Muy a propósito de una reciente columna: vivimos en los tiempos difíciles, en donde todo está teñido de negatividad y pesimismo. Las malas noticias están por todos lados, hacia donde uno mire o hacia donde uno escuche, las malas nuevas saturan los titulares, los matinales y los noticieros, como una cascada de malos augurios y negativos resultados.
Dado el panorama, es fácil caer en el derrotismo, porque es habitual que las conversaciones se centren siempre en el mal augurio y negatividad y entonces la buena disposición y la esperanza parece más un acto de ingenuidad.
Sin embargo,
este acto de resistir es profundamente humano. Es que ser optimista en un
momento adverso no es ingenuo, ni es un acto de escapismo frente a una realidad
compleja, no, se trata de vivir la realidad compleja y adversa, pero con el
optimismo propio de quien cree que es posible salir de esa complicación. Es
tomar una decisión de cómo se quiere enfrentar la vida. Tener una mirada
optimista es una verdadera declaración de intenciones y de principios, es
enfrentar el momento oscuro y complejo asumiendo esos dolores sin dejar de
creer que es posible encontrar las luces y los buenos momentos. Se trata de
tener la esperanza permanente que es factible salir de ese momento amargo.
Quienes
enfrentan las dificultades con una mirada optimista, en donde el vaso lo ven
medio lleno y no medio vacío, no se trata de personas que estén negando la
realidad o los problemas, más bien se trata de una mirada optimista en donde
los problemas son posibles de ser superados.
Es más fácil,
más cómodo incluso, caer en el desánimo cuando la corriente nos empuja a una
actitud de derrota y negatividad, pero también es posible aprovechar esa
corriente para crecer con una nueva mirada que nos abra a nuevas expectativas y
perspectivas, siempre y cuando tomemos la decisión de mirar más allá del
malestar que nos aqueja y que tenemos al frente.
Parece
incluso ingenuo, pero es posible sostener una mirada optimista, frente a lo
oscuro y adverso, porque persistir con una mirada de optimismo es un verdadero
acto de rebeldía, frente a las malas noticias o frente a los miedos que buscan
dominarnos, el optimismo o la apuesta por una mirada optimista, no solo nos
beneficia a nivel individual, sino también suma en el colectivo que nos rodea y
sobre el cual tenemos influencia.
Cuando la
realidad que nos acongoja nos duela, entonces se hace más necesario mantener
una mirada optimista, por ingenuo que parezca, porque sin lugar a dudas una
buena actitud frente a las dificultades siempre será bienvenida tanto para
nosotros mismo, como también para el entorno inmediato circundante. El
optimismo y la buena voluntad, deben seguir siendo una verdadera bandera de
lucha, frente a tanto pesimismo y tanta mala noticia.
Luis Kako Navarrete
Consejero Regional de las Culturas