Escasez de mano de obra le pone presión a la cosecha de frutas en Ñuble


AGRO.- Una menor disponibilidad de mano de obra para la cosecha de frutas están enfrentando los productores de la región de Ñuble, en un fenómeno que ya se había comenzado a observar en las regiones más al norte. Productores locales y dirigentes gremiales confirmaron el fenómeno, que lleva aparejado un encarecimiento de la mano de obra y un aumento de los costos de cosecha, así como también una disminución de la superficie a cosechar, e incluso, una menor calidad del proceso y del producto.

Carlos Inostroza, analista cualitativo del Observatorio Laboral Ñuble (OLÑ), a partir de la captura de datos que la entidad realiza en la zona, sostuvo que “los entrevistados mencionan el desplazamiento como una dificultad para contratar personal. Las medidas sanitarias han jugado un rol fundamental en este tema. Los empleadores del sector agrícola, principalmente los de cosecha, han tenido que incurrir en más gastos de transporte para poder movilizar a sus empleados, esto debido a que se les exige que las personas mantengan cierta distancia dentro de los buses”.

Jonathan Labra, Coordinador Técnico OLÑ y académico de la Facultad de Ciencias Empresariales FACE-UBB, explicó que “de acuerdo a las últimas cifras de la Encuesta Nacional de Empleo (ENE), si bien la tasa de desocupación del trimestre móvil septiembre-noviembre de 2020 es superior en 2 puntos porcentuales respecto al mismo período de 2019, también se visualiza en este mismo período un incremento de 2.928 en el número de ocupados que se desempeñan en actividades de Agricultura, ganadería, silvicultura y pesca”.

“Por ende -continuó Labra-, si bien el mercado laboral se ha resentido debido a la pandemia tanto por la disminución de la actividad y los temores de las personas para contagiarse (lo que se puede visualizar en la tasa de desocupación, como en los indicadores complementarios como la tasa combinada de desocupación y fuerza de trabajo potencial), la actividad agrícola ha presentado un leve repunte en el último trimestre”.

No obstante lo anterior, el profesional manifestó que no se puede desconocer las dificultades que tienen las empresas para encontrar trabajadores para estas faenas, siendo las razones desde que no llegan postulantes, así como que este tipo trabajos no les interesa a las personas, y las asociadas al Covid-19”.

Alfredo Wahling, presidente de la Asociación de Agricultores de Ñuble, aseveró que la pandemia ha incidido en la escasez de trabajadores disponibles para trabajar en la cosecha de fruta, “lo que puede influir en la calidad de la fruta, un tema que es muy importante para el productor y para el país también”.

En esa línea, el dirigente agrícola fustigó la política de bonos que entrega el Gobierno, que calificó como perjudicial para el sector, “porque la gente satisface sus necesidades y muchos no salen a trabajar”.


“Este problema de la escasez de mano de obra es muy grave para el sector, hay muchos que están trabajando con la mitad de la gente que tenía el año pasado. Además de que hay fruta que no se puede cosechar, también hay fruta que no se cosecha en las mejores condiciones, lo que repercute en la calidad y en el precio”, describió el líder gremial, quien detalló que “tenemos muchos casos de gente que no está cosechando, principalmente los arándanos, y eso lo estamos viendo en Ñuble pero también está ocurriendo en otras regiones, como en el Maule”.

Entre las factores para explicar este fenómeno, Wahling sostuvo que “por una parte, hay personas de mayor edad que temen contagiarse y prefieren no trabajar; en segundo lugar, con todos los bonos que ha entregado el Gobierno, para muchos no había necesidad de trabajar y se quedan en casa; en tercer lugar, está la limitación de que aquellos que reciben los bonos, no pueden firmar contratos legales; por otra parte, hay muchos inmigrantes que volvieron a sus países y que no están trabajando, lo que le ha quitado fuerza laboral al campo. Son varios factores que llevaron a que no tengamos la gente necesaria”.

Rol de extranjeros

El fenómeno ya había sido advertido por el presidente de Fedefruta, Jorge Valenzuela, a inicios de diciembre, durante el desarrollo de la Agro Plant Ñuble, en que puso énfasis en la menor disponibilidad de mano de obra para las cosechas debido al Covid. “Un fuerte problema asociado a la pandemia es la escasez de mano de obra, por ejemplo, en la uva en el norte, por las restricciones para el ingreso de trabajadores agrícolas desde Bolivia principalmente”.

Un mes después de aquella exposición, el dirigente gremial describió la compleja situación que atraviesan los productores, “en que el tema de la mano de obra se ha ido complicando, tanto en su disponibilidad como en el costo”.

