Sergio Bustos fue el hombre que con su demanda laboral hizo público el millonario negocio
de la empresa de Natalia Compagnon en Machalí.
La mañana del viernes 29 de enero, Sergio Bustos (69) se instaló temprano frente al televisor para seguir la audiencia de formalización de 13 personas involucradas en el denominado caso Caval. Entre los acusados se encontraban sus dos ex empleadores, Mauricio Valero y Natalia Compagnon, contra quienes perdió un publicitado juicio laboral en marzo del año pasado. Al verlos ahí, dice haber tenido sentimientos encontrados.
Por un lado, sintió rabia al pensar en la cantidad de dinero que se trianguló entre los protagonistas, sin que él pudiera embolsarse la parte que le habían prometido. Por otra parte, también sintió alivio de no haberse involucrado más en las maniobras para cambiar el uso de suelo, que podrían haber modificado su calidad de "testigo" por la de "imputado". Finalmente, y pese a tener demasiadas expectativas con las medidas cautelares, sintió esa alegría propia de la revancha al escuchar que Valero se quedaría un año con arresto domiciliario.
"Creo que a los otros 12 que estuvieron en la formalización les hubiera gustado darle una camotera a Valero por no haberme pagado. Mira lo que les costó", comenta Bustos, sentado en la oficina de su abogado, Gustavo Baeriswy. Era el único lugar en Chillán donde podía dar esta entrevista con tranquilidad, pues en su casa nadie quiere saber absolutamente nada de periodistas después de todo lo que ha pasado en el último año.
Desde que Bustos colaboró con la publicación del 6 de febrero de 2015 de revista Qué Pasa, su vida se transformó en una guerra. Entre mayo de 2013 y octubre de 2014 había trabajado, entre otras tareas, como asesor de Caval en la obtención del crédito bancario para comprar las 44 hectáreas en Machalí, que el síndico Herman Chadwick le estaba liquidando a la familia Wiesner como parte de un convenio judicial. En octubre de 2014, Bustos se aburrió de esperar. Dice que según lo convenido, le debían alrededor de $ 160 millones entre sueldos y el premio de 5.000 UF por conseguir el préstamo. Cuando amenazó con demandar, lo desafiaron a hacerlo. Entonces decidió buscar apoyo en los medios.
"Necesitaba un seguro de vida. No quería que se destapara todo, porque iba a pasar lo que pasó: que iba a perder todo. Pero sí quería que algún medio periodístico importante tuviera parte de esta información por si me pasaba algo", dice.
¿Y qué le podía pasar?
Tenía miedo. Con gente como esa, podía pasar cualquier cosa. Un sicario por cinco millones de pesos te mata un pollo. Yo los encontré mafiosos.
Pero no hubo amenazas concretas.
Algún recado me mandaron, pero amenazas, no. Esta gente tiende a ser cobarde, andan con el cuchillo por la espalda. Por eso, quería que alguien tuviera algo. Llamé a todos los medios, a todo el mundo. Al señor de los suspensores (Tomás) Mosciatti le escribí y no me infló. Qué Pasa sí estuvo.
¿Hubo políticos que se acercaron a usted para obtener información?
Sí, de Renovación Nacional, pero yo no les entregué nada. Es que justamente en ese momento estaba con el asunto de los fiscales (Luis) Toledo y (Sergio) Moya. "Usted puede decir lo que quiera", me dijo, "pero no debe, porque está en secreto de sumario". Entonces, yo les dije a los de Renovación que no podía decir nada, absolutamente nada. Les mostré todo, pero no les entregué nada. No alcanzaron a pescarlo todo. Los gallos quedaron impactados.
Posteriormente, usted negoció poner fin a la demanda si le pagaban. ¿Cómo fueron esas tratativas?
Lo más divertido de esto es que la señora Natalia Compagnon mandó a una abogada amiga suya a negociar conmigo y Levine a Talca. Una tal "Catarina", nunca supe su apellido. Después desapareció. Su actuación fue hasta la semana previa del juicio laboral, cuando me estaban ofreciendo los $ 160 millones. Ella fue con la Grace (Alvarez). Esta última me dijo que no entendía a esta gente, me dijo que estaba de paso, pero parece que no fue tan así, porque sigue metida en la defensa de Compagnon. Llegaron a Talca, al restorán Los Ganaderos. Cerramos en $ 160 millones. Aceptamos recibir $ 20 millones al contado. Les costó juntarlos, porque el abogado (Antonio) Garafulic tuvo que ayudar a reunir la plata. Pero resulta que el saldo era en un "futuro cercano" y a mí se me prohibía decir nada de Caval. Tenía que pagarles 5.000 UF si decía algo. Y resulta que se iba a firmar una escritura ante notario, pero no me iban a dar copia. Ahí, con mi abogado, Rodrigo Lillo, pedimos un cheque a 60 días para el saldo. Dijeron que lo iban a consultar con Valero y al día siguiente no llegaron a la notaría. Al rato llamó la Grace a Rodrigo y le dijo: "Mira, yo estoy decepcionada, pero acá no han llegado y no voy a ir sola". Así que se suspendió la reunión y de ellos nunca más se supo.
