Claudio Martínez.- Parece que de acuerdo a la apreciación y oposición a la
ubicación de la cárcel regional de Ñuble, que han manifestado algunos
políticos, dirigentes sociales, alcaldes y otros en la misma línea, no queda
otra solución que hacer una cárcel online, donde tanto la vigilancia como las
acciones de reinserción, así como las visitas de las familias, se hagan vía
Internet.
¿Dónde estarían los presos? En algún lugar de la red, remoto
por cierto, donde nadie los vea, ni a ellos ni a sus familias, porque son
contaminantes, tienen “el virus de la maldad”.
Esa es la conclusión a que se llega al observar la reacción
de parlamentarios y dirigentes sociales para oponerse a la construcción de una
cárcel regional en Ñuble, en las cercanías de San Carlos.
El diputado que lidera la oposición es el mismo que se opuso
en 2009 a un inmejorable terreno cerca de San Nicolás, de modo que no
sorprende. Tampoco sorprenden algunos argumentos que dicen que no quieren un
nuevo Colina, como si los aproximados 400.000 habitantes de la región de Ñuble
fueran comparables con los más de 7.000.0000 de la región metropolitana.
Chillán tiene una cárcel en pleno centro desde 1939, y nunca
ha representado un problema de seguridad, salvo el episodio excepcional producido
por el terremoto de 2010. Tampoco ha sufrido la degradación del barrio por la
supuesta contaminación de los familiares. Estos argumentos se fundan en la
ignorancia y en el prejuicio y los del diputado en irresponsabilidad y
populismo.
El rechazo a la ubicación de la cárcel, con argumentos como
los señalados y con una actitud reactiva por parte de las autoridades del
sector, que más se asemejan a un ataque de nervios que a un liderazgo
constructivo, solo denota un forma de hacer política cortoplacista que no
ofrece soluciones sustentables en el mediano y largo plazo. Es más, muchos de
los argumentos dados de asemejan más a las fake news que a la realidad, que
requiere que los actores públicos actúen con responsabilidad.
Nadie parece entender o querer entender que la reinserción
es un tema de seguridad pública y no derechos o paternalismo social. Se estima
que un rehabilitado influye en 25 personas, así 100 rehabilitados influyen
positivamente en 2.500, y así sucesivamente. Se trata entonces que entre todos
construyamos una sociedad más segura.
Una cárcel adecuadamente manejada, significa una
contribución al crecimiento de una comuna y su entorno y no una maldición como
lo insinúan los opositores a la ubicación. Sí, hubiese sido deseable que el
Ministerio de Justicia hubiese transparentado las otras ofertas, las
evaluaciones y las razones del porqué se eligió el terreno en las proximidades
de San Carlos, de modo de no dejar la sensación de secretismo y hechos
consumados, como si esta decisión estuviera revestida de una actitud culposa, y
no como debiera ser, de responsabilidad política y que da respuesta a los
desafíos del futuro.
Es de esperar que no ocurra lo de siempre, de lo contrario
seguiremos esperando eternamente por una solución que no llega nunca.