Respecto de lo que acaba de declarar Piñera el día de hoy,
respecto del plan de la mesa nacional del agua para enfrentar la sequía, es
preciso dejar claro algunos puntos.
La retórica utilizada por Piñera no responde en absoluto a
la solución real de la crisis hídrica que atraviesa nuestro país. Centra su
atención en la «eficiencia» en el uso del agua, poniendo el foco ampliar el
riego tecnificado mediante la Ley de Riego, la misma ley que ha beneficiado por
largos años a los grandes productores agrícolas que exportan. Lo que se
desprende de esta lectura, es que su principal prioridad tiene que ver con el
modelo de producción agrícola que orienta sus productos a los mercados de
exportación.
A la fecha, los más favorecidos por este modelo agroexportador son los grupos más poderosos del agro, mientras que los/as pequeños/as campesinos/as, los/as pequeños/as agricultores, los/as parceleros en general, no cuentan con titularidad con respecto a un derecho de aprovechamiento agua, o bien, no tienen la posibilidad de tecnificar sus sistemas de riego, ni de acceder a financiamiento del estado para hacer más eficiente sus regadíos. Todo esto ha acentuado la desigualdad y ha concentrado la tierra y el agua en los poderosos grupos económicos «amigos» de este gobierno.
A la fecha, los más favorecidos por este modelo agroexportador son los grupos más poderosos del agro, mientras que los/as pequeños/as campesinos/as, los/as pequeños/as agricultores, los/as parceleros en general, no cuentan con titularidad con respecto a un derecho de aprovechamiento agua, o bien, no tienen la posibilidad de tecnificar sus sistemas de riego, ni de acceder a financiamiento del estado para hacer más eficiente sus regadíos. Todo esto ha acentuado la desigualdad y ha concentrado la tierra y el agua en los poderosos grupos económicos «amigos» de este gobierno.
En paralelo, Piñera llama a «producir agua» y, a reglón
seguido, dice que están en carpeta la construcción de 20 embalses. Habría que
recordarle a Piñera que los embalses no producen agua, sino que los embalses
acumulan agua, pero hoy en día hay una fractura metabólica del ciclo hidríco y
social de los ríos, los mantiene sobreotorgados, muchos de los cuales ya no
tienen escurrimiento superficial.
En concreto, el 80% de las 101 cuencas se encuentran sobreotorgadas, lo que ha favorecido a la industria extractiva del país y, particularmente, al agronegocio. Este sector consume la mayor cantidad de aguas y concentra gran parte de derechos de aprovechamiento de agua consuntivos. En concreto, el 77% de esos derechos se encuentran en manos del sector forestal y agrícola, cerca de 12% en manos el sector minero, un 7% en manos del sector industrial y solo un 4% en manos del sector sanitario, que son las responsables de suministrar agua a las ciudades.
En concreto, el 80% de las 101 cuencas se encuentran sobreotorgadas, lo que ha favorecido a la industria extractiva del país y, particularmente, al agronegocio. Este sector consume la mayor cantidad de aguas y concentra gran parte de derechos de aprovechamiento de agua consuntivos. En concreto, el 77% de esos derechos se encuentran en manos del sector forestal y agrícola, cerca de 12% en manos el sector minero, un 7% en manos del sector industrial y solo un 4% en manos del sector sanitario, que son las responsables de suministrar agua a las ciudades.
La perorata del gobierno nos dice que «hay que cuidar el
agua», y se le transfiere la responsabilidad del cuidado del agua a los
ciudadanos, pero no a la industria extractiva en el país. A contrapelo de lo
señalado por la ciudadanía, el mundo científico, el mundo artístico y la
sociedad civil en general, los anuncios de Piñera no cambian en absoluto el
régimen jurídico de las aguas en el país, no apuntan a medidas sustanciales, no
se hace cargo de como su gobierno ha profundizado la desigualdades en los
territorios, al profundizar la mercantilización de las aguas y bloquear
cualquier intento de cambiar el régimen de aguas actual.
Punto aparte merece el ministro de agricultura, quien señala que la producción de alimento es tan
importante como el consumo humano del agua. Esta nueva provocación del ministro
de agricultura hace mostrar su cara más nítida, de falta de ética tremenda, e
incluso, de una inhumanidad insostenible. Este ministro, que en conjunto con su
familia concentra miles de litros por segundo de agua, sigue privilegiando el
agronegocio y las actividades productivas a la vida de la población más
vulnerable. Esta visión es la que hoy permite que se rematen ríos para
favorecer los proyectos que generan electricidad a partir del agua.
Todo lo anterior, da cuenta de la ausencia absoluta de
criterios para resolver un problema que es profundamente de humanidad.
Vivir privados de agua hoy en día compromete la vida de
nuestras comunidades y territorios. No podemos esperar que la crisis del agua
se continúe expandiendo a todos los rincones del país; no es posible que se
siga priorizando y privilegiando a los sectores poderosos, en detrimento de las
mayorías sencillas.
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NACIONAL