En paralelo, partió la investigación judicial. ¿Cuán importante considera que fue su colaboración con la fiscalía?
Anduve harto con ellos. Vinieron para acá, salí con ellos en Santiago, fui al Cibercrimen. Me atendieron bien, me tuvieron bajo protección por 90 días. Hasta hoy tengo cámaras en mi casa. Se portaron muy bien, me consultaban alguna cosa que les faltaba.
En ese momento, ¿creyó usted que la investigación llegaría tan lejos?
Me dieron buena espina los fiscales Toledo y Moya. Después de la formalización quedé con gusto a poco, pero después de escuchar a Toledo entendí que era un triunfo para la fiscalía. Consiguió un año para investigar y hay tres personas que tendrán que pasar todo un año en su casa, aunque después les den una baja condena.
Todos los que dijeron "a Sergio Bustos no lo conozco" están mintiendo. Menos Luksic, que fue el primero. A él, efectivamente, no lo conozco, pero sí a su secretaria. El síndico sí dijo "a Sergio Bustos no lo conozco". Pero para que se acuerde él, y le he mandado este aviso varias veces, cuando fui a buscar unos papeles a su oficina, me recibió, me tomó del brazo y me preguntó: "Oye, ¿sabes, podría comprarme los salmones?", en un tiempo en que estaba liquidando una salmonera.
Otra de las personas que quedaron con arresto domiciliario es Mauricio Valero, a quien usted demandó hace un año. ¿Cómo se sintió cuando escuchó que quedaba con arresto domiciliario?
Me alegré mucho, más sabiendo que estuvo complotando con un abogado para atacarme por otros temas.
¿Usted de verdad cree que hay una suerte de persecución en su contra?
Totalmente. Hoy en día, sí, totalmente. Creo que hay una persecución, pero descarto totalmente, para que no me vengan a confundir con asuntos de política, que la señora (Michelle) Bachelet supiera de este tema. Si me preguntas ahora si la señora Bachelet estuvo metida, yo creo que no. Definitivamente, no.
Bustos asegura que comenzó a escribir un libro titulado Mi verdad en el caso Caval, que comienza hablando del rol que tuvo la Presidenta en la obtención del crédito del Banco de Chile. Hoy, piensa que si retoma el libro, tendrá que reescribir esa parte. Las otras acusaciones
La escritura del texto se estancó en la página 97, pues Bustos se vio obligado a concentrarse en otras materias que, desde su punto de vista, son consecuencia de haber perjudicado a la familia Dávalos Compagnon.
En 2012, antes de comenzar a trabajar con Caval, su nombre había aparecido en la investigación del ministro de la Corte de Apelaciones de Chillán Claudio Arias por la muerte del mirista Rolando Angulo en 1974. Uno de los hermanos de la víctima, el abogado Fernando Angulo, lo mencionó como posible autor intelectual del homicidio. La acusación se apoyó en la obtención de una ficha de Colonia Dignidad, en la que se le sindica como integrante de organismos represivos de la dictadura: "Trabajó en inteligencia en Santiago, bajo el comandante Jorge Carrasco Fuenzalida, desde la mitad de febrero hasta junio de 1974, en BIC, Grupo Chorrillos. Desde junio hasta agosto trabajó en la Dina con el coronel Manuel Contreras Sepúlveda".
Ante estos indicios y otros testimonios, el ministro Arias decidió procesar a Bustos en agosto pasado. Pasó una noche detenido en un centro penitenciario de San Carlos y solo quedó en libertad provisional después del pago de $ 300 mil.
El exasesor de Caval conecta esta arremetida judicial con una de las conversaciones interceptadas por el OS-9 durante la investigación de Caval. En este diálogo, un abogado le recomienda a Valero explotar este flanco públicamente para desacreditar a Bustos. "Esto de complotar en contra mía deja como el forro al ministro de la Corte de Apelaciones y al programa de DD.HH. de Interior, porque nunca vamos a saber si le metieron mano a esto o no", afirma.
¿Usted tuvo alguna relación con la Dina o conoció a Manuel Contreras?
Absolutamente ninguna. Nunca conocí a Contreras, ni estuve a dos metros de él. Yo conozco a Contreras por lo mismo que tú, por lo que he visto en la tele y en los diarios. Ahora me vinculan al fiscal militar (Mario Romero), lo que es lógico, porque es sancarlino. ¿Tú conoces San Carlos? Es un pueblito de este porte, nos conocemos todos.
