Con escaso cambios salvo el actuar corporativo,
el Concejo municipal de San Carlos aprobó un nuevo reglamento de sala que regulará el actuar de los concejales y el desarrollo de sus sesiones.
Los desórdenes, la atropellada forma de intervenir y la falta de decoro en algunos casos, llevó al concejal Silva a proponer una revisión y modificación al reglamento de sala del consejo municipal, cuyas sesiones permanentemente son lugar de airadas discusiones, donde las descalificaciones y el atropello se han hecho recurrente.
El acalde Gebrie preguntó: "¿Pero se destaca fuertemente aquí qué sanción se va a aplicar o qué medidas cuando no hay caso que alguien no pide la palabra y sigue interviniendo? Si no lo tiene, yo no lo propongo ni apruebo este reglamento". La concejala Flores le recordó que este reglamento es una de las pocas facultades que tiene el concejo".
Si bien en el reglamento se establece tiempo de intervención de cada concejal, cuando el edil Silva intentó responsabilizar al secretario municipal Hernán Millán, para que este regulara las intervenciones, el secretario lo negó rotundamente y señaló que quien preside y conduce la reunión es el alcalde.
Si bien el secretario municipal les ha expresado en más de una ocasión que si no se respetaba el anterior reglamento de muy poco servirá este nuevo instrumento que acaba de ser aprobado.
Se esperaba un cambio sustancial, sin embargo lo más llamativo es una medida que busca evitar el protagonismo personal e instalar el trabajo corporativo. Es así como en la comisiones de trabajo donde se abordan trabajos y labores municipales, comisión que antes podía funcionar con solo un concejal, ahora debe tener un mínimo de dos ediles.
La votación se llevó a cabo con la aprobación de todos los ediles salvo el concejal Héctor Guzmán.
Cabe agregar que en esta misma sesión el concejal Mario Sabag pidió que quedaran consignadas en el actas las expresiones soeces del alcalde que profirió en más de una oportunidad.
El mayor problema en el desarrollo de las sesiones se produce porque algunos ediles no quedan conformes con dar a conocer su opinión o posición sobre un tema, sino que además intervienen para descalificar la posición de sus pares perdiéndose tiempo en discusiones bizantinas y no pocas de áspero diálogo.