esté recibiendo suficiente luz y debamos sacarla al jardín.