¿Dónde vivió usted entre 1973 y 1974?
Andando en camiones. Hay un gran error, porque resulta que había un Sergio que era dirigente camionero de esa época y otro Sergio que también era dirigente camionero. Resulta que uno es Sergio Bustos y el otro es Sergio Gómez. Este último es el que siempre estuvo en San Carlos y Chillán; yo me fui. Lo único que a mí me junta con la muerte de Angulo, aparte de los testimonios de unas personas que dicen que me vieron, son las fichas de la Colonia Dignidad. Me metieron ahí por un enredo de unos animales que yo le vendía al Ejército. Son puras tonteras, no son cosas de 1974, sino de mucho más adelante. No conocí a ninguna de las personas mencionadas.
Tenía miedo. Con gente como esa, podía pasar cualquier cosa. Un sicario por cinco millones de pesos te mata un pollo. Yo los encontré mafiosos.
Pero no hubo amenazas concretas.
Algún recado me mandaron, pero amenazas, no. Esta gente tiende a ser cobarde, andan con el cuchillo por la espalda. Por eso, quería que alguien tuviera algo. Llamé a todos los medios, a todo el mundo. Al señor de los suspensores (Tomás) Mosciatti le escribí y no me infló. Qué Pasa sí estuvo.
¿Hubo políticos que se acercaron a usted para obtener información?
Sí, de Renovación Nacional, pero yo no les entregué nada. Es que justamente en ese momento estaba con el asunto de los fiscales (Luis) Toledo y (Sergio) Moya. "Usted puede decir lo que quiera", me dijo, "pero no debe, porque está en secreto de sumario". Entonces, yo les dije a los de Renovación que no podía decir nada, absolutamente nada. Les mostré todo, pero no les entregué nada. No alcanzaron a pescarlo todo. Los gallos quedaron impactados.
Posteriormente, usted negoció poner fin a la demanda si le pagaban. ¿Cómo fueron esas tratativas?
Lo más divertido de esto es que la señora Natalia Compagnon mandó a una abogada amiga suya a negociar conmigo y Levine a Talca. Una tal "Catarina", nunca supe su apellido. Después desapareció. Su actuación fue hasta la semana previa del juicio laboral, cuando me estaban ofreciendo los $ 160 millones. Ella fue con la Grace (Alvarez). Esta última me dijo que no entendía a esta gente, me dijo que estaba de paso, pero parece que no fue tan así, porque sigue metida en la defensa de Compagnon. Llegaron a Talca, al restorán Los Ganaderos. Cerramos en $ 160 millones. Aceptamos recibir $ 20 millones al contado. Les costó juntarlos, porque el abogado (Antonio) Garafulic tuvo que ayudar a reunir la plata. Pero resulta que el saldo era en un "futuro cercano" y a mí se me prohibía decir nada de Caval. Tenía que pagarles 5.000 UF si decía algo. Y resulta que se iba a firmar una escritura ante notario, pero no me iban a dar copia. Ahí, con mi abogado, Rodrigo Lillo, pedimos un cheque a 60 días para el saldo. Dijeron que lo iban a consultar con Valero y al día siguiente no llegaron a la notaría. Al rato llamó la Grace a Rodrigo y le dijo: "Mira, yo estoy decepcionada, pero acá no han llegado y no voy a ir sola". Así que se suspendió la reunión y de ellos nunca más se supo.
En paralelo, partió la investigación judicial. ¿Cuán importante considera que fue su colaboración con la fiscalía?
Anduve harto con ellos. Vinieron para acá, salí con ellos en Santiago, fui al Cibercrimen. Me atendieron bien, me tuvieron bajo protección por 90 días. Hasta hoy tengo cámaras en mi casa. Se portaron muy bien, me consultaban alguna cosa que les faltaba.
En ese momento, ¿creyó usted que la investigación llegaría tan lejos?
Me dieron buena espina los fiscales Toledo y Moya. Después de la formalización quedé con gusto a poco, pero después de escuchar a Toledo entendí que era un triunfo para la fiscalía. Consiguió un año para investigar y hay tres personas que tendrán que pasar todo un año en su casa, aunque después les den una baja condena.
Todos los que dijeron "a Sergio Bustos no lo conozco" están mintiendo. Menos Luksic, que fue el primero. A él, efectivamente, no lo conozco, pero sí a su secretaria. El síndico sí dijo "a Sergio Bustos no lo conozco". Pero para que se acuerde él, y le he mandado este aviso varias veces, cuando fui a buscar unos papeles a su oficina, me recibió, me tomó del brazo y me preguntó: "Oye, ¿sabes, podría comprarme los salmones?", en un tiempo en que estaba liquidando una salmonera.
