Cientos de vecinos
de la ciudad de la Región de Antofagasta alentaron a su hijo predilecto desde
una pantalla gigante instalada en la plaza principal, que vibra con cada jugada
que protagoniza Alexis Sánchez en la Roja.
Los balcones de las
casas lucen orgullosos lienzos y banderas de la selección chilena, y la imagen
de él está por todas partes. En todos los formatos. Con una amplia sonrisa en
el gran cuadro que preside el hall del edificio de la Municipalidad; vistiendo
la polera de cada uno de los equipos a los que ha defendido en un bello mural
ubicado en el sector norte; o en las paredes de los restaurantes y de los
boliches, de los almacenes y de las botillerías.
Porque él nació
aquí, a unos 15 minutos caminando del lugar en donde una enorme pantalla
gigante va a volver a proyectar su imagen sobre las mismas calles en donde
transcurrió su infancia. Porque esta noche, los vecinos del Niño Maravilla van
a poder volver a disfrutar del mismo espectáculo que tantas veces presenciaron
en directo.
Media hora antes de
que arranque el encuentro en la capital, la plaza Carlos Condell de Tocopilla
luce un aspecto inédito. Cientos de personas pueblan el pequeño anfiteatro principal
de la localidad. Niños, niñas, señores, señoras, e incluso perros, visten en la
cálida noche tocopillana la roja polera con el 7 a la espalda, con el 7 de
Alexis.
Un Alexis que,
minutos antes del pitazo inicial, es ya el gran protagonista en la pantalla.
Reposiciones con sus mejores goles, canciones compuestas exclusivamente para él
-con subtítulos que invitan a cantarlas en modo karaoke-, y emotivas imágenes
de su carrera reforzadas con una épica banda sonora, sirven de preludio del
verdadero espectáculo.
La primera pelota
que toca el atacante del Arsenal se celebra en la plaza como un gol decisivo.
El jugador se interna por la banda derecha mientras un hombre, de unos 70 años,
aprieta el puño exclamando: "Vamos, cabro".
La acción termina
sin consecuencias, pero el Niño Maravilla ha vuelto. Ya está otra vez aquí. Tan
solo el primer tanto mexicano consigue apaciguar por un momento los festejos.
La apertura de la cuenta cae como un jarro de agua fría sobre los entregados
hinchas, que minutos después se resarcen con el empate de Arturo Vidal. Entre
tanto, los cánticos más apasionados continúan siendo para Alexis. Los gritos de
ansiedad proferidos por algunos, cada vez que el futbolista pisa el área rival,
asustan a los perros callejeros, pero unen a sus conciudadanos.
La nueva ventaja
provisoria del Tri vuelve a contar con una ágil respuesta por parte de la Roja.
Vargas restablece el empate, y Tocopilla recupera el aliento. En el
entretiempo, la música se apodera de la plaza.
El complemento
regresa con emociones fuertes. Penal para Chile. A Vidal no le tiembla el
pulso. Ni tampoco a los cientos de tocopillanos congregados en Carlos Condell,
ávidos por festejar. Con el devenir de los minutos, el auditorio comienza a
impacientarse, y con la nueva igualdad de México (3-3), la hinchada comienza a
implorar el nombre de su ídolo.
Alexis, el chico de
Cuarta Poniente con Orella, parece escuchar la súplica. Y aparece. Su remate a
bocajarro acaba en gol, pero está invalidado. “No es su día, pero nunca se
esconde”, sentencia un joven situado en primera fila, devorando casi la
gigantesca pantalla de rabia y emoción.
Y puede que sea
cierto, pues no fue el mejor partido de Alexis Sánchez, ni tampoco del
combinado chileno. Pero eso, al menos en Tocopilla, era lo de menos. Si la
gente sonreía tras el pitazo final era, en realidad, porque al menos durante 90
minutos, el Niño Maravilla había vuelto a casa.
Denís Fernández,
desde Antofagasta / 16/06/2015