“Básicamente, todo lo que ha sido Covid limitó la llegada de inmigrantes, que no era poca la que llegaba a trabajar. En el Norte, mucho boliviano y peruano, y un porcentaje de ellos se movía hacia el sur y otros quedaban allá, pero igual copaban un espacio de mano de obra importante. Este año, lo que pasó es que se redistribuyó la mano de obra local. Segundo, el fenómeno de la cereza, que paga mejor y sobrepasa las otras faenas agrícolas, generando una atracción para la gente, que además, cada vez es más grande en las distintas regiones en términos de superficie, y claramente en Ñuble también. En resumen, hay menos inmigrantes que llegan, y por otra parte, el tema de la distribución y productos como la cereza, que pagan un mayor valor”, explicó Valenzuela.

Al respecto, la productora de cerezas de Coihueco, Elena Yáñez, comentó que esta temporada fue muy particular -la cosecha de cerezas está concluyendo en Ñuble-, ya que por un lado aumentaron los rendimientos, y por otro lado, aumentaron los costos de producción, principalmente el de la mano de obra.

“La escasez de cosecheros fue el gran tema esta temporada. Los costos de cosecha subieron muchísimo, por lo menos, un 20%, entre transporte, cosecheros y logística de cosecha, lo que incluye los protocolos Covid. La mano de obra se encareció bastante, además de la dificultad para encontrar gente”, expuso la profesional.

Yáñez relató que “yo tuve que arrendar dos casas para alojar a cosecheros, porque yo trabajé con bolivianos, y tenía que asegurarme de contar con ellos, porque son estupendos para trabajar (en promedio, un boliviano cosecha 160-170 kilos por día, mientras un chileno cosecha 110 kilos). En una casa había diez personas, en la otra había 12. Ellos viven en Bolivia, pero vienen a trabajar como temporeros a Chile, comienzan en el Norte, con la mandarina y la palta, a partir de octubre, y así van van bajando, pasan por Melipilla, donde cosecharon frutillas. Y después de la cereza se quedan en Coihueco porque siguen con la cosecha de frambuesas. Y arándanos, y finalmente se regresan a su país en marzo. Ellos ya estaban en Chile, porque los que quisieron pasar en noviembre, para la cosecha de cereza, no pudieron entrar a Chile por las restricciones”.

Por su parte, el timonel de Fedefruta añadió que la dinámica del plan Paso a Paso, en que algunas comunas retroceden a cuarentena, ha generado cierto temor en algunos trabajadores. “Hay gente que prefiere no ir a trabajar a una zona en cuarentena, por miedo a contagiarse, lo que es súper lícito, pero eso también produce un problema para la cosecha, porque en la fruticultura tenemos productos perecibles y muy perecibles, entonces hay momentos en que necesitamos mano de obra lo más rápido posible para evitar que la fruta se pudra”, detalló.

Bonos y menor interés

Valenzuela coincidió con Wahling respecto al desinterés de algunos cosecheros por trabajar, como consecuencia de los mayores ingresos por concepto de bonos y ayudas del Estado. “Lo que ha pasado también, en que todos estos beneficios, como el bono Covid, que no son fáciles de entender y que no aplican a todo el mundo, sin embargo, generan una situación en que la gente dice ‘no voy a trabajar con contrato porque puedo perder los beneficios del Estado’, entonces, por una parte, se crea este falso entendimiento de la realidad Bono versus contrato, y la gente prefiere no trabajar para recibir el bono, y luego no reciben el bono porque la cuestión no es tan simple; y por otro lado, y hay que tener cuidado con esto, es que de alguna manera crece también el trabajo sin contrato, porque la gente no quiere contrato para no perder el beneficio. Ahora, ningún fruticultor y ninguna empresa de la fruta se va a atrever a emplear trabajadores a la mala, porque estamos llenos de certificaciones para las exportaciones”.

Como consecuencia de esto, complementó el dirigente, en algunos huertos se ha optado por cosechar al barrer, “lo que significa que se cosecha todo, y pasa que hay fruta que aún no está madura y por lo tanto, los rendimientos no son los óptimos”.

Carlos Inostroza, del OLÑ, apuntó que “los bonos y subsidios que entrega el Estado siempre han sido una dificultad para formalizar el trabajo en este sector. El miedo de perder ciertos beneficios ha llevado a las personas a trabajar sin un contrato formal, y a eso se le suma la necesidad del empleador de contar con personal para poder cosechar sus huertos. Sin duda, los retiros del 10%, los bonos y otros beneficios que ha entregado el Estado a raíz de la pandemia han influido en el interés de las personas de participar en el mercado laboral; al contar con un dinero “extra” o “de reserva” muchos prefieren quedarse en sus casas en vez de exponerse a algún contagio”.

Inostroza agregó que “algunos entrevistados, tanto sectoriales como transversales, manifiestan que el no contar con la mano de obra necesaria para labores de cosecha provoca que los empresarios se restrinjan en la ampliación de sus huertos, provocando que la actividad agrícola (frutícola) se estanque en la zona, o por lo menos las actividades que necesitan una gran cantidad de mano de obra, fomentando de esta manera la incorporación de nuevos cultivos que requieran menos manos de obra y más tecnologías”.

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