NACIONAL.- (The Clinic).- “Si algo quedó de manifiesto estos días, ha
sido la inutilidad de Piñera”.
El rector de la Universidad Diego Portales
manifestó que el Mandatario "no logró imponer el orden, ni tampoco conducir
la cuestión constitucional. El desorden operó como un verdadero chantaje de la
oposición y el acuerdo constitucional, como el precio a pagar para
evitarlo".
El rector de la Universidad Diego
Portales, Carlos Peña, se convirtió rápidamente en tendencia en redes sociales
debido a la última columna que publicó en el diario El Mercurio.
En dicho escrito, el abogado no
tiene filtros para dejar al descubierto “la inutilidad” del presidente
Sebastián Piñera en toda esta crisis social que se vive en Chile y los acuerdos
alcanzados entre los partidos respecto a un plebiscito que consulte sobre si la
gente quiere o no una nueva Constitución.
“Si algo quedó de manifiesto en
estos días —estas semanas— feroces, ha sido la inutilidad del presidente
Sebastián Piñera”, lanza de entrada Peña.
Añade que el Mandatario “no logró
imponer el orden, ni tampoco conducir la cuestión constitucional. El desorden
operó como un verdadero chantaje de la oposición y el acuerdo constitucional,
como el precio a pagar para evitarlo. Piñera acabó solitario el día martes —o,
lo que es lo mismo, flanqueado por Blumel y Rubilar— pronunciando
generalidades, frases que ocultaban lo que en ese momento saltaba a la vista de
cualquier observador: las ideas que hace dieciocho meses ofreció a la
ciudadanía ya carecían de toda vocación de realidad”.
En esta línea, Peña advierte que
“un político cuyas ideas no tienen vocación de realidad —es decir, cuyas ideas
no pueden o ya no quieren hacerse realidad— deja de ser, por la fuerza de los
hechos, un político de veras y pasa a ser un administrador, un simple mediador,
un remendón de los intereses en juego. Eso es exactamente lo que le acaba de
ocurrir a Piñera”.
A renglón seguido, el rector de
la UDP apunta que “de aquí en adelante, solo podrá erigirse como un amable
componedor de una agenda que ni ideó y en la que tampoco —¿para qué engañarse?—
cree.
El Gobierno se habrá trasladado a los partidos que han impuesto así, por
la vía de hacer creer que una porción de ellos fue el intérprete fiel de la calle,
una especie de parlamentarismo idiosincrásico. Y Piñera habrá fracasado, y la
institución de la presidencia con él”.
En medio de todo el estallido
Social, el autor de la columna sostiene que “el Presidente siempre podrá
conformarse con que la nueva Constitución llevará su firma y se la conocerá en
el futuro como la Constitución de Piñera. No es la mejor forma de pasar a la
historia”.
“
Pero, a estas alturas, es la
única”, cerró.
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