Aprendiendo de las malas experiencias

Su espíritu inquieto lo llevó a desarrollar un proyecto para ayudar a pequeños agricultores a comercializar sus productos.

Perseverante e inquieto. Esas son las palabras que mejor definen a Daniel Canto, un emprendedor que, cansado de ver las dificultades que enfrentaban los pequeños agricultores de la localidad de San Sebastián para comercializar sus productos, decidió crear un proyecto que busca rescatar el valor de la agricultura de la zona y de paso ayudar al desarrollo de la economía local.
Daniel es un agricultor que produce diversos frutos secos. Comenzó hace 6 años con un negocio que, a pesar de agradarle, le hizo vivir en carne propia la dificultad de comercializar productos cuando se es un productor a pequeña escala. "Vendía nueces pero no las comercializaba directamente yo. Se las vendía a distintos compradores que posteriormente las envasaban, rotulaban y luego vendían a un precio mayor. Mi ganancia era mucho menor que la de ellos", cuenta.
La experiencia de Daniel, tristemente, también era vivida por varios pequeños agricultores de la localidad de El Carrizo en la comuna de San Sebastián. Sin embargo, luego de una mala experiencia fue cuando decidió tomar cartas en el asunto. "Una vez un comprador nos engañó, a mí y a otros agricultores. Habíamos acordado que él nos compraría una gran cantidad de nueces, pero de un momento a otro canceló la compra. Nos dijo que le complicaba y otras razones. Curiosamente a las dos semanas apareció otro comprador y, para nuestra sorpresa, llegó ofreciendo comprar las nueces a la mitad del valor real", relata, y añade que "me indigné tanto que en ese mismo momento decidí comenzar a comercializar yo mismo mis productos".
Fue así como de forma artesanal y con el apoyo de su familia, especialmente de su mujer, comenzó a vender de forma independiente sus productos.
A la fecha, la situación ha cambiado bastante. Hoy cuenta con el apoyo del programa desarrollo local de Indap, gracias al cual logró instalar su empresa "Canto del Carrizo", una moderna planta procesadora que elabora productos gourmet entre los cuales destacan: las nueces confitadas, el maní acaramelado y con ciboulette, las almendras con merkén y el charqui con sabores.
Pero el desarrollo de su empresa no fue fácil. La zona en la que está instalada la firma no cuenta ni con agua potable ni con alcantarillados. "Nos la ingeniamos y la planta tiene todo, agua potable, alcantarillado, luz, y cumple con todas las normas. Costó pero se logró".
Pero Daniel no se detuvo ahí, si bien se independizó por completo, había un objetivo pendiente: ayudar a otros productores a comercializar sus productos.
La perseverancia y su espíritu inquieto lo llevaron a restaurar una antigua casa de adobe de más de 100 años del sector y habilitarla como sala de ventas, la que denominó "La tiendita de adobe", espacio inaugurado hace una semana y que tiene por finalidad ayudar a la comercialización de los productos de los campesinos de la zona.
"Nos hemos dado cuenta de que una de las grandes falencias que tenemos como productores de alimentos procesados es poder comercializar. Dependemos mucho de las ferias y tenemos problemas para colocar nuestros productos en locales, entonces la idea es atraer a otros usuarios y desarrollar un foco de negocios acá, una especie de vitrina y zona de venta de productos de usuarios Indap", afirma Daniel.
Pero Daniel no se detiene. Junto a su esposa, María Teresa, quieren incorporar al sector de El Carrizo como parte de la ruta de turismo Ruta Cariño Botado. Para ello, ya cuentan con una zona de picnic habilitada con baños, mesas, parrilla y abastecimiento de agua.
Carolina León Salamanca

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