Otra de las personas que quedaron con arresto domiciliario es Mauricio Valero, a quien usted demandó hace un año. ¿Cómo se sintió cuando escuchó que quedaba con arresto domiciliario?
Me alegré mucho, más sabiendo que estuvo complotando con un abogado para atacarme por otros temas.
¿Usted de verdad cree que hay una suerte de persecución en su contra?
Totalmente. Hoy en día, sí, totalmente. Creo que hay una persecución, pero descarto totalmente, para que no me vengan a confundir con asuntos de política, que la señora (Michelle) Bachelet supiera de este tema. Si me preguntas ahora si la señora Bachelet estuvo metida, yo creo que no. Definitivamente, no.
Bustos asegura que comenzó a escribir un libro titulado Mi verdad en el caso Caval, que comienza hablando del rol que tuvo la Presidenta en la obtención del crédito del Banco de Chile. Hoy, piensa que si retoma el libro, tendrá que reescribir esa parte. Las otras acusaciones
La escritura del texto se estancó en la página 97, pues Bustos se vio obligado a concentrarse en otras materias que, desde su punto de vista, son consecuencia de haber perjudicado a la familia Dávalos Compagnon.
En 2012, antes de comenzar a trabajar con Caval, su nombre había aparecido en la investigación del ministro de la Corte de Apelaciones de Chillán Claudio Arias por la muerte del mirista Rolando Angulo en 1974. Uno de los hermanos de la víctima, el abogado Fernando Angulo, lo mencionó como posible autor intelectual del homicidio. La acusación se apoyó en la obtención de una ficha de Colonia Dignidad, en la que se le sindica como integrante de organismos represivos de la dictadura: "Trabajó en inteligencia en Santiago, bajo el comandante Jorge Carrasco Fuenzalida, desde la mitad de febrero hasta junio de 1974, en BIC, Grupo Chorrillos. Desde junio hasta agosto trabajó en la Dina con el coronel Manuel Contreras Sepúlveda".
Ante estos indicios y otros testimonios, el ministro Arias decidió procesar a Bustos en agosto pasado. Pasó una noche detenido en un centro penitenciario de San Carlos y solo quedó en libertad provisional después del pago de $ 300 mil.
El exasesor de Caval conecta esta arremetida judicial con una de las conversaciones interceptadas por el OS-9 durante la investigación de Caval. En este diálogo, un abogado le recomienda a Valero explotar este flanco públicamente para desacreditar a Bustos. "Esto de complotar en contra mía deja como el forro al ministro de la Corte de Apelaciones y al programa de DD.HH. de Interior, porque nunca vamos a saber si le metieron mano a esto o no", afirma.
¿Usted tuvo alguna relación con la Dina o conoció a Manuel Contreras?
Absolutamente ninguna. Nunca conocí a Contreras, ni estuve a dos metros de él. Yo conozco a Contreras por lo mismo que tú, por lo que he visto en la tele y en los diarios. Ahora me vinculan al fiscal militar (Mario Romero), lo que es lógico, porque es sancarlino. ¿Tú conoces San Carlos? Es un pueblito de este porte, nos conocemos todos.
¿Dónde vivió usted entre 1973 y 1974?
Andando en camiones. Hay un gran error, porque resulta que había un Sergio que era dirigente camionero de esa época y otro Sergio que también era dirigente camionero. Resulta que uno es Sergio Bustos y el otro es Sergio Gómez. Este último es el que siempre estuvo en San Carlos y Chillán; yo me fui. Lo único que a mí me junta con la muerte de Angulo, aparte de los testimonios de unas personas que dicen que me vieron, son las fichas de la Colonia Dignidad. Me metieron ahí por un enredo de unos animales que yo le vendía al Ejército. Son puras tonteras, no son cosas de 1974, sino de mucho más adelante. No conocí a ninguna de las personas mencionadas.
¿De qué año es el primer testimonio que lo vincula con la muerte de Angulo?
De 2012.
Es decir, aparece mencionado antes de trabajar en Caval.
Mucho antes. Y en la ficha de Colonia Dignidad aparezco en 2013. Pero resulta que ya se sabía que me estaban metiendo en este tema. De ahí nace la idea de esa conversación de Valero y uno de sus abogados.
¿Y usted tiene alguna prueba de que aquí hay una intervención?
Yo no tengo ninguna prueba, pero solamente apunto a lo que Valero estuvo tramando para meterme más adentro en el fango de esta cuestión de derechos humanos. Mi mente y mis manos están limpias. Y de los militares que conocí, es verdad que conocí al fiscal militar, claro poh, si es sancarlino, la mamá y el papá del fiscal militar eran amigos de mi papá. Yo llegaba a la casa del fiscal y estaba con toda la gente. Claro que lo conocí cuando éramos cabros chicos.
