"Nadie da garantías. Ninguno (ni Arturo Salah). Lo razonable, inteligente y sano hoy es seguir dudando".
"(Lo de Estévez) es una vergüenza espantosa y acaso criminal. Tiene que demostrar que no estuvo involucrado".
Ni la distancia aleja a Felipe Bianchi
de la contingencia. Ni mucho menos si tiene que ver con la crisis
desatada durante el período de Sergio Jadue al mando de la ANFP,
conflicto del que venía advirtiendo hace años.
Pero no siente ánimo de revancha.
"Tranquilidad más bien. Puedo dormir tranquilo. Es un orgullo estar del
lado de los que lucharon, desde el primer día, contra un grupo de
indecentes que pasarán a la historia del fútbol chileno por lo ladrones,
frescos y mentirosos. Fuimos poquitos los que dimos la pelea. Nos
presionaron mucho. Trataron de que nos despidieran varias veces. Pero
resistimos. No todos pueden decir lo mismo".
—¿Qué te parece que exista una sensación de "sorpresa" ante los datos dados a conocer ayer?
—Insólito. Ordinario como toda mala
excusa. La auditoría no revela cosas nuevas, más bien le pone números a
delitos ya conocidos y denunciados. Los primeros comentarios de radio y
TV y las primeras columnas revelando quiénes eran Jadue, Jaque,
Etcheverry y los demás datan de principios del 2011. Con pruebas
incluidas. Pero no quisieron escuchar. Les dio lo mismo porque les
convenía el escenario. Al punto que luego lo reeligieron y hasta crearon
una comisión falsa para lavarle la imagen. El estupor es tan ridículo y
obsceno como el de los que se "sorprendieron" por los detenidos
desaparecidos en la dictadura. Un insulto a la inteligencia humana.
Supongo que nadie les cree.
—Las responsabilidades aún se centran en
tres personas —Jadue, su asesor Mauricio Etcheverry y el exsecretario
general Nibaldo Jaque— pero un desfalco de este nivel solo puede
explicarse por un problema estructural mayor.
—Por supuesto. Todo el Consejo de
Clubes, todo el directorio de la ANFP antigua y parte del actual, casi
todos los gerentes, casi todos los funcionarios de los últimos dos
gobiernos, todas las instituciones que debían vigilar, las empresas que
aceptaron contratos manipulados o sin licitación, muchísimos periodistas
y muchos jugadores y miembros de la Familia del Fútbol miraron para el
lado y son culpables por obra u omisión. Nadie puede decir que no estaba
sobre aviso. Todo pasó porque dejaron que pasara.
—¿Cuán responsable es la actual clase dirigencial en toda esta crisis?
—Completamente responsable. Ellos los
pusieron ahí, participaron, los reeligieron y negaron los hechos una y
otra vez. Hasta que, gracias al FBI, fue imposible seguir mintiendo.
—¿Crees que Salah da garantías de que puede limpiar todo esto?
—Nadie da garantías. Ninguno. Lo
razonable, inteligente y sano hoy es seguir dudando. Se avanzó algo con
la publicación de la auditoría, pero la verdadera medición tiene que ver
con el peso de los castigos...si lo hay. Hay que fijarse en cuánto
presionan y trabajan recuperar la plata robada y para que varios
dirigentes vayan a la cárcel, que es donde tienen que estar. De los
clubes chicos... y de los grandes.
—¿Qué opinión te merece Jaime Estévez y su famosa comisión auditora que no encontró nada?
—Una vergüenza espantosa y acaso
criminal. Es de los muchos que ahora tiene que demostrar que no estuvo
involucrado. Resulta vergonzoso que aún siga ligado a Universidad
Católica y al fútbol.
Por Daniel Fernández A.