Entre 4,7 y 20
millones de pesos por hectárea puede marginar un productor orientado a la
exportación de fruta fresca.
La agricultura,
rápidamente, ha pasado de ser una actividad de agricultores a una interesante
área de negocios para inversionistas. Es por ello que vastas extensiones de las
regiones de Valparaíso, Metropolitana, de O’Higgins y también del Maule, han
pasado a manos de grandes empresas que buscan optimizar los rendimientos y
obtener los mejores precios.
Un escenario
similar es el que se observa en el caso de la remolacha, materia prima de la
industria azucarera chilena, cuyo único poder comprador es Iansa.
Si bien los berries
se cultivan en la zona central y centro sur del país, las condiciones de suelo
y clima en la Provincia de Ñuble son especialmente aptas para los arándanos,
frambuesas y cerezas, aunque también existe un desarrollo menor de las
frutillas y un gran potencial para las moras y los maquis.
Esta fruta es
particularmente sensible a los fenómenos climáticos, como las heladas, por lo
tanto, los rangos de rendimiento por hectárea son muy variables. Pero así como
supone un alto riesgo y también altos costos de producción, principalmente por
el uso de mano de obra, tal como ocurre con los arándanos y las frambuesas, las
rentabilidades pueden llegar a ser muy altas también.
Si bien la
superficie plantada de este fruto es aún pequeño en la provincia, sus proyecciones
de crecimiento son altas, dada la creciente demanda internacional en la
industria de los chocolates y los snacks.
Para ello, la
investigación, la aplicación de tecnologías en riego y manejo de cultivos, la
innovación, el desarrollo de variedades más resistentes y de mayor rendimiento,
el uso de agroquímicos, el aumento de la mecanización y el aprovechamiento de
los rendimientos de escala han sido factores clave para mejorar los números en
un sector que tradicionalmente exhibía resultados mediocres.
En ese sentido, en
la Provincia de Ñuble se observa un proceso de cambio paulatino, caracterizado
por la incorporación de nuevos cultivos orientados a la agroindustria y la
exportación, así como el cambio de propiedad de la tierra.
El negocio agrícola
ha dejado de ser de subsistencia, y los cultivos anuales tradicionales menos
rentables están dando paso a otros con resultados más atractivos y con gran
potencial de crecimiento en la zona.
Empresas
consultoras, entidades de investigaciones, productores grandes, medianos y
pequeños, pero principalmente emprendedores, han advertido la mayor
rentabilidad de algunos cultivos en la zona, que año tras año ganan terreno,
como los arándanos, las frambuesas, las cerezas, los kiwis, las manzanas rojas,
las avellanas europeas, la castaña chilena, algunas hortalizas, la frutilla, y
dos cultivos industriales de gran importancia: la achicoria y la remolacha.
Achicoria
Más allá del
conflicto por los precios a pagar a productores, la achicoria es uno de los
cultivos más rentables de Ñuble, con un rendimiento promedio de 52 toneladas
por hectárea, que bien puede bordear las 60 toneladas, dependiendo del manejo y
el suelo, lo que incluye el riego.
La empresa
Beneo-Orafti es el único poder comprador de este tubérculo que se utiliza para
la elaboración de inulina, y hasta el momento, el precio a productor es de
$38.500 por tonelada.
Considerando un
costo equivalente a 32 toneladas por hectárea, se puede obtener un ingreso
promedio de $500 mil por hectárea.
Remolacha

Tal como ocurre con
la achicoria, los precios son establecidos mediante contratos con los
productores, aunque en los últimos años la empresa ha ido comprando grandes
predios para establecer sus propios cultivos, un fenómeno que no es bien visto
por algunos dirigentes remolacheros, dado que constituye una integración
vertical que en el largo plazo podría afectar la libre competencia y aumentar
el poder monopólico de la compañía en la zona, con un efecto negativo en los
precios.
En la temporada
2013-2014, el rendimiento de la remolacha promedió las 90 toneladas por
hectárea, aunque se prevé aumentar a 97 toneladas como promedio a partir de la
incorporación de riego tecnificado, que hoy es un utilizado por un 64% de los
productores de Ñuble y la tendencia va en aumento.
Actualmente, el
precio que se paga es de $32.200 por tonelada limpia de remolacha, y si se
considera un costo equivalente a 70 toneladas, el retorno para el productor
alcanza a $644 mil por hectárea, aproximadamente.
Arándanos
El rubro de los
berries ha demostrado ser altamente rentable y se ha transformado en uno de los
pilares de la industria frutícola exportadora, tanto en frescos como en
congelados, y en su variante orgánica.