A esta investigación se sumó otra más. El 8 de enero, Bustos estaba citado por la Fiscalía de Rancagua. Allí la fiscal Gabriela Carvajal le explicó que estaba imputado por producción de pornografía infantil. "Ahí se me cayó la guardia, como te conté denantes. Así como me chantaron el tema de los derechos humanos, ahora me están chantando un asunto de pornografía infantil", asegura Bustos.
En medio de las pesquisas de su PC por el caso Caval, la policía descubrió una carpeta de fotos privadas. Las imágenes muestran a tres de los hijos de Bustos, cuando niños, bañándose o jugando desnudos. En otra, se ve al menor de todos, aún con ropa, sentado en una pelela. "Casi todos los papás les sacan fotos a los cabros cuando andan piluchos. Son unas fotos que no tienen calidad de pornografía. ¿Un cabro de tres años sentado en una pelela? O sea, yo lo encuentro ridículo", reclama el exfuncionario de Caval.
Tanto su mujer como estos tres hijos fueron citados el 20 de enero. Se les consultó si habían sido víctimas de algún vejamen por parte de su padre. De acuerdo a Bustos, todos reaccionaron indignados ante estas consultas. El menor de los tres, hoy de 12 años, también declaró. Según el exfuncionario de Caval, lo hizo porque la fiscal amenazó con que su no comparecencia daría lugar a una detención. "Todo esto es producto de una mente enfermiza. Tal como yo sé que el señor Valero habló la cuestión de derechos humanos, también pueden haber tenido acceso a todo esto. Yo no maté a nadie, yo no violé a nadie, yo no he traficado pornografía infantil. Esto de Caval me ha traído puros problemas", se lamenta Bustos.
Memorias de un crédito
Luego de todo lo ocurrido con posterioridad a la demanda contra Caval, Bustos dice querer olvidar todo y concentrarse en sus problemas actuales. Prefiere no discutir algunos pasajes del año y medio en el que se relacionó con la sociedad de Compagnon y Valero, como cuando fue invitado por otro de los asesores, Victorino Arrepol, a trabajar con Gonzalo Vial, a quien conocía del mundo del rodeo. "No quiero meterme en más líos", comenta.
Lo que sí recuerda, con cierto orgullo, es haber conseguido la reunión para Compagnon y su esposo con Andrónico Luksic. Su rutina consistía en trabajar desde el Hotel Lyon, donde se juntaba con Mauricio Valero y Victorino Arrepol, conseguir los papeles para los bancos y asistir a reuniones con sus ejecutivos. Podían tomar desayuno, almorzar y cenar en el hotel, con todos los gastos pagados por la empresa. Para las citas más importantes, usaba los Lexus de la empresa para causar una mejor impresión en su contraparte. "El crédito lo logré yo, pero necesitábamos un empujón, porque dos comités nos habían rechazado. Nos dijeron que el único aval que servía era el dueño. Entonces me pidieron armar la reunión en nombre de la señora Bachelet", cuenta Bustos.
¿Y usted creía cuando otros funcionarios de Caval le decían que la "mami", haciendo referencia a la Presidenta, iba a llamar o iba a intervenir en la obtención del crédito?
Hoy día no les creo a esos desgraciados ni lo que rezan. Pero si estábamos en reuniones y agarraban el teléfono para decir "Aló, Peñailillo". Ese era Valero.
Pero no le consta que se trataba realmente de Peñailillo.
A ese trío, compuesto por Mauricio Valero, Marcelo Carreño y Victorino Arrepol, no le creo nada. Esos gallos son ases de la mentira (...). Pero así es el tipo de gente con que se mete este gallo (Valero), si este gallo es de bajo fondo, de bajo mundo. Por lo que yo lo conocí y por lo todo en lo que andaba metido el chato. Si se sabe todo, yo creo que va a ser brava la cosa. Este gallo estaba metido en otras cosas inmobiliarias, tiene negocios afuera. Si viajaba cada 10 días para Estados Unidos, no sé qué negocios tiene por allá.
¿Nunca escuchó de Patricio Cordero mientras trabajó en Caval?
Nunca escuche de él, jamás. Lo que sí escuché yo era que Dávalos se comía las uñas y se paseaba, y que iba a pegarle a Valero, y a todo el mundo, porque él iba a conseguir la cuestión que no habíamos logrado. Valero se agarraba así la cabeza, porque no podía sacar la cosa adelante. Y a mí me retaron varias veces como cabro chico.
¿Usted cree que Dávalos sabía que Caval usaba el nombre de su madre? El declaró lo contrario en fiscalía.
