Ñuble enfrenta una alarmante reducción en su superficie de arándanos, con una caída del 22,1% entre 2022 y 2024, de acuerdo con el Catastro Frutícola de Odepa actualizado a diciembre de 2024.
La superficie pasó de 4.142 a 3.225 hectáreas, lo que representa el 23% del total nacional. Además, el número de explotaciones bajó de 386 a 313 en el mismo período.
El retroceso refleja una crisis estructural en el sector, que si bien vivió una buena temporada en 2024-25 en términos de precios, arrastra tres años de malos resultados. Cierre de packings y exportadoras, huertos abandonados y reemplazo por cultivos más rentables como el avellano europeo, que creció un 34,9%, son evidencia del deterioro del rubro.
La competencia con Perú, que ha desplazado a Chile como principal exportador del Hemisferio Sur, ha sido determinante. Perú ofrece costos más bajos, frutas más modernas y ventanas de producción más amplias, logrando invadir mercados clave como EE.UU. y Europa.
A esto se suma el rezago chileno en el recambio varietal, esencial para seguir compitiendo. El productor Álvaro Gatica, pionero en Ñuble en la introducción de variedades Secoya, advirtió que el proceso es “prohibitivo para pequeños y medianos agricultores”, con un costo que bordea los $30 millones por hectárea, sin contar el valor del suelo.
Gatica también criticó la falta de apoyo financiero, señalando que los créditos ofrecidos por BancoEstado fueron ineficaces. “Solo los grandes sobrevivirán”, lamentó. Él logró avanzar gracias a un aporte Corfo de $50 millones y financiamiento de una exportadora, pero reconoció que son contados los agricultores en Ñuble que han logrado innovar en sus huertos.
El seremi de Agricultura de Ñuble, Antonio Arriagada, explicó que el retroceso es consecuencia de un mercado global más competitivo, con más países productores. Agregó que Chile aún mantiene una presencia del 17% en el mercado mundial, pero “debe trabajar en atributos como sabor e inocuidad” para conservar su posición.
Destacó además los buenos retornos de esta temporada, especialmente en arándanos orgánicos, los que obtuvieron mejores precios. Para el seremi, el recambio varietal debe ir acompañado de mejoras en manejos agronómicos, eficiencia productiva y conversión a sistemas orgánicos.
Desde Fedefruta, su presidente Víctor Catán subrayó que el éxito está en la calidad del producto, destacando el sabor del arándano chileno frente al peruano, que calificó de “insípido”. Recalcó que los consumidores buscan una fruta con buen sabor y duración postcosecha, por lo que “la logística es tan clave como la genética”.
La gerenta técnica del Comité de Arándanos, Julia Pinto, coincidió: “Sin calidad no hay mercado”. Enfatizó la necesidad de contar con variedades que garanticen calidad, firmeza y calibre, además de una gestión eficiente de cosecha y cadena de frío.
Pinto espera que este año vuelva a operar el servicio naviero Blueberry Express, que acorta los tiempos de traslado a EE.UU., lo cual es clave para competir en igualdad de condiciones con Perú. Reiteró que el recambio varietal es vital para seguir en el negocio, pero debe adaptarse a las condiciones agroclimáticas específicas de cada predio.
Aunque los desafíos son múltiples, el potencial del arándano chileno sigue vigente. Para Gatica, el negocio aún es viable para quienes logren ser eficientes, sacar más de 15 toneladas por hectárea y mantener un producto atractivo, incluso con variedades tradicionales. “Todavía tengo fe en el arándano”, concluyó.
🫐 Puntos clave del retroceso en Ñuble:
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22,1% cayó la superficie de arándanos entre 2022 y 2024.
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3.225 hectáreas quedan en Ñuble, que representa el 23% del total nacional.
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Cierre de empresas, huertos abandonados y cambio a otros cultivos más rentables.
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Perú lidera el mercado con mayor producción y variedades más modernas.
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El recambio varietal cuesta hasta $30 millones por hectárea.
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Productores pequeños carecen de financiamiento suficiente.
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Aumentan oportunidades en el segmento orgánico y premium.