Puntualmente a la cita…


Comentario
Escribe: Mario San Martín Aliaga
Que la palabra vaya por delante o como nosotros decimos “la palabra empeñada” o cumplida es, uno de los factores esenciales para una comunicación efectiva.

Continuamente hacemos chistes de nuestros forma de hablar y de aquellos frases como “voy y vuelvo”, “préstame dinero y mañana te lo devuelvo” etc. So pretexto de que son “mentirillas”, que no hacen gran daño, nos hemos ido acostumbrando a tener un diálogo a veces incomprensible para extranjeros, ya que decimos y no hacemos lo mismo, no cumplimos con la hora acordada o simplemente no lo hacemos.

¿Cuántas horas perderemos como país debido a la irresponsabilidad de quienes no cumplen sus compromisos? Si pudiéramos cuantificar estas horas veríamos que su valor suma mucho más de lo que podríamos imaginar.

Para que decir de algunas representantes que se hacen esperar por largas horas bajo pretexto de que “autoridad que no abusa pierde su poder” o llegan cuando la reunión ya comenzó porque le da cierto “nivel o categoría”.

Craso error, en niveles de competitividad y distintos ranking de países, se consideran también factores donde el comportamiento de las personas de ese país es el resultado para la confiabilidad de la nación. Hasta ese nivel alcanza el tema de la responsabilidad y no puede ser de otra forma.

No por nada, el Presidente Alan García inició el 1 de marzo una campaña nacional en Perú denominada “la hora sin demora”. Así, el Mandatario pretende que Perú deje de perder los 3 millones de horas perdidas que dilapida cada año y se convierta en un país más competitivo.

Se ha hecho una mala costumbre llegar atrasado y hacer perder el tiempo a las demás personas y eso tiene un solo nombre “falta de respeto”.

Llegar a la hora o un par de minutos antes da tiempo incluso para ordenar las ideas y preparar la agenda de la reunión y no entrar apurado como torbellino pidiendo disculpas y tratando de entender donde va la conversación para que al final haya que repetir todo y demorar el doble.

Lo que debemos de hacer es poner de moda la responsabilidad y felicitar el cumplimiento en los horarios y señalar lo inoportuno que resulta el atraso. Si reconocemos esto como una falta de respeto, comenzaremos a trabajar en estas conductas en nuestros diarios compromisos y todo irá mejor. Las reuniones serán fructíferas, acotadas en su tiempo, y se podrá sacar mejores conclusiones y tareas a cumplir; ya que por esto del desorden muchas reuniones no pasan de ser un “show de declaraciones” donde al final nadie sabe que se dijo, ni para cuando alguien adquirió un compromiso.

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