Yo creo que sí. Y siguen los medios de comunicación sin aclarar ese tema. Un día antes, el 5 de noviembre de 2013, me dice Arrepol: "Don Sergio, tiene que conseguir la reunión como sea. La Natalia va a ir al banco con Mauricio Valero, va a llevar su teléfono satelital y cuando esté arriba va a llamar a su suegra y le va a pasar el teléfono al señor Luksic para que hablen". Eso me dijo Arrepol, con Valero al lado.
Ellos han respondido que cuando se refieren a la "señora", en realidad hablan de Compagnon.
No. Siempre que hablaban de la señora, se referían a la señora Bachelet. A Compagnon no la trataban de señora, no.
¿Para conseguir ese crédito, la clave fue la reunión con Andrónico Luksic?
Claro, esa fue la clave. Si a mí el proyecto me lo echó abajo el primer comité, luego el segundo comité. Ahí fuimos a reunión con Arrepol y él habló con el gerente del área y le dijo que la señora Bachelet estaba metida en el tema. Lo dijo Arrepol, no yo. Ahí entonces empezamos a ver cómo llegar arriba.
Bueno, yo pido la reunión y me dice la secretaria que tiene clara la situación, que va a llamar a don Andrónico y que me va a devolver el llamado en unos días. "Dígale, por favor, que es urgente", le dije yo. No alcanzo a llegar al hotel, cuando me devuelve el llamado y me dice que "don Andrónico no tiene ningún problema, mañana a las 11 de la mañana", pero que quiere que doña Natalia venga con su marido, no con Valero. "Chuta, yo soy empleado", le dije. Voy a ver si se puede hacer. Llamo a Arrepol, le digo que la secretaria de Luksic dice que ningún problema mañana a las 11 de la mañana, pero en vez de Valero, con su marido. Arrepol dice que va a llamar a la Natalia y me devuelve el llamado al instante para darme el "ok".
¿Y Arrepol iba a hablar directamente con Natalia?
No tengo idea, pero fue demasiado rápida la respuesta. Entonces, cuando dicen que el señor Dávalos llegó a su casa a las 10-11 de la noche y la señora le dice que Valero no puede ir, porque está enfermo, es mentira. Ya se sabía que iba Dávalos. Estaban todos felices por la reunión en el Banco de Chile, porque sabían que conseguirían la plata.
¿Por qué ahora cambió de opinión y piensa que la Presidenta Bachelet nunca intervino en la obtención del crédito?
Ahora pienso que no, porque por muy mamá que sea, no le encuentro pasta para eso. Ustedes los periodistas no le tomaron mucho asunto a lo que yo dije en su momento, respecto a que durante la campaña presidencial, Bachelet usaba los autos de Caval, como cuando se trasladó al Canal 13, a una entrevista o un asunto con Don Francisco, en uno de los Lexus de la nuera. Debe haber pensado que le estaba yendo bien a su hijo y a su nuera, porque no creo que se haya arriesgado a llamar a Luksic. Pero sí creo que ellos fueron los que dijeron que había que pedir las reuniones en su nombre.
¿Se siente responsable del descenso en la popularidad de la Presidenta y todas las consecuencias políticas de este caso?
No, esto se dio a conocer porque se debía dar a conocer. Se iba a saber igual.
¿No se arrepiente, entonces?
Había que presionar para que me pagaran. Si no me pagan, los demando, les dije. Ellos me dijeron "demándanos". Así lo hice.
¿Qué le parece ser recordado como el hombre que destapó este negocio de la familia de la Presidenta Bachelet?
No me acomoda nada. Me gustaría olvidarlo, porque me ha traído puras malas consecuencias. Yo me voy a olvidar de esto, pero el problema que le causaron los de Caval al país fue grande, la cagaron. Ella (Bachelet) nunca va a ser la que era. Su error fue no haber agarrado de las orejas al hijo y haberle dado una pateadura.
¿Cómo ve su futuro inmediato?
Si me salen unos negocios inmobiliarios, me voy a arreglar. Aprendí bastante de ese rubro con estos señores de Caval. Son cosas concretas, propiedades grandes, que demoran en venderse. Si no, tendré que seguir viendo qué hacer. No me puedo ir a Santiago, porque tengo lo de los DD.HH. Y tengo que ver en qué sigue este otro asunto. Yo creo que deberían sobreseerme altiro. Es ridículo.
De 2012.
Es decir, aparece mencionado antes de trabajar en Caval.
Mucho antes. Y en la ficha de Colonia Dignidad aparezco en 2013. Pero resulta que ya se sabía que me estaban metiendo en este tema. De ahí nace la idea de esa conversación de Valero y uno de sus abogados.
¿Y usted tiene alguna prueba de que aquí hay una intervención?
