Cuál es el panorama de Chile como proveedor de semillas transgénicas en contra estación al hemisferio norte.
Chile se ha convertido en uno de los principales proveedores de alimentos en contra estación para el hemisferio norte, y en especial si nos referimos a fruta fresca. Pero existe otro rubro en el que ha destacado con sus envíos hasta convertirse en un país clave en el abastecimiento: las semillas transgénicas. La importancia de nuestro país como productor de semillas corresponde a que la mayoría de los consumidores se encuentran en el hemisferio norte y la diferencia de estación en el hemisferio sur permite abastecer los déficits de producción en la época de contra estación. “Mientras en el sur se cosecha en primavera-verano, en el hemisferio norte se encuentran en otoño-invierno”, explican desde Chile Bio, donde además aclaran que aquí está permitido y regulado el uso de cultivos transgénicos para la producción de semillas con fines de exportación y la reproducción controlada de semilla para fines de investigación y ensayos de campo.
De esta manera, si se realiza un análisis de las exportaciones de la industria semillera durante la temporada 2016-2017, se advierte que éstas totalizaron US$338,5 millones, considerando tanto las exportaciones físicas de semillas, como los servicios de investigación y desarrollo. De este monto, US$71 millones, equivalentes al 21% del total, correspondió a envíos de semillas transgénicas; mientras que US$21,5 millones (6,4% del total) fueron de servicios de investigación y desarrollo con semillas transgénicas.
SUPERFICIE CONDICIONADA
Durante el año pasado, la superficie mundial de cultivos transgénicos tuvo un incremento respecto de 2016 de 4,7 millones de hectáreas, equivalentes a un 3%. De esta manera se totalizaron 189,8 millones de hectáreas, cifra que representa el 12,7% de la superficie arable del planeta; según datos entregados por el Servicio para la Adquisición de Aplicaciones Agrobiotecnológicas (ISAAA). En el caso de Chile, la evolución de la superficie sembrada con semillas transgénicas varía según la demanda de los mercados de destino. “Si países del hemisferio norte como Estados Unidos, tienen una temporada con altos rendimientos de producción agrícola, entonces las compañías solicitarán una menor cantidad de semillas a los países del hemisferio sur que los abastecen en periodos de contra estación. Por el contrario, cuando factores ambientales como la sequía y por su parte el ataque de los insectos plaga afectan negativamente los rendimientos de producción agrícola, entonces la demanda de producción de semillas transgénicas en países como Chile aumenta”, comentan en Chile Bio.
A nivel nacional, la producción de semillas transgénicas alcanzó su máximo nivel en la temporada 2012-2013, sobrepasando las 35.500 hectáreas. En tanto, en la temporada 2017-2018 ésta totalizó las 13.900 hectáreas, de las que el 56% correspondió a semilleros de maíz, el 27% de canola y el 17% de soja.
INVESTIGACIÓN NACIONAL
Los programas de mejoramiento del hemisferio norte cosechan nuevas líneas y envían las semillas a otros países del hemisferio sur, como Chile, para realizar las pruebas de campo de contra estación. Así es como la investigación de esta industria ha cobrado gran relevancia en nuestro país. La mayoría de los estudios se han centrado en algunas especies forestales, como pinos, eucaliptos y álamos; además de especies agrícolas como papas, melones, uvas, cerezas y duraznos. Según consigna Chile Bio, un total de 32 proyectos de investigación con cultivos transgénicos han sido financiados por agencias públicas en Chile desde 1991, con una inversión de US$ 16,2 millones. Este ranking es liderado por INIA, con 16 proyectos de investigación y una inversión total de US$ 8,3 millones, que corresponde al 51,4% de la inversión total. Asimismo, otras ocho instituciones de investigación han obtenido financiamiento, de las cuales seis corresponden a universidades y dos a centros de investigación (CEAZA y Fundación Chile).
Los 32 proyectos de investigación involucran al menos 12 especies de plantas diferentes, incluida la uva de mesa (siete proyectos), la papa (cuatro proyectos), carozos (melocotón, ciruela, cereza; cuatro proyectos), entre otros. A su vez, se han aprobado seis proyectos de investigación en árboles (tres en eucalyptus y otros tres en pinos). Diecisiete de estos proyectos corresponden al mejoramiento de la resistencia a distintos tipos de estrés biótico, como enfermedades virales, bacterianas y fúngicas. Nueve estudios tuvieron como objetivo desarrollar tolerancia a estrés abiótico como sequía, salinidad y frío; dos fueron concebidos para obtener características demandadas por los consumidores como mejorar el dulzor en manzanas y generación de uvas sin semillas. Otros dos proyectos se han relacionado con biofortificación (aumento contenido de vitamina A en manzanas y carotenoides en canola) y uno tuvo como objetivo generar pinos tolerantes a herbicidas.
De todos los proyectos, un total de 16 han sido financiados por programas del Ministerio de Educación (FONDEF, FONDECYT y CONICYT), 14 por el Ministerio de Economía (CORFO) y dos por el Ministerio de Agricultura (FIA).