Son muchos los
casos de personas jóvenes que han decidido ir a trabajar al norte de Chile.
David Alejandro
Aravena Constanzo (38) trabajó como carpintero, maestro mueblista y técnico
eléctrico. Hace algunos meses el trabajo empezó a escasear. Muchos de sus
conocidos que ya se habían ido al norte lo animaron a postular. Temía dejar a
su mujer e hija pero decidió marchar.
“Mandé a hacer
un currículum y lo mandé. Me llamaron al tiro”. Sin saber que haría se fue al
norte el 3 de marzo pasado. Cuando llegó le preguntaron su especialidad. Él
había estudiado Técnico Eléctrico en el Liceo Politécnico. “Hice la media en la
nocturna en el Liceo y estudié tres años electricidad, me dejaron como Maestro
de Segunda (M2) y aunque al principio no tuve que ir a la mina a los 10 días ya
estaba pelando cables allá arriba”.
Consultado
acerca del horario y las cargas laborales expone: “Te levantan a las 5 de la
mañana y vamos a la mina, te hacen charlas de seguridad cada día. Hacen pruebas
de las materias y exámenes físicos para ver si uno puede adaptarse”.
La empresa
contratista que lo llevó opera en el Proyecto Caserones que está ubicado en
Copiapó, región de Atacama. “El campamento está a 2.100 metros sobre el nivel
de mar y la faena minera a 4.200. Allá trabajan 7.500 personas con turnos de 10
días por 10 días. Cada subida se inicia con instrucciones y charlas de
seguridad, se preocupan mucho de eso”.
Consultado
sobre los sueldos comenta que comienzan ganando $600.000 más viáticos por otros
$100.000.