Yo no tengo ninguna prueba, pero solamente apunto a lo que Valero estuvo tramando para meterme más adentro en el fango de esta cuestión de derechos humanos. Mi mente y mis manos están limpias. Y de los militares que conocí, es verdad que conocí al fiscal militar, claro poh, si es sancarlino, la mamá y el papá del fiscal militar eran amigos de mi papá. Yo llegaba a la casa del fiscal y estaba con toda la gente. Claro que lo conocí cuando éramos cabros chicos.
A esta investigación se sumó otra más. El 8 de enero, Bustos estaba citado por la Fiscalía de Rancagua. Allí la fiscal Gabriela Carvajal le explicó que estaba imputado por producción de pornografía infantil. "Ahí se me cayó la guardia, como te conté denantes. Así como me chantaron el tema de los derechos humanos, ahora me están chantando un asunto de pornografía infantil", asegura Bustos.
En medio de las pesquisas de su PC por el caso Caval, la policía descubrió una carpeta de fotos privadas. Las imágenes muestran a tres de los hijos de Bustos, cuando niños, bañándose o jugando desnudos. En otra, se ve al menor de todos, aún con ropa, sentado en una pelela. "Casi todos los papás les sacan fotos a los cabros cuando andan piluchos. Son unas fotos que no tienen calidad de pornografía. ¿Un cabro de tres años sentado en una pelela? O sea, yo lo encuentro ridículo", reclama el exfuncionario de Caval.
Tanto su mujer como estos tres hijos fueron citados el 20 de enero. Se les consultó si habían sido víctimas de algún vejamen por parte de su padre. De acuerdo a Bustos, todos reaccionaron indignados ante estas consultas. El menor de los tres, hoy de 12 años, también declaró. Según el exfuncionario de Caval, lo hizo porque la fiscal amenazó con que su no comparecencia daría lugar a una detención. "Todo esto es producto de una mente enfermiza. Tal como yo sé que el señor Valero habló la cuestión de derechos humanos, también pueden haber tenido acceso a todo esto. Yo no maté a nadie, yo no violé a nadie, yo no he traficado pornografía infantil. Esto de Caval me ha traído puros problemas", se lamenta Bustos.
Memorias de un crédito
Luego de todo lo ocurrido con posterioridad a la demanda contra Caval, Bustos dice querer olvidar todo y concentrarse en sus problemas actuales. Prefiere no discutir algunos pasajes del año y medio en el que se relacionó con la sociedad de Compagnon y Valero, como cuando fue invitado por otro de los asesores, Victorino Arrepol, a trabajar con Gonzalo Vial, a quien conocía del mundo del rodeo. "No quiero meterme en más líos", comenta.
Lo que sí recuerda, con cierto orgullo, es haber conseguido la reunión para Compagnon y su esposo con Andrónico Luksic. Su rutina consistía en trabajar desde el Hotel Lyon, donde se juntaba con Mauricio Valero y Victorino Arrepol, conseguir los papeles para los bancos y asistir a reuniones con sus ejecutivos. Podían tomar desayuno, almorzar y cenar en el hotel, con todos los gastos pagados por la empresa. Para las citas más importantes, usaba los Lexus de la empresa para causar una mejor impresión en su contraparte. "El crédito lo logré yo, pero necesitábamos un empujón, porque dos comités nos habían rechazado. Nos dijeron que el único aval que servía era el dueño. Entonces me pidieron armar la reunión en nombre de la señora Bachelet", cuenta Bustos.
¿Y usted creía cuando otros funcionarios de Caval le decían que la "mami", haciendo referencia a la Presidenta, iba a llamar o iba a intervenir en la obtención del crédito?
Hoy día no les creo a esos desgraciados ni lo que rezan. Pero si estábamos en reuniones y agarraban el teléfono para decir "Aló, Peñailillo". Ese era Valero.
Pero no le consta que se trataba realmente de Peñailillo.
A ese trío, compuesto por Mauricio Valero, Marcelo Carreño y Victorino Arrepol, no le creo nada. Esos gallos son ases de la mentira (...). Pero así es el tipo de gente con que se mete este gallo (Valero), si este gallo es de bajo fondo, de bajo mundo. Por lo que yo lo conocí y por lo todo en lo que andaba metido el chato. Si se sabe todo, yo creo que va a ser brava la cosa. Este gallo estaba metido en otras cosas inmobiliarias, tiene negocios afuera. Si viajaba cada 10 días para Estados Unidos, no sé qué negocios tiene por allá.
¿Nunca escuchó de Patricio Cordero mientras trabajó en Caval?