De hecho, Ñuble,
con cerca de 2.200 hectáreas de cultivos concentra la mayor superifice de
arándanos del país.
En la temporada
2014-2015, los retornos a productores de arándanos frescos bordearon los US$3
por kilogramo, lo que es considerado un buen precio.
Según la Fundación
para la Innovación Agraria (FIA), al quinto año de establecido el huerto, una
hectárea de arándanos puede rendir del orden de los 6 mil a 7 mil kilogramos,
cifra que aumentará en los años siguientes.
De acuerdo a lo
anterior, en el quinto año se pueden generar ingresos del orden de $13,5
millones por hectárea, pero también los costos son elevados, ya que se estima
que los costos directos pueden alcanzar en el quinto año a los $6 millones por
hectárea, con un margen bruto cercano a los $8 millones. Descontando los costos
indirectos, el monto se reduce a $4,7 millones.
Lo anterior es
altamente variable, pues dependerá del tipo de cambio y el precio pagado en
destino, muy dependiente de la fecha en que se exporte.
Cerezas
Pero la fruta que
está en pleno apogeo es la cereza, gracias a la creciente demanda por parte de
los mercados asiáticos, especialmente de China.

En Ñuble, el
rendimiento por hectárea puede variar entre 8 y 12 toneladas.
Bajo el supuesto de
plena producción y con un rendimiento de 12 toneladas por hectárea y un precio
a productor de US$5 por kilogramo de cereza fresca, considerando el valor que
se pagó en la temporada 2014-2015, los márgenes de utilidad pueden llegar a ser
bastante atractivos.
Los ingresos por
hectárea pueden bodear los $24 millones, menos los costos directos, indirectos
y otros gastos operacionales, la utilidad neta a productor será del orden de
los $20 millones por hectárea.
Conviene mencionar
que estas cifras están calculadas al décimo año, sin considerar la inversión
inicial, que puede bordear los $16 millones para una hectárea con tecnología
media, según el estudio del Indap elaborado por la consultora Asagrin.
Frambuesas
La zona
precordillerana de Ñuble ha mostrado muy buenos rendimientos en los cultivos de
frambuesas, que también entre las vedettes de la agroindustria local.
Las exportaciones
de frambuesas congeladas representan el mayor volumen en esta especie y el
mercado de mayor importancia es el de Estados Unidos, al igual que para la
fruta fresca.
Se estima que un
12% de la producción nacional se destina a la exportación en fresco, un 83% a
la agroindustria exportadora (congelados, jugos concentrados), y tan solo un 5%
para el mercado interno en fresco, por lo que los retornos dependen de muchas variables,
como el tipo de cambio, el volumen de la oferta internacional y el destino,
donde la fruta fresca se paga a precios muy superiores.
Las producciones
que se pueden obtener a partir de la segunda cosecha (tercer año de la
plantación) pueden llegar a 18 mil kilogramos por hectárea y se pueden obtener
cosechas regulares hasta los 10 años de producción de la plantación.
Al igual que la
cereza, es una fruta muy sensible a las variaciones climáticas y requiere de un
manejo delicado en su cosecha y poscosecha, lo que supone altos costos.
En la temporada
2014-2015, el precio pagado a productor bordeó los US$2 por kilogramo, por lo
que los ingresos por hectárea llegaron a los 36 mil dólares ($23 millones), sin
embargo, los costos también han ido creciendo, y según Odepa, bordean los $5
millones por hectárea, lo que deja un margen bruto (excluye costos indirectos)
de $18 millones como valor aproximado.
avellano europeo

Entre las
principales virtudes de este cultivo destacan el bajo consumo de agua y el bajo
costo en mano de obra -lo que determina costos de mantención del orden de 1
millón por hectárea- y su gran adaptabilidad al suelo y clima de Ñuble, aunque
se debe considerar un costo de inversión no muy bajo, que puede llegar a los
3,7 millones de pesos por hectárea.
Otro elemento a
favor es que el huerto entra en su producción plena al tercer o cuarto año.
Según el productor
de Ñuble, Nicolás González Lahsen, con un rendimiento de 4 toneladas por
hectárea y un retorno a productor del orden de los US$6 por kilogramo, los
ingresos por hectárea en plena producción pueden superar los $15 millones, lo
que descontados los costos directos dejan un margen bruto de $14 millones
aproximadamente.
fuente:ladiscusion.cl