Recinto afectado por 20 incendios en cinco meses por "venganza"

Recinto afectado por 20 incendios en cinco meses por "venganza"

Sujetos, que ya estarían identificados, habrían ingresado en reiteradas ocasiones al predio donde funciona en verano un recinto recreacional. Investigación está en Fiscalía.
Desde los últimos días de febrero hasta la fecha, 20 incendios se han originado en el Complejo Turístico Alumga, ubicado a un costado de la Carretera 5 Norte, en San Carlos. Los peritajes realizados por el Laboratorio de Criminalística (Lacrim) de la PDI, posterior a los siniestros, habrían arrojado que estos fueron intencionales, de noche, y con la finalidad de destruir la mayor cantidad de estructura posible.
La situación, a todas luces inquietante, tiene al matrimonio compuesto por Iris Uyarte y Rubén Garrido viviendo en vilo. Moran solos en el sector, con un miedo punzante y ya han perdido más de $200 millones en materiales y objetos. Aseguran que los hechos que los vienen atormentando están motivados por sed de venganza.
Ocurre que durante el último verano, los propietarios le arrendaron un quiosco de venta de confites a una mujer, de quien, hasta ese minuto, no tenían mayores antecedentes. En los primeros días no hubo inconvenientes, pero rápidamente la arrendataria habría comenzado a mostrar malos hábitos y, lo que fue peor, a traficar droga en las instalaciones del recinto, indican.
Tras darse cuenta de la situación, la familia sancarlina le pidió a esta persona que sacara sus pertenencias, ya que la actitud mostrada no se emparentaba con el contexto del espacio (el complejo recibe, diariamente un promedio de 600 personas en período estival, muchas de estas, niños). Fue ahí cuando vino lo peor: la mujer (de unos 30 años), cuentan los afectados, se resistió a ser sacada y, finalmente, cuando lograron echarla, amenazó con hacerles "la vida imposible" y cobrar revancha.
"Ya no tenemos vida. Tenemos rabia, creemos que es una injusticia lo que nos está pasando. Son 'fulanos' a los que les pagan $30.000 para que vengan a quemar, que son mandados. Aquí hay una persona que les paga por venir a dejarnos sin lo nuestro. Acá hay una tremenda inversión, entonces, la verdad, esto es de mal nacidos, es venganza", describe Iris Uyarte, algunas horas después del último incendio, registrado el jueves en la noche.
Menos de un día después, en la tarde del viernes, en momentos en que ya el cielo se cubría de negro, su marido disparó un par de veces al aire -con su arma debidamente inscrita- al sentir ruidos sospechosos cerca de la casa. Los mismos sujetos de siempre habrían regresado a las proximidades del predio por una billetera que perdieron el día anterior. Esta vez no prendieron fuego. Carabineros monitoriza el perímetro del recinto día y noche; el Ministerio Público ordenó rondas preventivas a las visitas constantes que efectivos policiales ya venían realizando desde mediados de marzo.
"No me voy a ir, no voy a dejar el complejo. Tengo claro que ellos están decididos a todo, pero es injusto que tengamos que dejar nuestro proyecto familiar. Entran a toda hora, sin saber con qué se pueden encontrar. Podrían atentar contra nosotros, pero no nos moveremos", advierte la propietaria de Alumga.
En cenizas
El Complejo Alumga funciona continuadamente entre los meses de diciembre y marzo. En temporada alta, sus piscinas, áreas de camping y centro de eventos reciben gran cantidad de público. Eso, hasta ahora. Al recorrer sus instalaciones, el panorama es desolador: paredes completamente en el suelo, vidrios en mil pedazos y mobiliario calcinado. Los atacantes han dejado mensajes temerarios tras los ataques.
"Sin lugar a dudas es una situación extraña, pero nuestro personal, cada vez que ha ido al sitio del suceso por un problema de estas características, no ha encontrado persona alguna merodeando los sectores. Hemos acudido cada vez que se nos ha requerido y cuando no, lo estamos haciendo de oficio", señala el jefe de la Primera Comisaría de Carabineros de San Carlos, mayor Juan Opazo.
Actualmente la investigación la lleva la Fiscalía de San Carlos, mientras el matrimonio de Iris Uyarte y Rubén Garrido vive, literalmente, pegado a la ventana vigilando cualquier movimiento extraño.

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