Nunca escuche de él, jamás. Lo que sí escuché yo era que Dávalos se comía las uñas y se paseaba, y que iba a pegarle a Valero, y a todo el mundo, porque él iba a conseguir la cuestión que no habíamos logrado. Valero se agarraba así la cabeza, porque no podía sacar la cosa adelante. Y a mí me retaron varias veces como cabro chico.
¿Usted cree que Dávalos sabía que Caval usaba el nombre de su madre? El declaró lo contrario en fiscalía.
Yo creo que sí. Y siguen los medios de comunicación sin aclarar ese tema. Un día antes, el 5 de noviembre de 2013, me dice Arrepol: "Don Sergio, tiene que conseguir la reunión como sea. La Natalia va a ir al banco con Mauricio Valero, va a llevar su teléfono satelital y cuando esté arriba va a llamar a su suegra y le va a pasar el teléfono al señor Luksic para que hablen". Eso me dijo Arrepol, con Valero al lado.
Ellos han respondido que cuando se refieren a la "señora", en realidad hablan de Compagnon.
No. Siempre que hablaban de la señora, se referían a la señora Bachelet. A Compagnon no la trataban de señora, no.
¿Para conseguir ese crédito, la clave fue la reunión con Andrónico Luksic?
Claro, esa fue la clave. Si a mí el proyecto me lo echó abajo el primer comité, luego el segundo comité. Ahí fuimos a reunión con Arrepol y él habló con el gerente del área y le dijo que la señora Bachelet estaba metida en el tema. Lo dijo Arrepol, no yo. Ahí entonces empezamos a ver cómo llegar arriba.
Bueno, yo pido la reunión y me dice la secretaria que tiene clara la situación, que va a llamar a don Andrónico y que me va a devolver el llamado en unos días. "Dígale, por favor, que es urgente", le dije yo. No alcanzo a llegar al hotel, cuando me devuelve el llamado y me dice que "don Andrónico no tiene ningún problema, mañana a las 11 de la mañana", pero que quiere que doña Natalia venga con su marido, no con Valero. "Chuta, yo soy empleado", le dije. Voy a ver si se puede hacer. Llamo a Arrepol, le digo que la secretaria de Luksic dice que ningún problema mañana a las 11 de la mañana, pero en vez de Valero, con su marido. Arrepol dice que va a llamar a la Natalia y me devuelve el llamado al instante para darme el "ok".
¿Y Arrepol iba a hablar directamente con Natalia?
No tengo idea, pero fue demasiado rápida la respuesta. Entonces, cuando dicen que el señor Dávalos llegó a su casa a las 10-11 de la noche y la señora le dice que Valero no puede ir, porque está enfermo, es mentira. Ya se sabía que iba Dávalos. Estaban todos felices por la reunión en el Banco de Chile, porque sabían que conseguirían la plata.
¿Por qué ahora cambió de opinión y piensa que la Presidenta Bachelet nunca intervino en la obtención del crédito?
Ahora pienso que no, porque por muy mamá que sea, no le encuentro pasta para eso. Ustedes los periodistas no le tomaron mucho asunto a lo que yo dije en su momento, respecto a que durante la campaña presidencial, Bachelet usaba los autos de Caval, como cuando se trasladó al Canal 13, a una entrevista o un asunto con Don Francisco, en uno de los Lexus de la nuera. Debe haber pensado que le estaba yendo bien a su hijo y a su nuera, porque no creo que se haya arriesgado a llamar a Luksic. Pero sí creo que ellos fueron los que dijeron que había que pedir las reuniones en su nombre.
¿Se siente responsable del descenso en la popularidad de la Presidenta y todas las consecuencias políticas de este caso?
No, esto se dio a conocer porque se debía dar a conocer. Se iba a saber igual.
¿No se arrepiente, entonces?
Había que presionar para que me pagaran. Si no me pagan, los demando, les dije. Ellos me dijeron "demándanos". Así lo hice.
¿Qué le parece ser recordado como el hombre que destapó este negocio de la familia de la Presidenta Bachelet?
No me acomoda nada. Me gustaría olvidarlo, porque me ha traído puras malas consecuencias. Yo me voy a olvidar de esto, pero el problema que le causaron los de Caval al país fue grande, la cagaron. Ella (Bachelet) nunca va a ser la que era. Su error fue no haber agarrado de las orejas al hijo y haberle dado una pateadura.
¿Cómo ve su futuro inmediato?
Si me salen unos negocios inmobiliarios, me voy a arreglar. Aprendí bastante de ese rubro con estos señores de Caval. Son cosas concretas, propiedades grandes, que demoran en venderse. Si no, tendré que seguir viendo qué hacer. No me puedo ir a Santiago, porque tengo lo de los DD.HH. Y tengo que ver en qué sigue este otro asunto. Yo creo que deberían sobreseerme altiro. Es ridículo.
Francisco Siredey E., desde Chillán